Lobos y ovejas en la misma tenada.

En inferioridad numérica o doctrinal, cualquier cristiano exhibe doctrina aceptable, humana, conciliadora, pacífica, moderada... como sucede hoy.

 Es el disfraz de humildad con que se revisten los lobos o los felinos que todavía no han cazado. Se podrían aceptar sus postulados por simple sentimiento de pena, pero la sensiblería nunca debe dar lugar a la claudicación de la  razón.

Es obligado tener en cuenta lo que sigue:

  • La soberbia, insolencia y orgullo secular con que la Iglesia se ha mostrado ante el mundo
  • La intolerancia, obcecación, sectarismo y vesania con que ha tratado al disidente
  • Su doctrina teológica siempre acomodaticia, complaciente y contemporizadora, que busca revestirse de prestigio siempre a dos pasos de la doctrina humana y filosófica en boga.
  • Cuando han logrado introducir sus doctrinas en la sociedad, se transforman en doctores intransigentes que imponen moralidades escondidas.
  • Cuando doctrinas pretéritas ya no están de moda, las entierran en el olvido, como puede ser su concepto de la mujer o el adueñarse de la tierra (o de lo que sea) de forma depredadora.
  • Jamás su doctrina y sus afanes han evitado guerras “previstas” oponiéndose eficazmente a ellas.
  • Siempre que han podido se han infiltrado en el poder, incluso lo han subvertido para conseguir beneficios estrictamente terrenales frontalmente opuestos a sus postulados morales.
  • Nunca se les ha visto debelando inmoralidades manifiestas, oponiéndose con medidas efectivas al mundo de la droga, del tráfico de armas, a multinacionales depredadoras, a banqueros sin escrúpulos, a traficantes de sexo... cuando tienen nombres y apellidos. Lo hacen, sí, pero siempre “in genere”. 

Callan y son culpables por callar, predicadores como son de una ética eminente... y acomodaticia. Hablan y, o no se les entiende, o divagan con equívocos, o es tal la ambigüedad que todos se sienten confortados por sus palabras de consuelo.

Imagínense un sermón dominical:

Hemos sabido por testimonios de personas asistentes a esta asamblea, que F.H.V., sentado en el primer banco de esta iglesia, ha dejado en la calle a veinte trabajadores creando una empresa nueva para salvar su tren de vida, su lujo y su bienestar: no es digno de estar entre nosotros... Hemos sabido que P.H.A. se dedica al proxenetismo envilecedor contratando de forma fraudulenta a jóvenes engañadas que mantiene secuestradas: debe abandonar el templo, pedir perdón y reparar el daño cometido. Entonces podrá estar entre nosotros...

¿Alguien se lo imagina?

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