Pon la otra mejilla...

Sí, déjate abofetear, pero luego te toca a ti. ¡Lo dice el Evangelio!

La doctrina cristiana da de sí para lo que se quiera: para amar y para odiar, para perdonar y para vengarse, para hacer bienaventurados y para hacer desgraciados a quienes topan con ellos, para dar limosnas y para extorsionar, para cumplir la ley y para interpretarla según propia conveniencia...

Cuando la Iglesia era políticamente fuerte, regía la doctrina de más palo que zanahoria; el Dios juez  de vivos y muertos que anunciaba el castigo eterno, la Iglesia cristiana lo hacía temporal para aliviar esperas. Y ahora, cuando ya no puede extorsionar ni las conciencias ni los cuerpos, rige el "amaos los unos a los otros" y el "perdonad hasta setenta veces siete. Señal de los tiempos, antes trompeteros ahora zalameros.

O será el signo del miedo: que no reciba lo mucho que ella ha dado, porque dado que la Iglesia es eterna sólo todo en ella es presente, un presente que amalgama pasados hoy menos que nunca queridos. 

En nuestros días y en nuestro entorno el Jesús que se predica es el de la bondad, la paz y el amor. Versión hispana  del otrora zapateril “buenismo”. Jesús perdona a los pecadores y también los pecados, consuela al enfermo y al afligido, ensalza a los pobres y denuesta a los ricos... Al menos esto es lo que enseñan a los niños en las escuelas (católicas) y predican los domingos en las misas familiares. Recordemos a este respecto el texto de Mateo V, 39 que copia luego Lucas en VI, 29:

No te enfrentes al perverso, antes bien, si te abofetea tu mejilla derecha, preséntale también la otra... Amad a vuestros enemigos y rogad por vuestros perseguidores. 

Este texto es tan claro y expeditivo como lo puede ser el V Mandamiento: ¡No matarás! Son de una claridad incontrovertible. No admiten interpretaciones ni componendas de modo que vengan a decir lo contrario.

Con razón lo tuvieron tan fácil los romanos a la hora de crucificarlos o echarlos a los leones. Pero también con razón interpretan los cristianos que, después de ofrecida la segunda mejilla, hay que reaccionar.

Para ello también hay doctrina y textos en que fundar la reacción y modos de hacerlo. Curiosamente tienen más perdón los daños físicos o contra las haciendas que aquellos que van "contra la verdad", ofensas que no se perdonan porque atentan contra el Espíritu Santo.

A la vista de los textos que siguen, uno no sabría a qué carta quedarse. Porque dichos textos también están en el Evangelio y, suponemos, cualquier lector los entiende perfectamente:

  1. Juan, II,15. Y habiendo trenzado con unos cordeles un látigo, los expulsó del templo; asimismo las ovejas y los bueyes; esparció por el suelo el dinero de los cambistas y volcó sus mesas (Tentado estoy por acercarme un día a C/ Bailén, 8, sede del Arzobispado de Madrid, cosa que no haré por el cancerbero vigilante jurado que está a la puerta).
  2. Lucas XI, 42. ¡Ay de vosotros fariseos...! 44. ¡Ay de vosotros que sois como los sepulcros encubiertos...! 46. ¡Ay también de vosotros doctores...! 50. A esta generación le será demandada la sangre de todos los profetas... (o sea, la muerte).
  3. Lucas XII. 10 Al que hable contra el Espíritu Santo no le será perdonado (es el crimen intelectual).
  4. Lucas X. 15 Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso vas a levantarte hasta los cielos? Hasta los infiernos serás precipitada (Justificación de razias sobre poblaciones enteras, incendios y destrucción de ciudades, etc.)
  5. Marcos XIII, 2. ¿Veis estas magníficas construcciones? Pues no quedará piedra sobre piedra. Todo será derruido.
  6. Mateo X, 34. He venido a desunir al hijo de su padre, a la hija de su madre y a la nuera de su suegra. Los enemigos de cada uno serán sus familiares.

Esa 5ª enmienda de Marcos  les sirvió para derruir, demoler y arrasar todos los templos que la religión oficial griega y romana había erigido a los dioses, especialmente si eran diosas. ¿Por qué será que no queda absolutamente nada del templo de Artemisa en Éfeso, una de las siete maravillas del mundo antiguo? ¡Y la historiografía oficial dice que los godos lo saquearon o que se hundió a causa de un terremoto! Sí, el terremoto cristiano.

Después de esto, cristianos, que os compre quien os entienda. Porque, a fin de cuentas, tratáis de justificar conductas que en sí son pura y criminalmente humanas con textos y textos y textos y más textos. Todos muy sagrados, pero todos ¡tan humanos!

Pues viva el humanismo cristiano.

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