Mi interés por Jesús.

A mí mismo me resulta paradójico que me siga interesando después de haber pasado un tercio de mi vida empapándome de Jesús, otro tercio despreocupándome de él y de sus servidores y, de un tiempo a esta parte, abordado el último tercio, des-empapándome del tal Jesús, porque después de rascar un poco en la cáscara que envuelve todo el tinglado de la credulidad, ahí dentro no hay nada.

Perdón, sí hay algo, una invención en un primer momento fruto de visiones (Pablo de Tarso) y en otro momento una inmensa construcción interesada de un reino que sólo existe en la imaginación de muchos (Iglesia), hoy muchísimos, la décima parte de la sociedad humana.

Y siguiendo a mi sosias Pablo de Tarso, teniendo el convencimiento de que estoy en la verdad, me dedico a la noble tarea de la predicación, siempre Jesús-Cristo como centro de mi pastoral filantrópica. Cierto que mi auditorio está escondido y puede que sea exiguo, pero no importa, la semilla se siembra para que dé fruto donde y cuando sea.

Mi predicación trata de convencer a quien se me acerque de que el tal Jesús-Cristo es una entelequia, un ser construido para que los unos puedan embobar a la gente y consolarla con promesas hueras, mientras los otros se dejan querer, o sea engañar, porque “en algo hay que creer” como oigo con frecuencia.

Así, cada vez tengo más interés por todo lo que ha generado el señor Jesús-Cristo y su más locuaz servidor, Pablo de Tarso. Interés por lo que se escribe de él, por lo que ha generado, por el arte religioso, por la maravillosa literatura que ha propiciado o, dada mi profesión, por el imponente legado musical alumbrado gracias a lo que Jesús inspira. Habría que ser un mastuerzo mental, un apático de sentimientos o un rústico patán respecto a todo lo que suene a cultura religiosa, para no tenerlo en cuenta y, sobre todo, para fruirlo, que quiere decir, gozarlo.

Me impresiona el enorme número de personas ilustradas que han ocupado su tiempo en el pasado y en el presente en elucubrar y escribir sobre Jesús. Y la multitud que, hoy día, pasan su vida leyendo, estudiando, analizando, meditando, conferenciando, descifrando e incluso adivinando aspectos siempre novedosos del personaje Jesús, de tal guisa que jamás nadie llegará a abarcar la verborrea que se ha amontonado sobre él. Siempre habrá algo que suene a novedoso para ellos.

Y tanto. Como que la imaginación siempre es inagotable. La invención es universal. Sobre Jesús, todo es inventado pero no todo está inventado.

Sé que lo han hecho. Extraigo de la estantería uno de los tres tomos: “Cristo y las religiones de la tierra”. 1968. Ed B.A.C. Nos 200, 203 y 208, obra colectiva escrita por 24 especialistas y dirigida por el cardenal de Viena Franz König. Un análisis de las religiones de la tierra y finalmente del cristianismo.

No así la inmensa mayoría de los fieles, incluso creyentes ilustrados, que no han ojeado el más mínimo opúsculo donde a Jesús se le relacione con otros dioses “de su tiempo”. ¿Han escarbado en las insuperables dudas que plantea la divinización de un pretendido hombre, que dicen histórico? ¿Han comparado sin anteojeras los argumentos a favor y en contra de su existencia histórica?

No. No les interesa. Es más, los gerifaltes de la fe han instituido que leer libros contra la Iglesia, sus servidores o sobre la fe es pecaminoso. Ya es retorcimiento el que durante siglos la Iglesia prohibiera bajo pena de pecado mortal --condenación eterna-- querer saber más sobre Jesús o discutir aquello que el mismo sentido común ponía en entredicho.  Hasta hace bien poco era pecado incluso haber siquiera ojeado algún libro de éstos: de ello tenían que confesarse por haber puesto en peligro su fe. Tal atrevimiento había que confesarlo y pagarlo (“De penitencia rece cinco avemarías”, no más, no vaya a ser que se canse).

Ponerles delante la cantidad –y calidad-- de las investigaciones sobre el posible personaje histórico que fue Jesús, parece que les ofende. Y se les ve esgrimiendo estudios "históricos" sobre Jesús (sólo los llevados a cabo por investigadores creyentes, que parten siempre del postulado y la presunción de que Jesús fue lo que hoy es). No paran mientes en que son estudios que parten de prejuicios: no es que propongan una hipótesis válida –realidad histórica de Jesús-- es que ya dan por confirmada dicha hipótesis y lo que hacen es amontonar “evidencias” que avalen dicha hipótesis.

Por si a alguien le interesan otros títulos con que “afirmar” su fe, por la vía de negar la negación, sugiero algunos libros, que a mí me han servido para ir nutriendo mi convicción y también páginas de este blog.

Álvaro BORGHINI. Jesús de Nazaret: el hombre hecho Dios.

Arthur DREWS. El mito de Jesús (accesible en Internet)

Fernando KLEIN. 101 preguntas sobre el cristianismo.

Gonzalo PUENTE OJEA. La existencia histórica de Jesús.

Fernando BERMEJO Historiografía, exégesis e ideología (PDF Internet)

Luigi CASCIOLI La favola di Cristo (en italiano, disponible en Internet)

Alfred LOISY Mitra y el misterio cristiano (Internet)

Gonzalo PUENTE OJEA El mito de Cristo (terminología un tanto abstrusa)

Antonio PIÑERO. Blog donde sumergirse.  

Juan ESLAVA GALÁN. El Catolicismo explicado a las ovejas (cosas raras de la IC).

Pepe RODRÍGUEZ. Mentiras fundamentales de la Iglesia Católica.

Fernando de ORBANEJA Lo que oculta la Iglesia (sencillo pero claro)

Richard DAWKINS El espejismo de Dios (un rollo)

Shafique KESHAVJEE El Rey, el Sabio y el Bufón (¡todo es relativo!)

Leszed KOLAKOWSKI, Si Dios no existe... (muy filosófico)

Fernando MONTAÑA LAGOS Adiós a Dios. Manual para pensar en libertad (provocador)

José Manuel BARREDA, "Apuntes sobre Jesús y el Cristianismo" (colaborador un tiempo en este blog)

Volver arriba