De fondo: no se puede presuponer y luego no poder demostrar.

Esa es la esencia de la fe, suponer previa y directamente algo que hay que demostrar pero que es indemostrable.

Afirman. Luego se dedican por siglos a deducir. Afirman y añaden todos los “por lo tanto” que se les ocurre. Y toda esa retahíla de deducciones sirven luego para dar por sentado lo no demostrado: “Si existe esta soberbia catedral, tiene que existir Dios”. Por ejemplo.

O quizá este otro ejemplo que leo al dorso de una estampita, con la Virgen de la Merced sacando “ánimas” empalagosas del Purgatorio:

Desgraciadamente cuando alguien muere, sus familiares creen que ya con la misa de funeral tiene bastante... ¡Qué poco saben de la otra vida! Si en vez de tantas lágrimas, coronas, flores y mausoleos caros se acordaran de rezar por ellos, de dar limosnas en su nombre, de decirles misas, las Misas Gregorianas serían las ideales pues tras 30 misas seguidas, según privilegio en la Iglesia, el alma del Purgatorio sube al cielo, así acertarían.


¿Cómo saben que eso es verdad? ¿En qué se basan para afirmar esa caterva de imbecilidades? Ya la ciencia procura desligarse de toda esa morralla de hipótesis que no llegan ni a teorías, hipótesis incluso inútiles para aprender del error. Son, como dice la lógica, “hipótesis ni siquiera falsas”. Así son la mayor parte de los “discursos espirituales”.

Para los que buscan refugio en religiones pretendidamente “más espirituales”, las orientales. Citemos un caso similar al de las afirmaciones católicas pero de otros pagos lejanos, el del Buda Shakyamuni, denostado por el budismo japonés. Lo anatematizan sin fundamento, pero a su vez éste, con iguales fundamentos, puede anatematizar la “infinita verdad del Sutra del Loto”.

Con similar fundamento ¿qué razones extrínsecas de peso puede esgrimir el catolicismo para decir que el Islam está en el error? (No lo dirán abiertamente, pero desde el momento que dicen que la única religión verdadera es el cristianismo...).

Lo tremendo de este asunto es que la gente normal, la gente que piensa por su cuenta, la gente que se guía por sus ideas y que tiene como norte seguir su sentido común, no le importa lo que piense tal o cual budista perdido o tal o cual monja enclaustrada... Sin embargo, ellos rezan todos los días por este mundo perverso; ellos buscan cambiarlo; ellos lanzan denuestos contra esta sociedad corrupta.

La fe nunca está segura de sí misma, y por lo tanto es realmente UNA AMENAZA. Quienes desdeñan el intelecto nunca son pasivos. Por una parte, van a la caza y captura de aquellos que son ingenua o pasivamente crédulos: a esos los guían por el buen camino, encauzan su vida, les liberan de las garras del mundo. Por otra, cuando son ellos los que han provocado el caos económico, político y social culpan a los demás de que la sociedad esté estancada, nunca hacen examen de conciencia.

Ni más ni menos que lo que sucedió con el budismo japonés o lo que está sucediendo en casi todos los países de férula islámica.

Lo mejor que pueden hacer es dejar que la gente normal siga su camino y católicos, musulmanes, budistas... se encierren en sus tugurios y los unos con su rosario, los otros con su rueca, desgranen plegarias al Todopoderoso. ¿No confían en él? ¡Pues ya él obrará por los suyos!

Una religión que desprecia la mente, que denigra la libertad individual y la libre decisión, que predica la sumisión, que incita siempre a la resignación, que considera la vida como algo pasajero, que hace ver la estancia en la tierra como una desgracia... jamás hará una autocrícia poniendo en tela de juicio sus principios. Pero las personas que ellos califican de “vulgares” sí lo hacen y se dan cuenta de sus errores y aprenden y empiezan a desconfiar de quienes nunca desconfían.

¿Por qué están tan seguros de sí mismos? Porque los principios de los que creen y los principios creídos ni siquiera se consideran ni se ponen en tela de juicio. Están ahí. Son inamovibles. Son eternos porque la sociedad “per se” la creen eterna. Otra hipótesis ni siquiera falsa. Y ése es uno de sus errores de base.

Hay quienes se aburrieron de las religiones “bíblicas”, para ellos meramente convencionales, y buscaron alivio espiritual en el nirvana de las orientales. Pues ni las unas ni las otras. De las primeras ya sacudieron el polvo de sus sandalias; de las segundas todavía no han visto –ya lo verán— cómo han de despojarse no sólo de sus sandalias sino también de su mente.

26 octubre 2008 – 28 julio 2020.

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