Grandes logros del cristianismo.

De vez en cuando, como hacen los humanos en su vejez, la Iglesia católica hace balance. Puede que se encuentre con algunos “pecadillos” de juventud, para lo cual cuentan con cualquier preste envejecido que demanda la condigna comprensión y hasta perdón de este mundo por supuesto más reo que ella.

En uno de esos balances, alguien esgrime: ¡Cuánto mal ha evitado la Iglesia!, para añadir que el verdadero balance sólo lo puede hacer Dios. ¡Soberbio análisis histórico! Para tal viaje, no sólo las alforjas, sobraba hasta el mismo viaje.

  • Argumento primero: veinte siglos de oración continua “necesariamente” han “tenido” que tener efectos beneficiosos sobre la humanidad.
  • Argumento segundo: la actividad humana de los monjes ha sido enormemente beneficiosa saneando pantanos, aplicando técnicas agrícolas, rescatando manuscritos, fundando escuelas, incrementando las artes...
  • Argumento tercero: el dominio espiritual de las conciencias por la confesión y dirección espiritual, han evitado homicidios, suicidios, robos, adulterios, mentiras, crímenes de todo tipo...
  • Argumento cuarto: la parroquia ha supuesto el entramado que ha propiciado la cohesión social.

Sobrarían comentarios y contra-argumentos, pero es menester desmontar cualquier “verdad a medias” que no es sino una falacia tan creíble como el aserto que la genera:

  • Los efectos beneficiosos de la oración, vistos bajo otro punto de vista: la oración como pérdida de tiempo; la oración como pensar en quimeras; la oración que no genera acciones buenas “per se”, sólo “las piensa”; la oración como engaño incluso para el que cree; la oración como sustituto psicológico; la oración que no ha cambiado nada el mundo en veinte siglos: a la vista está.
  • La mayor parte, por no decir el total de los ingresos de las órdenes monásticas provenían –y provienen-- de donaciones encaminadas a “hacerse un lugar en el cielo” o tener un lugar de “descanso” en las iglesias. Donaciones reales, nobiliarias, particulares, diezmos obligatorios (1). Nada habría que decir sobre “donaciones voluntarias”, que no lo eran tanto. ¿Y el martilleante mensaje previo? ¿Y el lavado doctrinal anterior? ¿De dónde provenía el convencimiento?
  • La actividad de los monjes hubiese sido sustituida con mejores efectos por quienes podrían haber detentado la propiedad de tales tierras, en una sociedad “libre” de la esclavitud crédula; los impresionantes recursos de que las órdenes religiosas han dispuesto, sirvieron más para su uso, disfrute y dilapidación que para bien del pueblo. Sólo hace falta comparar el modo racional de manejar los presupuestos de un estado democrático actual –a pesar de todos los pesares-- y los resultados obtenidos, con el modo de gestionar sus recursos las órdenes religiosas en otros tiempos, comparables a verdaderas “comunidades autónomas”. Exagerando sólo un poco, un tercio de España era propiedad de las órdenes religiosas.
  • La actividad de los monjes bien se puede entender como explotación de los braceros encaminada a obras superfluas: catedrales, cenobios, orfebrería del mito..., actividades todas ellas “inducidas”, sin efecto alguno benéfico sobre la sociedad. Y no se construyeron para el uso que hoy tienen, el turismo. Desde que la compulsión religiosa ha desaparecido, con las multas correspondientes por no ir, el 83 % de los bautizados ya no va a misa. 

(1) Impresionado estoy leyendo el completo estudio de Conrado Pérez Picón, jesuita, Villagarcía de Campos. Estudio histórico-artístico, y lo que supuso para los jesuitas la familia noble de Don Luis Quijada (educador de Don Juan de Austria) y su mujer Doña Magdalena de Ulloa.

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