EL HUMANISMO PROMETEICO DE K. MARX / y 12



Llamamos comunismo al movimiento real que anula el estado de cosas presente (K. Marx)
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Una de las cuestiones más discutidas entre los especialistas en el pensamiento marxiano, es el problema de si existe una discontinuidad entre sus obras de juventud, de carácter filosófico, y las obras de madurez, de carácter más científico, o en qué medida existe en Marx una evolución intelectual. Ello afecta sin duda a la teoría de la alienación.

Como ya he señalado con anterioridad, la tesis de la discontinuidad fue defendida por el filósofo francés Louis Althusser y su escuela, afirmando que existe una clara “ruptura epistemológica” entre el Marx filósofo, influido por Hegel y Feuerbach, y el Marx científico, estudioso de la historia y de la economía.

Para Althusser (cfr, La revolución teórica de Marx) el concepto de “humanismo” es ideológico, no científico, y Marx habría renunciado al uso del concepto de alienación en su obra La ideología alemana, al hacer las cuentas con Feuerbach y con su pasado hegeliano.

Sin embargo, para la mayor parte de los marxólogos existe una continuidad en el contenido de la alienación, pese a la introducción de una terminología más científica. Marx sigue usando, aunque menos, el término alienación (Entfremdung), pero da preferencia a otros términos análogos como cosificación (Versachlichung), reificación (Verdinglichung), autonomización (Verselbständigung) o fetichismo, conceptos que enriquecen y profundizan en la teoría de la alienación desde el plano sociológico y económico (cfr. G. Bedeschi: Alienazione e feticismo nel pensiero di Marx).

El fenómeno de la alienación sigue siendo el mismo, referido al dominio de los objetos producidos sobre los seres humanos, los cuales se convierten en esclavos de sus propias fuerzas sociales objetivadas.

El trabajador asalariado, escribe Marx, está encadenado al capital de forma trágica, como Prometeo a la roca. Esta continuidad del problema de la alienación en el Marx maduro aparece en el primer libro de El Capital en el denominado “fetichismo de la mercancía”.

Alienación y fetichismo serían, pues, dos caras del mismo fenómeno, consistente en la personificación de las cosas y la cosificación de las personas. El Marx científico profundiza al mismo tiempo en la analogía entre cristianismo y sociedad burguesa, cuando habla del fetichismo de la mercancía:

Lo que aquí adopta para los seres humanos la forma fantasmagórica de una relación entre cosas, es sólo la relación social determinada existente entre los seres humanos mismos. Por tanto, para encontrar una analogía debemos volar a la región nebulosa del mundo religioso. Aquí los productos del cerebro humano aparecen como figuras independientes, dotadas de vida propia, que están en relación mutua y con los seres humanos. Lo mismo hacen, en el mundo de las mercancías, los productos de la mano humana. A esto yo lo llamo el fetichismo que se une a los productos del trabajo apenas vienen producidos como mercancías y que por tanto es inseparable de la producción mercantil (El Capital, I)


El tercer momento del proceso dialéctico, la negación de la negación, implica la superación de toda forma de alienación, la reapropiación de la verdadera esencia humana perdida en una existencia alienada y la reconciliación del ser humano consigo mismo, con la naturaleza y con los demás seres humanos. Marx, sin duda, está convencido de que el fenómeno de la alienación es históricamente superable en una sociedad futura, alternativa a la capitalista, llamada comunista:

El comunismo como superación (Aufhebung) positiva de la propiedad privada en cuanto autoextrañamiento (Selbstentfremdung) humano y por ello como apropiación (Aneignung) real de la esencia humana por y para el ser humano; por ello como retorno del ser humano para sí en cuanto social, es decir humano; retorno pleno, consciente y efectuado dentro de toda la riqueza de la evolución humana hasta el presente. Este comunismo es, como completo naturalismo =humanismo; es la verdadera solución del conflicto entre el ser humano y la naturaleza y con el ser humano, la verdadera solución del conflicto entre esencia y existencia, entre objetivación y autoafirmación (Selbstbestätigung), entre libertad y necesidad, entre individuo y género. Es el enigma resuelto de la historia y se sabe como esta solución (Manuscritos de Economía y Filosofía).


El humanismo prometeico de Marx, contiene una gran dosis de utopía, al pensar y esperar una futura sociedad donde el ser humano recobre su propia autoidentidad perdida y se convierta en “universal”, lo que implica realizar las posibilidades latentes de su propia esencia. Así se expresaba en su período de madurez:

En la fase superior de la sociedad comunista… cuando el trabajo no sea sólo un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando con el desarrollo de los individuos en todos los aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en su bandera: de cada cual según sus capacidades a cada cual según sus necesidades. (Crítica del programa de Gotha).


Marxistas críticos posteriores, sin embargo, corrigen el exagerado utopismo de Marx, afirmando que las diversas formas de alienación persisten en las sociedades socialistas (cfr. Adam Schaff: Marxismo e individuo humano).

Fuera de la corriente marxista, otros marxólogos han considerado la alienación como una tensión inseparable de la existencia, con un marcado carácter ontológico y no un mero fenómeno histórico, por lo que la pretensión marxiana de su superación sería una vana ilusión (véase Jean Hyppolite: Etudes sur Marx et Hegel).
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