FIDEL HERRÁEZ VEGAS y quien le defiende

Todo el día de ayer estuve sumido en la duda de si traer a estas páginas, de nuevo, el artículo publicado en 2004 y titulado "Un obispo segundón en la boda real" o no. Me preguntaba si el tal artículo serviría de algo. Y decidí que no. Era un artículo cáustico desvelando algunas "verdades" sobre el ahora emérito de Burgos, Fidel Herráez Vegas, siempre al dictado de su señor cardenal, que era quien maquinaba las iniquidades obligadas a llevar a cabo por su "fiel" servidor. Y fueron muchas. Pocos días después recibí una contestación firmada por un tal "Admirator" que hoy reproduzco aquí. "Lo cortés..."

A principios de junio (2004), tras los fastos nupciales regios de mayo, uno que se decía “testigo de la boda real” lanzó en las páginas de Religión Digital un muy tremendo alegato o libelo, teñido de cruel ironía, contra nuestro bienamado obispo auxiliar Fidel Herráez, llamándole “siniestro”, “segundón”, “la voz de su amo”, “jefe de burócratas”, “ejecutor del mal que Rouco piensa”, etc., etc.

No sé cómo J.M. Vidal tuvo siquiera el atrevimiento de colgar de sus páginas tanta basura. Por lo que conozco de Don Fidel, él sabe, primero, olvidar las afrentas y, como buen cristiano, perdonar al ofensor. Si yo hubiese estado en su piel, presto habría acudido a la policía a denunciarlo o, de la manera que fuese, poner a tal individuo en su sitio. Podría haber sido en éstas mismas páginas de Religión Digital.

Don Fidel es consciente de que, al estar en un puesto público, ha de soportar invectivas como el artículo de marras, pero todo tiene un límite. Incluso concediendo que lo dicho fuera verdad, Don Fidel no es ese “siniestro personaje al servicio de su rouco señor”. No es a tal “señor” terrenal, aunque sea cardenal, al que sirve, sino a otro Señor más alto, quizá un Señor cautivo, escondido, prisionero, del que él mismo sí se siente prisionero.

Es preciso que alguien salga en defensa de quien realiza su labor de manera silenciosa y eficaz: no es ningún desdoro que, por el puesto que tiene, intente lograr para su amada Iglesia de Madrid los mayores beneficios, incluso materiales, ni que tenga que pechar, revestido de silencio y prudencia, con los asuntos más desagradables de la diócesis. Él aúna la prudencia de la serpiente con la sencillez de la paloma, pero a favor de la iglesia a la que sirve.

¿Se le discuten los métodos? Quizá. Siempre hay personas, como aquellos que se le oponen, que en los lances de la vida salen perdiendo, pero ésta es así y no por pertenecer al estamento religioso se deja de ser persona, empresario, encargado de los asuntos terrenales. Añádase que el bien de la Iglesia siempre es mayor que el pretendido bien material de un simple fiel.

Se refería en el artículo a la Iglesia de las Calatravas, a la de Gaztambide, a unos tapices, a encierros en Iglesias, a la iglesia de las Fuentes, a un Colegio privado, al Parque de la Cornisa, al canónigo supuestamente pederasta, incluso a su forma hosca de mirar y al aspecto personal (!!), como si desprendiera de su porte un halo demoníaco.

La mayor parte de las “verdades” que ahí se vertieron no dejan de ser sino puntos de vista: Fidel obra en todo momento como su conciencia le dicta procurando el bien y el acrecentamiento, incluso material, de su Iglesia.

¿Qué importa que esté a la sombra del señor Cardenal y que su propia carrera esté a él supeditada? Todos servimos siempre a alguien. ¿Es algo malo que vea pasar los años y él se sienta encerrado en los límites de un despacho? ¿O que otros con menos edad y méritos asciendan a dignidades superiores?

Fidel ha sabido quebrar su propio destino, tragarse la autoestima, sufrir en silencio y esperar en aras de beneficios mayores. Seguro que le llegará la hora de su exaltación. El drama interior que pueda estar viviendo lo soporta por amor a Jesucristo, sin ceder a ningún chantaje. El que obra según sus principios no puede regirse por los de otros.

El hecho de disponer Madrid de un edificio destinado a Seminario Menor, no fruto de especulación inmobiliaria, está por encima de niños desgajados de su colegio, profesores en otros centros, incluso proyectos educativos rotos o un centro de ideario católico que desaparece, como pretende afirmar en el artículo. Ánimo, Don Fidel Herráez.  ADMIRATOR.

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