Un poco de biblia para caer del guindo.

El creyente da asentimiento a unas verdades bíblicas y dogmáticas que conoce. Son "palabra de Dios". Esas verdades producen en él frutos de consuelo, ánimo, exaltación, seguridad... El asentimiento, que trae como consecuencia el sentimiento, exigiría de cualquier creyente informado o deseoso de conocer más, dar un paso adelante para conocer también las ficciones que encierra cualquier doctrina que le presentan como “la verdad”. Examine las siguientes afirmaciones:

  1. Todos los relatos del Antiguo Testamento son leyendas que tienen su correlato, siempre anterior, en fábulas y mitos egipcios y mesopotámicos.
  2. El Dios que crea del barro, “dios alfarero”, también lo tenemos en el dios egipcio Khnum y en el babilónico Marduk.
  3. El Paraíso es un mito de origen sumerio: “edén” en sumerio significa “morada de los dioses”, Adán, “lodo o barro”; tal Edén estaba situado entre el Tigris y el Éufrates.
  4. El árbol y el fruto prohibidos se encuentran en el poema sumerio Eneba-am. Incluso en tradiciones griegas se habla de las Hespérides donde hay un árbol prohibido con manzanas de oro vigilado por una serpiente.
  5. El hombre como trabajador castigado o como portador del bien y del mal dentro de sí –mito de Caín y Abel--, son ideas mesopotámicas que perduraron luego en religiones paralelas al primitivo cristianismo. Como en tantos casos, los relatos míticos tratan de dar una explicación a los conflictos humanos.
  6. El A.T. gira en torno a una idea medular: un Dios único-- en ámbitos politeístas el monoteísmo era una novedad que tan cara le costó a Amenofis IV o Akhenaton-- hace alianza exclusiva con un pueblo, que será el pueblo elegido con derechos de dominio sobre los demás. En todas las religiones del entorno bíblico hay relatos de pactos entre el "dios" y "los hombres".
  7. Un Dios que revela es creencia común presente en todas las religiones, con la paradójica idea de que estamos ante un Dios contradictorio: suma verdad cuya revelación está llena de errores y deja con más dudas que certezas al hombre.
  8. El relato de la expulsión del Paraíso, no es sino una forma de precaver a los hebreos de los cultos de la fertilidad, el árbol de la ciencia, el “conocer” bíblico, en boga en esa época (s.XII a.n.e.) en Babilonia. Sacar otras conclusiones, hoy día, es caer en interpretaciones simbólicas o alegóricas sin fundamento.
  9. Moisés no escribió nada del A.T. porque éste es un conjunto de relatos de diversos autores o "tradiciones" (Yahvista, Elohista, Deuteronomista, Sacerdotal) cada uno de ellos con intereses militares, sociales y políticos determinados. Con más rigor podríamos entender que fue Esdras quien escribió el A.T.
  10. Los diez mandamientos actuales son una tergiversación interesada del Decálogo del A.T. por parte de la Iglesia. Comparen la cita (Éxodo 20,1 y Deuteronomio 5,1-21) con el Decálogo prescrito por la Iglesia: ¿qué interés movió a la Iglesia a tergiversar el decálogo bíblico?
  11. Las profecías del A.T. se elaboran "al revés" según doble versión: unas veces "anunciando" hechos que ya habían sucedido; otras describiendo hechos no sucedidos que se acomodan a hechos anunciados que, a su vez, se distorsionan en el relato para hacerlos suceder “así”.
  12. Los libros "sapienciales", como Proverbios, son calco de las literaturas sapienciales egipcias o mesopotámicas (La sabiduría de Ptahhotep, de la V Dinastía, que duró del año 2465 al 2323, La sabiduría de Amenenopedel Reino Nuevo)
  13. Dios, Yahveh, establece un pacto en el Antiguo Testamento, una alianza exclusiva y "eterna" con un pueblo, el hebreo, del que se desdice en el Nuevo, lo rompe y lo extiende a todos los hombres. ¿Por qué tal incongruencia en un Dios omnisciente y "previsor"?
  14. Sería lógico suponer que, al menos en un solo libro, la Biblia, Dios fuera el mismo en el A.T. y en el N.T. Sin embargo hay tantas contradicciones entre uno y otro que hay que deducir bien un engaño, bien que no hay tal revelación o bien que la Biblia es, como es, un "amontonamiento" de libros que giran en torno a un mismo pueblo, no en torno a un mismo Dios.

Si se trata de creer lo que sea, no hay nada que objetar. Pero si ese "lo que sea" lo presentan "en sociedad", al mundo ajeno a las religiones o ante ellos mismos como verdad y, de añadido, verdad histórica, una de dos, o el creyente desiste de pensar en lo que cree, o la necesidad de consuelo inunda y desborda hasta lo más recóndito del cerebro. Necesidad de consuelo que pueden confundir con "salvación".

Nuestra inteligencia funciona como funciona y asiente a lo que le resulta más creíble, criterio por el que se suele regir la mente que busca la verdad. Buscar la verdad no es querer confirmar lo que se cree en lecturas o prédicas siempre del mismo cariz. En manos del lector erudito está el comprobarlo en fuentes abundantes y accesibles. Tales verdades, lógicamente, no están en escritos ni veneros cristianos pero sí en literatura aneja. Y hoy al alcance de quien quiera comprobarlo en internet. Jesús Luis Cunchillos fue nuestro guía.

Esto dicho, sólo el que tenga la mente predispuesta a la imparcialidad querrá investigar en los enunciados anteriores. Las conclusiones ya dependen de su propio juicio, pero pueden ser demoledoras para la “palabra de Dios”.

Vuelvo a decir que éstos son ENUNCIADOS ampliables por quienquiera. Enunciados que llevan tras sí una literatura ingente, literatura que en su mayor parte no procede de pensadores "ateos" sino de biblistas y eruditos cristianos. ¿Cambiaría eso la fe de un crédulo? Quizá no, pero se acercaría de un modo más "humano" a la supuesta "revelación".

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