Seminario, sacerdocio... ¡todo tan idílico!

El sacerdote. La vocación. La gracia de Dios. Sacerdos in aeternum. Muchos son los llamados y pocos los elegidos. Id y enseñad a todas las gentes. Quien vuelva la vista atrás... Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios... Cibum turbae duodenae…

¡Qué tiempos tan idílicos aquellos! Seminario mayor, Filosofía, Teología, tiempo de espera para acceder al grupo de los electos. Allí sentía cómo la gracia de Dios se esparcía a raudales. Ni una sola nube en el horizonte de la entrega a Cristo y a los demás: …observata lege plene.

Un horizonte donde el mundo será un inmenso sacramento; donde el ungido del Señor será quien distribuya la gracia; quien haga presente el misterio; a través del cual lo invisible será vida en los fieles.

Aportará armonía al mundo desquiciado que nos toca vivir.

Puente –póntifex, el hacedor de puentes—entre Dios y los hombres, intermediario, representante de Cristo en la tierra, el que acercará Dios a los hombres y los hombres a Dios. Gracias a su presencia en la tierra, Dios perdonará a estas Sodoma y Gomorra que se debaten en la infelicidad, en la miseria y en la muerte espiritual.

Símbolo también para cuantos a él fien su espiritualidad. Dador y reparador de la gracia. Él se convertirá en las manos de Dios que abrazan y acarician

Todo para poder decir algún día: --Soy un elegido del Señor, soy un ungido del Señor.

Qué bonito todo, qué gran proyecto personal... ¿Cómo no?

Todo eso era vida vivida y soñada, imagen mental, escenario prefigurado, horizonte de una vida pletórica en esos años maravillosos de formación.


Últimamente me estoy topando con demasiados ungidos del Señor [o del obispo] que, por decirlo suavemente, son un poco raros. La mayor parte de ellos respiran tristeza, antes era preocupación, por los poros de su lánguido mirar.

Veo otros que actúan mirando siempre el propio yo. Cuántos pueblos a atender, prisas para todo, mis propias aficiones que no puedo practicar...

Y aquel otro para quien lo único importante es que estén los paños limpios y las albas ordenadas...

Alguno he visto que barre al estilo Nepote, dado que lo único que les queda en este mundo es la hermana y algún que otro sobrino despistado.

Conocí varios que terminaron en procesión presurosa, por obligación impuesta, al nosocomio. "Chalaos".

Y todos habían sido ungidos con el óleo crismal. Ah, y un obispo que no cree en la presencia real de Cristo en la hostia consagrada. Como dice la jota: "No diré cuál es su nombre - que 'él' lo diga si quiere". 

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