Los elegidos de Dios.

Reflexión, sólo reflexión, que no acusación ni, menos, exclusión o destrucción. Lo que hace el hombre siempre tiene sentido, aunque quizá quienes piensan de otra manera no sepamos encontrarlo. Sucede que la reflexión se suele escapar por donde le peta. 

No va de ironía ni de sarcasmo ni menos de bufa lo que a continuación traslado, referido al status de los consagrados a Dios en una Orden o Congregación dedicada a la glorificación de Dios. Excluyo a priori, que no a posteriori, algunas de estas sociedades, porque nacieron más para para ayudar al prójimo que para gloria y alabanza de Dios. En cierto modo, a ellas se las puede excluir, al menos en parte, de las invectivas que siguen.

Concreto: he dicho a posteriori y exclusión en parte... Si en un principio nacieron para dar instrucción al pueblo que no podía pagarla; si erigieron hospitales donde asistir a quienes no tenían para reparar su salud; si rescataban cautivos; si daban de comer con sus instituciones benéficas a tanto hambriento; si acogían a los ancianos desamparados... pasada la primera generación, o en nuestro tiempo, las cosas cambiaron. Ya sabemos cómo funcionan hoy día los centros concertados; ya conocemos los hospitales regidos por religiosos; ya sabemos de qué banco de alimentos se nutren los comedores sociales... Pero, bueno, estos institutos tienen un pase que en cierto modo les redime.  

Pero hay otras instituciones religiosas, que... ¡mamma mía! Por ejemplo, franciscanos: nacieron como contrapeso al enorme poder económico que iba acaparando la Iglesia. Ellos decían que se podía servir a Dios viviendo con menos o en pobreza. ¿Y luego? Pues vean los esqueletos de aquellos soberbios conventos muertos tras la desamortización. O los que quedan América. Pero ¿y los Dominicos? Nacieron para contender contra los que entendían los preceptos de Dios de otra manera. Sólo tienen que mirar imágenes bajo el título o entrada “monasterios dominicos” desde Salamanca a Cuzco pasando por Croacia. ¿Y las Ordenes y Congregaciones de clausura? ¿Los cartujos, por ejemplo?

Pero la cosa tampoco va por edificios o palacios. Es algo más de fondo. Produce hasta risa que se auto asignen a sí mismos este excelso título: “Los elegidos de Dios”. Veamos las cosas desde la perspectiva del villorrio del que se alejaron.

PRIMERO. Son, dicen, elegidos de Dios y sólo y en realidad lo son por ser raros, excéntricos y anormales; o sea, porque han dimitido de ser personas normales como aquellas que crecen en una comunidad, se emparejan, tienen hijos y trabajan en la rama de la productividad que hace crecer la sociedad. Contradicen a la Naturaleza

SEGUNDO. ¿Cómo pueden creer siquiera que son los elegidos de Dios por contrariar la propia creación, si dicen que Dios creó al hombre? Al hombre lo creó Dios con ojos, boca, cerebro, estómago y órganos sexuales. ¿Y son elegidos por cercenar una parte física de lo que es propio de los hombres? Contradicen al Creador.

TERCERO. Más todavía, ¿creen que son elegidos de Dios por estar todo el día diciéndole lo bueno que es Él y por acosarle con peticiones y más peticiones? ¿Es que le suponen a Dios tonto? ¿Es que Dios necesita que lo alaben teniendo serafines, querubines y tronos que lo hacen por toda la eternidad? ¿Es que pretenden tener a Dios sujeto de su chantaje? Contradicen al mismo Dios y a la Lógica de los hombres.

CUARTO. Y suponiendo que también haya creyentes que aman a Dios, que parece que los hay, ¿realmente creen los tales auto elegidos que ellos aman más a Dios que los demás? No, no se puede sostener que se crean por encima del resto de los mortales, sobre todo de aquellos que siguen creyendo en Dios y “amándole”.  Y dicen que se retiran del mundo precisamente por esta razón, la de amar a Dios. Su misma vida, la suya, la que llevan o arrastran les contradice a ellos mismos.

Que viven separados de los hombres, a la vista está; que sean los selectos, los escogidos, sólo ellos lo dicen. Y como es así, se cierra el círculo vicioso sobre ellos: soy el elegido de Dios, por lo tanto, Dios me ha elegido.  ¿Por qué? Porque yo sólo amo a Dios y por lo tanto sé que Dios me ama a mí por encima de los demás hombres. O algo por el estilo.

Léon Bloy (1842-1917) fue un escritor francés contemporáneo de Zola, Maupassant, Renan, Daudet y Anatole France, con quien vivió enemistado. Tenía mala baba. De ser ateo por estirpe paterna pasó a ser fervoroso creyente, cosa que pueden esgrimir contra mí algunos de este redil lector. termino con una frase suya referida a esos auto proclamados “elegidos” que pone la guinda sobre el pastel y desmorona esos cimientos de arena en que se fundan su pensamiento exclusivo.

Porque no aman a nadie, creen que aman a Dios.

Ah, se me olvidaba: no soy mata-frailes. En la Guerra Civil yo hubiera gritado a aquellos energúmenos descerebrados que no se puede asesinar a una persona por sus convicciones. Quizá exagere, pero les defendería con uñas y dientes... porque la inmensa mayoría son "buenas personas", egregios intelectuales, honrados y que buscan el bien de la gente. Y esto sí que es ¡humano!

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