EL HUMANISMO PROMETEICO DE K. MARX / 8


El ser humano ha alumbrado demonios que ya no es capaz de dominar (M. Buber)

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En cuanto a la alienación socio-política, Marx afirma que en la sociedad burguesa el ser humano está alienado porque lleva una doble vida y sufre una división entre dos esferas enfrentadas: por un lado la vida individual en la sociedad civil (el mundo de la economía), como persona privada dominada por los intereses egoístas propios de la economía, y por otro la vida política como persona pública, en cuanto ciudadano abstracto y miembro del Estado:

Allí donde el Estado político ha alcanzado su verdadero desarrollo, el hombre lleva no solo en el pensamiento, en la conciencia, sino en la realidad, en la existencia una doble vida, una celestial y otra terrenal, la vida en la comunidad política, en la que se considera como ser universal, y la vida en la sociedad civil, en la cual actúa como hombre privado, que considera a los demás humanos como medio, se rebaja al rango de simple medio y se convierte en juguete de fuerzas extrañas (fremden Mächte)… con respecto a la sociedad civil el Estado político se comporta de un modo tan espiritualista como el cielo con respecto a la tierra” (K. Marx: Para la cuestión judía).


Por lo tanto, el Estado en cuanto comunidad ilusoria que, según Hegel, es capaz de conciliar los intereses antagónicos entre los individuos, asume aquí un papel análogo al Dios de la religión cristiana, pues siendo una creación humana se convierte en un poder autónomo y enemigo que domina a los individuos.

A semejanza de la mediación del Cristo celeste, el Estado es también el ilusorio mediador terrestre de los intereses económicos. El dualismo señalado de las dos esferas se denomina alienación por la escisión de las fuerzas sociales objetivadas, convertidas en fuerzas extrañas a sus creadores.

La analogía con la alienación religiosa perdura en toda la obra de Marx y aparece incluso en El Capital. Así como el cristianismo hace iguales a los humanos en el cielo, también la sociedad burguesa convierte a los ciudadanos en formalmente iguales en el “cielo” de la política, mientras perduran las desigualdades reales en el mundo de la economía.

Por ello, el cristianismo, que es la religión más adecuada a la sociedad burguesa, “se ha convertido en el espíritu de la sociedad civil, de la esfera del egoísmo, del “bellum ómnium contra omnes” (guerra de todos contra todos). No es la esencia de la comunidad, sino la esencia de la división” (Ibidem).

Marx considera también la filosofía idealista de Hegel una forma de alienación ideológica, semejante a la religiosa, pues en ella aparece de igual modo la inversión de sujeto y predicado, quedando los individuos sometidos a conceptos hipostasiados en forma de entidades abstractas.

Por eso decía Kierkegaard que Hegel había construido palacios para las ideas, dejando a los individuos morando en chozas. En la filosofía especulativa el Espíritu como sustancia mística, justifica el mundo empírico tal como es y la concepción hegeliana del Estado, como abstracción teórica, vendría a ser la legitimación ideológica del Estado prusiano.

En su crítica a la filosofía hegeliana del Estado, Marx elabora también un análisis crítico de la burocracia como otra forma de alienación política, con términos análogos a los usados por los teólogos:

“La burocracia tiene en su poder la esencia del Estado, el ser espiritual de la sociedad, es su propiedad privada. El espíritu general de la burocracia es el “secreto”, el misterio mantenido internamente por la jerarquía… Por ello, la autoridad constituye el principio de su saber y su credo la divinidad de esta autoridad” (MEGA, I, 1, p. 248).


El vocabulario típico de la teología aparece aquí claro. El espíritu burocrático es equivalente al espíritu teológico y por ello llama a los burócratas los “teólogos del Estado”.

La alienación consiste aquí en que la sociedad crea la burocracia como cuerpo estatal, pero ésta se transforma en un poder extraño e independiente que domina a los individuos y escapa a su control (de nuevo la inversión de sujeto y predicado).

Esta crítica a la burocracia, aparecerá de nuevo en varios estudiosos marxistas posteriores como una forma de alienación presente también en los países del socialismo real (cfr. Adam Schaff: Marxismo e individuo humano).

En su estudio de la alienación (el término Entfremdung aparece por primera vez en su tesis doctoral) Marx pasa de forma evolutiva por distintas etapas. De una explicación interna centrada en la conciencia, al modo de Feuerbach, pasa a una explicación externa, político-social y finalmente da el paso a la explicación económica, que en su filosofía tiene prioridad ontológica.

La alienación religiosa tiene prioridad cronológica y es la primera palabra, pero no la última. Por tanto, la alienación religiosa lo mismo que la socio-política tienen su última raíz y fundamento en la alienación económica, que es la más importante y en coherencia con la interpretación materialista de la historia.
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