La Biblia, fruto tan humano como el Kalevala.

Ya que estamos hablando estos días de la Biblia –“Palabra de Dios / Te alabamos, Señor--, vamos a seguir con ello, incidiendo en algo que parece lógico para cualquiera que no tenga la inteligencia unidireccionada: la Biblia es un libro como otro cualquiera; un libro escrito por hombres, por muchos hombres; un libro humano con todas las lagunas y falsedades propias del tiempo en que se escribió y con todos los prejuicios inherentes al pueblo que lo asumió.

Prevengamos a quien necesita admitir todo: frente a esto que decimos, y para bien de cuantos siguen “ad pedem literae” los dictados de la Santa Madre Iglesia, copiamos un texto de la Constitución Dogmática del Vaticano II “Dei Verbum”. Como quien dice, “de ayer”.

“La Santa Madre Iglesia, por fe apostólica, estima sagrados y canónicos TODOS LOS LIBROS tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, CON TODAS SUS PARTES, porque están escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor y como tales han sido entregados a la Iglesia. Para la composición de los Libros Sagrados, Dios eligió y se sirvió de hombres en posesión de sus facultades y capacidades, para que, actuando Él con ellos y por medio de ellos, escribieran, como verdaderos autores, TODAS Y SÓLO AQUELLAS COSAS QUE ÉL QUERÍA QUE FUERAN ESCRITAS”.

O yo entiendo mal o esto es un desvarío de tomo y lomo. No es preciso contextualizar este párrafo: lo que dice está meridianamente claro. Dios quiso que estos hombres escribieran verdaderas barbaridades. Y dice de estos hombres que estaban en posesión de sus facultades y capacidades... ¿Alguien lo puede negar? ¿Por qué tal inciso? Parece que ponen la venda antes de la herida, porque al leer algunos textos bíblicos cualquiera podría pensar que tal escritor estaba cuando menos “pirado” o “zumbado”. Ejemplo claro de aquel dicho, traducción del latín, “el que se excusa, se acusa”, porque es “manifiestamente” una enajenación leer lo que a veces se lee.

No; estoy seguro de que no. Estoy seguro de que nadie de cuantos alardean de sapiencia bíblica se ha tragado el Antiguo Testamento ENTERO con espíritu crítico, es decir, tratando de averiguar si lo que dice “ahí” es cierto o no, es correcto o no, es un bodrio literario o no, es científico o no, es histórico o no...

Podríamos excluir los libros sapienciales, también aquellos literariamente dignos de ser salvados de la hoguera crítica, algún que otro salmo... Nos referimos aquellos que hieren directamente al sentido común. Ante determinados textos, narraciones o afirmaciones, ¿no piensa la Iglesia que cualquiera puede poner en duda lo que “ahí” dice o incluso escandalizarse? Humano, muy humano todo si se quiere salvar a Dios.

¿Es el mismo Dios el que quiso que tales cosas se escribieran? Pues tenemos que decir que Dios

  • - Dictó cosas que científicamente se demostraron equivocadas
  • - Que hay demasiadas contradicciones, lógicas, históricas y coyunturales.
  • - Que hay hechos históricos decididamente falsos.
  • - Que para un hombre cualquiera hay muchas necedades indefendibles.
  • - Que hay actos humanos consentidos o fomentados por Dios que la ética reprueba
  • - Incluso, si de literatura hablamos, hay textos que no se pueden leer por deslucidos y directamente feos.
  • - Y si de estilos literarios hablamos, hay muchos textos que no se pueden admitir.

Y la pregunta final: ¿es que Dios no pudo inspirar una obra correcta, consistente, cierta, inteligente, justa, bella o simplemente correcta?

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