Dos clases de control: conductismo versus confesión.

Uno de los asuntos más tratados y estudiados en Psicología científica es el control de la conducta, especialmente del individuo, de la persona, aunque también del grupo.

Psicólogos como Watson, Pávlov, Thorndike, Skinner, Eysenck, entre otros muchos (tendría que citar a mis profesores Mariano Yela y Vicente Pelechano), han desarrollado teorías científicas originales y parcialmente concluyentes.

Anteriormente a ellos, y todavía en capas muy extendidas de población, se consideraban “causas” de la conducta el influjo de los astros o el signo zodiacal en que se ha nacido; hoy se habla  del clima, de la constitución física, de la herencia genética; también se habla de causas  nerviosas, de causas mentales y psíquicas... Y el camino no va por ahí... solamente.

No es éste el lugar para entrar en disquisiciones científicas ni tampoco para extendernos en “recetas salvadoras”. Aceptamos, sin más, aquello que los psicólogos han deducido siguiendo los patrones de la ciencia y con métodos científicos [1].

Afirmación  reveladora de por dónde camina la ciencia de la conducta:

...el análisis funcional define la conducta como una variable dependiente y propone explicarla en términos de condiciones físicas observables y manejables.

Hipótesis de trabajo que no se puede desechar sin más y que cada vez está demostrándose más verdadera.

Compárese tal aserción con el mundo nebuloso en que se mueve la creencia, en este caso la creencia católica, que relaciona conducta y desarreglos conductuales con presupuestos amorales, pecaminosos, con tentaciones y aspectos similares.

Lógicamente, y como consecuencia terapéutica que cure el mal, es obligado “dar cuenta” al ungido por Dios, al clérigo, al sacerdote,  en secreto, en confesión, de hechos conductuales no acordes con determinados principios teológicos. Más o menos: la conducta desviada es pecado. Por lo tanto…

Apropiación artera de las técnicas del conductismo y del psicoanálisis “avant la lettre”. El choque con la Psicología científica es frontal.

Anima saber que en tal choque quien ha salido y sale descalabrada es, y lo será cada vez más, la creencia. De hecho ya se está viendo con qué frecuencia se acude al sacramento del perdón, de la penitencia o, como antes se decía, de la confesión. Y eso que la confesión reproduce sacramentalmente la pasión de N.S. Jesucristo. Dicen.

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[1] Para ello la ciencia de la conducta se sirve de la observación,  casual o controlada; también de la observación clínica --entrevistas, tests--; utiliza asimismo medios experimentales provocando determinadas conducta ante estímulos prefijados; realiza estudios de laboratorio; se sirve de la correlación con la conducta observada en animales, conducta muchas veces similar a la de los hombres, aunque mucho más simple y por lo tanto más fácilmente manipulable...

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