Conocer a Dios por la Biblia.

Fuera de la creencia es absurdo intentar buscar tratados que puedan reflejar o dar a conocer qué y cómo es Dios, especialmente el Dios de cristianos y judíos. Lo único que podemos hacer es reproducir lo que las distintas religiones dicen de Dios.

 Entre los cristianos, el único medio que tenemos para conseguir hacernos una idea de lo que los creyentes entienden por Dios es a través de la Biblia. Porque, además de testimonio, dicen que es palabra del mismo Dios.

Sean los teólogos, los místicos y los creyentes de base los que se encarguen de dar a conocer al Dios bondadoso y providente que predican. Nosotros extractamos del libro de los libros la “otra” imagen nunca difundida, que  también debe ser real, a tenor de lo que los textos consignan. Dios no queda en muy buen lugar.

Si nos fijamos en la historia de Israel, incluso la presente, encontramos casi siempre un pueblo frustrado y reprimido, lleno de rabia contra una humanidad a la que responsabiliza de sus propios sufrimientos. Lógicamente el Dios que mejor cuadra a tal pueblo es un dios saturado de odio y venganza.  Es decir, por un proceso de trasferencia “psicológica”, como sucede con las personas, Israel personificó en Dios sus defectos, su ignorancia como pueblo de pastores errantes, su estolidez de pueblo aislado, primitivo y encerrado en sí mismo. Es decir, crearon un dios a su imagen y semejanza, confirmando el hecho de que todos los dioses son creación proyectiva de los hombres.                      

De esa idiosincrasia especial surgió un Dios, Yahvé o Elohim, que se caracteriza por ser…

1) …un Dios presuntuoso que engaña a su pueblo.

  • Le promete a Moisés: “…te haré una gran nación”, algo, como hemos dicho, que no es sino un “mecanismo de proyección” de deseos. La realidad fue que los hebreos nunca fueron un pueblo unido y potente, siempre fugitivos y perseguidos e incluso dispersados. Establecidos en Canaán, las doce tribus ocuparon distintos territorios, luego enfrentados entre sí. Tras la diáspora del año 70 d.c., nunca más volvieron a ser “pueblo” unido.
  • Yahvé le dice a Samuel (I Sam.9.16) que unja como rey a Saúl. ”El librará a mi pueblo del poder de los filisteos”. Promesa falsa, porque nunca consiguieron del todo expulsar a los filisteos ni sentirse seguros en los límites que el propio Dios les había señalado (Ezeq. 47.3). Por otra parte, ¿no sabía Dios que Saúl sería un fiasco?
  • En II Sam 7.16 reitera la promesa de reino eterno, ahora con el rey David, ya que Saúl le salió rana: “…tu trono estable por la eternidad”. Nada más falso, vista su historia.
  • En repetidas ocasiones Dios promete a su pueblo que exterminará a los enemigos de Israel. De hecho fue al revés. Un pueblo siempre acosado y muchas veces oprimido. Recordemos el exilio en Babilonia y el dominio de Roma, con la destrucción del templo, la esclavitud y la diáspora.

 2) Un Dios ilógico, frívolo y superficial.

  • ¡Cuántas veces Dios se arrepintió de haber elegido este pueblo! Nada más salir de Egipto le dice a Moisés: “Déjame que mi ira se encienda contra ellos y los destruya”. Precisamente es Moisés el sabio y el prudente que consigue convencerle de tal absurdo (Exodo, 32).
  • Hay multitud de citas sobre el “arrepentimiento de Dios”: Contra su hombre creado, Gén. 6.6; envía la peste y mueren 70.000 (II Sam. 24.15 y Crónicas 21, 14); ruina de cosechas (Amós, 7.1); puede arrepentirse del castigo (Jerem. 7.8); Egipto cae sobre Israel (II Crónica 9.1); Jonás en Nínive (Jon. 3.6); Dios cumple lo que dice (Números 23.19) etc.

 3) Un Dios cruel, truculento y violento.

  • Son innumerables los testimonios que aparecen en la Biblia.
  • Castigos por renegar de Dios: muerte individual o destrucción total de una ciudad (Deuteronomio, 13)
  • Dios a Saúl: “Castiga a Amalec… no perdones; mata a hombres, mujeres y niños, aun los de pecho; bueyes y ovejas, camellos y asnos”. (I Sam. 15)
  • Por no dejarles pasar, Dios les entrega las ciudades de Seón y Basán. “Tomamos todas las ciudades y dimos al anatema todos sus lugares de habitación, hombres, mujeres y niños, sin dejar con vida uno solo” (Deut. 2.34 y 3.6)
  • Se arrepiente de haber creado al hombre, aunque deja un resto que se salva en la nave de Noé.
  • A la salida de Egipto Dios toma a su pueblo como rehén para dar rienda suelta a su sadismo genocida. Le dice a Moisés: “Exterminarás a todos los pueblos …” (Deut. 7.16)
  • La orden genocida dada a Moisés, la dio también a Josué (Josué, 11) Mata a todos los habitantes de Jasor, “Josué los trató como Yahvé le había dicho”; tomó numerosas ciudades, pasando por la espada a todos sus reyes;  “se apoderó de todo el territorio, de la montaña, de todo el mediodía, de todo el distrito de Gosen, del Arabá, de la montaña de Israel y de sus llanos… hasta Baal Gad, en el valle del Líbano, al pie del monte Hermón. Cogió a todos sus reyes y les dio muerte”.
  • Un último ejemplo, en el traslado del Arca a Jerusalén (II Sam. 6). Oza y Ajio, hermanos, guiaban el carro. Oza sujetó el Arca porque se iba a caer. El castigo por tal “delito” fue la muerte de Oza. Ni siquiera David lo entendió: “Entristeciose David de que hubiese herido Yahvé a Oza…”

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