Anauim y Elohim.

Una palabra, que es como decir un pensamiento, tuvo cierta resonancia o predicamento entre los que amasábamos conocimientos para determinado fin religioso, que el más romo de cuantos esto lean sabrá entender cuál podía ser. La palabra hebrea o aramea, que de vez en cuando surge en el Antiguo Testamento, y que, a los antedichos, primero les hizo cierta gracia y luego les hizo meditar, era “anauim”. O algo por el estilo, que no sé cómo se escribe.

 Se suele traducir como “los pobres de Yahvé”. Los “anauim” eran los más confiados en él por no tener nada en esta vida sino a su “Dios”; los más sencillos, simples o sin doblez en su pensamiento, sentimientos y conducta. Podrían ser, también, los elegidos de Yahvé, ese “resto” de Israel de que hablan los Profetas. Pues eso, tal palabra la repetíamos con frecuencia en los corrillos,

 Con seguridad el que quiera puede ampliar conocimientos en Internet, porque el “concepto” “anauim” tiene suficiente enjundia como para seguir manteniendo su virtualidad y significado.

 Pero tampoco quiero insistir mucho en esta ocurrencia de la memoria, sobrevenida únicamente por la desinencia “—im”, que como es bien sabido por cuantos aquí recalan, implica el plural. Las palabras terminadas en “—im” son plurales. Y aquí viene el conflicto porque...

 También saben, cuantos aquí pastan lo que su mente no debiera, que en el relato de la Creación se amontonan o amalgaman dos versiones o tradiciones, una es la “elohista” y otra la “yavista”. Hay otras dos más en la Biblia. Ambas se dan de patadas en determinado momento. Ambas fuentes se mantienen a lo largo de todo el Antiguo Testamento, como enseñan los doctores en Biblia.

 La fuente “elohista” se refiere a Dios llamándole “Elohim”. Y por su desinencia me ha venido al recuerdo lo dicho al principio. Pero lo mismo que “anauim” se traduce como “los pobres de Yahvé o de Dios o de Elohim”, Elohim debiera traducirse como “¡los dioses!”. ¡Es plural! Impensable –dirán-- que el buen transcriptor de la tradición “elohista” pudiera sostener una pluralidad de dioses. La religión judía era, es y siempre lo ha sido “monoteísta”.

 Sí, cierto, pero ¡Elohim es plural! Significa “los dioses”. Tomo la Biblia de J.M. Bover y Francisco Cantera y leo en Génesis 1, 1: “Al principio creó Dios el cielo y la tierra”. Busco el original hebreo en Internet y leo: “Bershit barà Elohim”. Me dicen que el verbo “bará” es singular, mientras que Elohim, y no Eloah, es plural. O sea, “los dioses – creó – la Tierra”.  Recordemos el grito de Jesús en la cruz, “Elí, Elí...”. ¿Dijo quizá Elohim, abreviando?

 Sigo investigando y resulta que Elohim proviene de otro singular “El” ¡que era la divinidad más importante entre los cananeos! Se la representaba por un toro.

 La cosa huele a chamusquina cuando sabemos que los judíos, tras el Éxodo, se establecieron en la tierra de Canán. Y sabemos también, porque la Biblia lo dice, la cantidad de veces que Dios castigó a su pueblo por entregarse a adoraciones de dioses paganos. Pero resulta que la Biblia es “palabra de Dios”. Y ahí a Dios se le denomina “Elohim”. ¿Cómo es posible que la Biblia pudiera aceptar términos siquiera de tradiciones politeístas asentadas en pueblos vecinos? Ahí lo dejo, no sin antes transcribir lo que “esa” Biblia que he citado pone en una nota sobre este versículo 1, 1. Es genial:

La Pontificia Comisión Bíblica, en 1909, enseña (Denzinger, 2121): “Los tres primeros capítulos del Génesis contienen narraciones de hechos verdaderos (primera carcajada o primera lágrima), es decir, que responden a la realidad objetiva y verdad histórica (segunda carcajada); no fábulas mitológicas o cosmogónicas, ni meras alegorías o símbolos destituidos de fundamento objetivo, ni leyendas ejemplares, parte históricas, parte ficticias (carcajadas o lamentos varios)”.

Volver arriba