Un artículo y un documental.

Embargado he estado estos días leyendo un “suculento” artículo --por lo insípido, rancio y deleznable--, aparecido en Infocatólica y firmado por el celebérrimo pensador Don José LuisAberasturi, que se auto describe como  sacerdote, filólogo, filósofo y teólogo-moralista –nada menos--. Título de su largo artículo, “Unas pésimas ¿ideas?”.

Menos mal que pude recuperarme del embargo que me había producido su lectura con  un documental ofrecido el martes 24 por TVE2 titulado  “Universe”. Fue un soplo que disipó el nauseabundo discurso ofrecido por D. José Luis.

El artículo, denostando con zafias ironías otro de El Mundo, gira en torno a dos “verdades”: que Dios creó el Universo y que la evolución no pasa de ser una teoría sin consistencia alguna. Lo menos que se puede decir de su argumentación es que este artículo produciría risa, conmiseración o desprecio en cualquier biólogo, astrónomo, físico o científico en general.  Parece una clase de Teodicea dictada en un seminario de los años  50, pretendiendo además hacerse el gracioso. Negar que Dios ha creado el mundo “se sale de la lógica intelectual y moral”, dice.

Ridiculizando lo que el periódico escribe, demuestra que no tiene ni idea de lo que hoy se investiga sobre el Universo; más aún, ni siquiera se para a pensar que lo que hoy se afirma del origen del Universo se concreta sólo en posibles teorías. La teoría de Dios sólo la sustenta Don José Luis y el catecismo. 

Los datos que la observación del Universo aporta, maravillosamente apabullantes, llevan a un conocimiento del mismo que dista mucho de la otra “teoría”, la suya, sin constatación alguna ni experimentos que la confirmen: que el Universo fue creado por Dios. Para quien no se halle cegado por la credulidad, cualquier otra teoría es infinita y  científicamente más consistente que la teoría creacionista.

Insistimos, ninguna teoría ha llegado todavía a la verdad: los datos que proporciona la observación astronómica actual son apabullantes, pero no han llegado todavía a nada definitivo. Y ya es significativo que ningún astrónomo haya considerado como posible lo que el Sr. Aberasturi afirma. Ningún astrónomo se ha parado a estudiar la creación de un Universo por un ser, éste sí, creado e inventado por los hombres “desde antiguo”.

¿Y en qué se funda el docto e ilustrado Sr. Aberasturi para sustentar su afirmación creacionista y su desprecio por la inconsistente evolution theory? Nada menos que en la filosofía griega, Aristóteles sobre todo, y en las cinco vías de Santo Tomás. O sea, la escolástica de los cursos de filosofía en los seminarios de los años 50.

Un buen creyente se sentirá reafirmado en su credo por sermones como  el citado de D. José Luis, pero cualquiera que tenga un poco de cultura filosófica, histórica y científica, en cierto modo imparcial en la búsqueda de la verdad, encontrará más peso en otras averiguaciones, por supuesto alejadas de los griegos o de Santo Tomás.

Por mor de titularse filósofo, el Sr. Aberasturi no desconocerá lo que Hume, Spinoza, Kant…e incluso, en nuestro días,  R. Dawkins  (El espejismo de Dios) han escrito. Fueron ellos los que echaron por tierra los tan apodícticos argumentos de Santo Tomás. Cualquiera que haya estudiado filosofía no-tomista lo sabe.

El argumento medular de todos estos se podría simplificar en uno solo: el deducir realidades de argumentos racionales. Es la distinción kantiana entre fenómeno y nóumenon. Resaltan sus críticas de los argumentos de Tomás de Aquino el reduccionismo que supone partir de una observación sensorial; la invención de postulados simplistas; el negar en la conclusión del silogismo lo que da por indubitable y apodíctico en la primera premisa. Se mueve en la teoría filosófica aristotélica, en el pensamiento,  no en la realidad.

Un ejemplo respecto al principio de causalidad. Dice en la  primera premisa que todo lo que existe debe tener una causa. Y llega a la conclusión de que la primera causa debe ser Dios. Pero si la primera premisa es indubitable: ¿por qué excluye a Dios del principio de causalidad, pues? ¿Cómo fue creado Dios si nadie se puede crear a sí mismo?

Y, en general, ¿se puede deducir de todos esos enunciados tomistas al Dios personal de los cristianos? ¿Y por qué no es el mismo Universo la conclusión deducida por Tomás de aquino? Ese primer motor que origina todos los movimientos no es lícito asimilarlo al Dios de los judíos o de los cristianos, que tiene tantos caracteres míticos y legendarios como los descritos por el Antiguo Testamento.

No vamos a seguir destripando más tonterías, porque ese Dios del Sr. Aberaturi es tan inconsistente y tan falto de coherencia como la ciencia que parece sostener su acervo científico. Por ejemplo, ¿por qué un ser perfecto “necesitó” crear el Universo? ¿Por qué en un momento dado de su eternidad creó algo en el tiempo? Y si nos fijamos en la Tierra y sobre todo en el hombre, ¿cómo es que Dios la creó tan imperfecta? ¿Cómo permitió fenómenos tan contrariaos a la existencia del hombre como terremotos, maremotos, volcanes, enfermedades, muertes de seres inocentes, guerras, etc.?

Y hablar como habla de la evolución, que niega, es el súmmum de la estolidez, algo suficientemente demostrado y admitido por la ciencia.

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Rumiando todas estas consideraciones, me extasío en el documental “Universe”, a pesar de mi exiguo y más que elemental conocimiento de astronomía: las observaciones del telescopio Hubble (campo ultraprofundo o los límites conocidos del Universo) y de la sonda Gaia (observación de nuestra galaxia): la materia oscura; el primitivo gas del universo en el que nacen las estrellas; la expansión del Universo; la determinación del nacimiento y lugar en la galaxia del sol; el nacimiento y final de las estrellas; las galaxias, modelos y fusiones; el hidrógeno como masa que alimenta la estrellas generador del helio; la ley de la gravedad que controla el Universo... Aturden las cifras que se manejan: miles de billones en casi todo lo que del Universo se dice.

Respecto a nuestra Vía Láctea, su agujero negro central, sus brazos, el lugar del sol en ella, la intrusión de galaxias menores como la galaxia Corriente de Sagitario, lo que sucederá cuando la galaxia Andrómeda, mayor, llegue a la Vía Láctea y la absorba, la velocidad de expansión, el número de estrellas que contiene…

Y a pesar de todo lo que se conoce, ninguna teoría ha llegado a demostrar el origen del Universo (el Big-bang una de ellas). Ante el enorme cúmulo de conocimientos que hoy se tienen sobre el Universo, producen cierta conmiseración las banalidades que la credulidad exhibe, comenzando por esa figura paternal y amorosa llamada Dios.

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