Desaparece la polis y queda el pesimismo

La palabra política, como hasta los políticos saben, deriva del griego “polis, póleos” (en mi diccionario, ciudad, patria, democracia, ciudadela, derecho de ciudadanía...). En el imaginario popular, política es empeño y dedicación, ciencia y arte de trabajar por el bienestar de los ciudadanos. ¿¡Pero y cuando fallan las cuatro palabras…!?

Me siento un poco "Larra" cuando escribía como Fígaro o Pobrecito Hablador. Vivo en el pesimismo encarnado que cada vez se incrusta más dentro de mí: creo que hasta ha echado raíces en mi subconsciente. Y me da en la nariz de que es un sentimiento compartido.

En tal situación, las noticias no me interesan, burdamente tergiversadas por el mal aliento del informante; los análisis… los hago yo mismo; las tertulias no las soporto porque todas degeneran en caos auditivo: las razones “racionales” nadie las admite si son del bando contrario y cuando habla el otro, el contrincante piensa qué puede decir él del asunto sin atender las razones que le dan; la mayor parte de las instituciones tienen excesivos agujeros por donde se escapa el torrente de las buenas intenciones; aquí cualquier panadero puede regir una central nuclear y solucionar los problemas energéticos del país; la preparación intelectual, técnica, profesional siempre tiene enfrente el muro de la ideología o del programa

Hay quienes, nacidos y "vividos" en tal estado de cosas, se acostumbran a ellas y llegan a pensar que los sucesos que otros denuncian no son para tanto, que son algo normal y en todo caso lo menos malo posible. Es el efecto de aborregamiento a que tanto discurso huero y tanto adormecimiento palabrero ha logrado en las masas.

Es menester que despierten y se unan al carro de la denuncia. Y sobre todo al ilusionante despertar de que las cosas pueden ser de otra manera, es decir, mejores. España no puede seguir así, arrastrada por donde no debiera y sin la ilusión de soñar que puede ser distinta.

Quizá el "panem et circenses" pudiera servir de modelo (¡el mundo al revés!), aunque el pan y el circo siempre hayan servido para desviar atenciones: sí, modelo para caminar. Pensemos: ¿por qué triunfa España en las competiciones deportivas?

Los años que uno arrastra dan para mucho, entre otras cosas para comparar aunque también para tirar la toalla. La ilusión que a todos embargaba en aquellos años de "tránsito" parece haberse esfumado. La transición, por definición, es pasajera. Pero esos años son un punto de referencia. Asimismo, podemos traer a colación aquellos otros de caos terrorista y perspectiva de desintegración territorial: los añorantes de los "ajos y cebollas de Egipto" pretendieron regresar y alzaron sus armas sin darse cuenta de que la historia camina hacia delante, no hacia atrás. Volver al caos decimonónico de progresistas y moderados, apostólicos y masones, isabelinos y carlistas… en que se desangró España y la desunció del carro del progreso europeo. 

Pero puestos a comparar, la situación actual es peor que la de entonces. Lo que día sí y día no oímos y vemos tiene el mismo poder letal que aquel lejano y pretendido golpe de Estado tejerino, que parece sucedió en la prehistoria.

Todos se escudan en el bien de la patria; todos piden unidad frente a los retos del futuro, pero todos vemos que se reparten el pastel según el apetito que les urge; y los auto convencidos por años de poltrona de ser príncipes autónomos, todavía se alejan más del presente y quisieran instaurar los reinos de taifas donde, como reyezuelos de su predio, nadie les pueda pedir cuentas y seguir gobernando otros quinientos años más como marajás de la miseria.

La desidia intelectual de los que nos desgobiernan no percibe que el pensamiento y las palabras preceden a la acción y tan culposas son aquéllas como son los actos derivados: la incitación a la rebeldía, a la segregación es igual de nefasta y perniciosa como la entrada de unos guardias en el Congreso o los vientos fétidos del terrorismo que todavía infectan determinados ámbitos cuando las nueces ya cayeron. ¡Y no pasa nada!

Las “Vidas paralelas” de Plutarco se reinventan en “este país” en forma de “actos, hurtos, robos, estafas, corrupciones” paralelos. Nihil novum sub sole parece justificación del “siempre ha sido así”, el pez grande se come al chico y “ponme donde hay, que yo sabré hacer”.

Volver arriba