Datos que dicen mucho de Jesús.

Jesús nació, vivió y murió dentro de un contexto social del que sí se sabe lo suficiente, datos que pudieron afectar a su devenir vital: la región, la sociedad galilea, el dominio romano, el influjo helenístico, etc. Respecto al individuo, a su persona, dicen los historiadores que se pueden considerar como verídicos y creíbles aquellos datos que, por indiferentes, ni añaden ni quitan nada a su realidad e individualidad; asimismo resultan creíbles aquellos que inciden en aspectos que afectan negativamente al personaje.

Algunos de la primera serie: el año de su nacimiento, relacionado con la muerte de un personaje histórico, Herodes el Grande. Que fuera el 8 a.c. o el 4 a.c. nada añade a Jesús. Otro, el nombre de sus padres, María y José. Otro dato que se deduce de los relatos evangélicos es su lugar de nacimiento y vida, Nazaret, en Galilea, ciudad situada en el centro sur de Galilea, a mitad de camino de un día entre el Monte Carmelo (Haifa) y el lago Tiberíades.

Respecto al nombre, Jesús, era muy común en el siglo I y es una forma abreviada del hebreo Josué: Yeshú, de Yehoshúa. El Evangelio dice que tuvo hermanos y hermanas, algo que resulta indiferente para un historiador. Como lógicamente tuvo que ganarse la vida con un trabajo, que fuera artesano o agricultor nada añade a su realidad histórica. Es creíble lo que dicen los Evangelios. Y respecto a su educación, lo normal es que no supiera leer ni escribir, pero sí que recibiera una formación bíblica en la sinagoga. Como se puede deducir, pocos datos para construir un personaje de tanta trascendencia en la historia de la humanidad.

En cuanto a datos que pudieran incidir negativamente, el de su crucifixión es el más relevante y creíble. En esto hay consenso entre los historiadores. Precisamente en ello coinciden todas las fuentes, tanto extrañas como propias: evangelios, cartas, Josefo, Tácito, etc. Sin embargo, muchos de los aditamentos aportados en el relato de la crucifixión no pueden ser ciertos por inverosímiles. Añádase algo más relevante en el relato: la incongruencia de ciertos hechos.

Todas las fuentes del N.T. inciden en atribuir la ejecución y muerte de Jesús a los judíos... pero no se ponen de acuerdo, si fueron los que lo acusaron, si fueron los que lo condenaron o si fueron los que efectuaron la ejecución. Con la aclaración sustancial de que no podían ser los judíos quienes ajusticiaran a alguien sino las autoridades romanas, especialmente en el delito por el que Jesús y otros dos fueron condenados.

  • I Tesalonicenses 2, 15 (...aquellos que dieron muerte al señor Jesús);
  • Hechos, 3.15 (Pedro dirigiéndose a los judíos en la Sinagoga: “Vosotros... disteis muerte al príncipe de la vida a quien Dios resucitó...)
  • Mc. 15.15 – Mt. 27, 26 (...a Jesús, después de haberle hecho azotar, se lo entregó para que lo crucificaran). Aquí son los soldados quienes proceden a la ejecución.
  • Lc. 23.25 (Decidió, pues, Pilato acceder a su petición... y entregó a Jesús a la voluntad de ellos) “Ellos” se refiere al populacho o a los integrantes del Sanedrín.
  • Jn 18, 36 (Tomadlo vosotros y crucificadlo, pues yo no hallo delito en él). Esta frase es quizá la que más daño ha provocado en la comunidad judía a lo largo de los siglos.

Un dato relevante y al que las crónicas piadosas apenas si prestan atención, pero que históricamente la tiene, es el hecho de que Jesús fuera crucificado junto a otros dos. Se trataba de una crucifixión colectiva y los romanos darían tanta importancia a la crucifixión de Jesús como a la de los otros dos: los tres eran reos de una culpa que se castigaba con mors aggravata, “lesa maiestas”, únicamente aplicable a los esclavos y a quienes atentaran contra la seguridad del Imperio. El delito de maiestas estaba codificado en la Lex Iulia maiestatis, y su denominación completa era maiestatis populi romani imminutae, o crimen en perjuicio de la grandeza del pueblo romano. Usando la ironía, no cualquiera era digno de ser crucificado.

  • Mat. 27.38 – Mc. 15.27 (...fueron crucificados con él dos bandidos...) En griego, “lestai”.
  • Lc. 23. 32. 39 (Con él llevaban otros dos malhechores para ser ejecutados... ...le crucificaron allí y a los dos malhechores uno a la derecha y otro la izquierda... ...Uno de los malhechores crucificados le insultaba...). En griego, “kakourgoi”.
  • Jn. 19, 18. (...y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio)

Ni en Judea ni en otros lugares del Imperio hay constancia de que se crucificase a delincuentes comunes ni siquiera asesinos. Sólo, como decimos, a delincuentes especiales, los que atentaban contra la seguridad del Imperio, agitadores, revolucionarios, sediciosos y similares.

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