Tertulias de Navidad (1)

Lo cierto es que ya me llaman cansino, porque no hago más que repetirme. Pero... las fechas son las fechas. Por aquello de iniciar una conversación, preguntaba ayer a mis contertulios de sobremesa un tanto inocentemente "qué se celebra en Navidad".

Podríamos añadir aquí qué vivencia social recaba tanta energía y derroche, qué evento colectivo merece tal dispendio, que acontecimiento consigue sacar de quicio a tanta gente, qué efeméride trueca el discurso de los días, qué impulso congrega a niños, abuelos, padres, tíos alrededor de una comida familiar común...

La respuesta etérea como mirando a las nubes y esbozando una sonrisa sería la supuesta, como sería la del primer advenedizo de turno --"yo celebro el nacimiento de Cristo"--. Ya, claro, pero no hay excesiva convicción, porque eso ya no convence a nadie. Lógicamente, tal celebración ha de llevar consigo la explícita asistencia a los oficios de tales días, la iglesia.

Amén de otras consideraciones múltiples y de mayor calado, no se puede hablar tanto de relación, de la que también se puede disentir, cuanto de proporción. La proporción sociológica respecto al total de ciudadanos de “este país”, el tanto por ciento de los que celebran tal festividad de tal guisa, no sé hasta dónde alcanzará, quizá más que otros domingos, pero poco nos equivocaremos si llega al 17%.

Cierto que algunas iglesias están algo así como llenas, pero no hace falta sino mirar la concurrencia a las misas del 25 de diciembre. Y no hablemos de las del 1º de enero, porque la presencia en misa de quienes se dejaron en la cena sus últimas energías si llega al 1% será mucho. Quizá sea por la resaca de la noche anterior.

Porque si el día 25 se celebra algo importante, que tiene hasta sus vísperas solemnes, el primer día del año es un pegote religioso sobre lo que significa “comienzo del año”, que el vulgo presiente como año nuevo mejor que el anterior (y no digamos viendo lo que ha pasado el 2020).

Tampoco hay relación condigna con tal evento por más que el peso y el poso cultural así lo sugieran: todo se adorna porque nace el salvador de todos. Ahí es nada. Creo que, ya,  la sociedad no presiente tal cosa. Digo “pre-siente” porque el adviento únicamente lo viven con profundo “interés” los comercios. Y los munícipes no creo que presten atención alguna a tal hecho, o muy poca, porque la inmensa mayoría ya no comulga ni siquiera por Pascua florida.

Y si las cosas son así, algo tiene que haber que llene de sustancia el cuenco de las luminarias, el trasiego comercial, las llamadas por teléfono, el “encuentro”.

Éste es el momento de aventurar contenidos que, repensados, parecen tener más consistencia que el simple “natalicio del niño Jesús". Contenidos que desearíamos se instalaran en el inconsciente colectivo del pueblo, posterior a una profunda exégesis cultural. ¿Qué se celebra realmente en Navidad, descontado lo que ese primer advenedizo de turno dijo arriba?

Volver arriba