Entre aquellas y las nuevas herejías.

Herejía: palabra griega (hairesis) para referirse a una doctrina o  movimiento religioso que la Iglesia considera contrarios a la fe católica. El Diccionario de Teología dice: “doctrina que se opone directamente a la verdad revelada por Dios y propuesta como tal por la Iglesia”. Contra los herejes la Iglesia dictamina su excomunión, su no pertenencia a la Iglesia. En otros tiempos el hereje terminaba en la cárcel o en la hoguera, dependiendo de la gravedad y extensión de su infección.

No hay color, es cierto, cuando comparamos presente con pasado en el apartado cultural de las herejías. Recordemos algunas de ellas, sólo las más “preclaras” y de significación mayor: referidas a la naturaleza de Jesucristo, gnosticismo, montanismo, arrianismo, nestorianismo y monofisismo; en el siglo V el pelagianismo suscitó el problema de la libertad del hombre frente a Dios; con relación al mal en el mundo aparecieron los maniqueos, los cátaros y los albigenses; los valdenses se alzaron contra la vida y constitución de la Iglesia.

Hubo un momento en que las herejías con más saña perseguidas fueron las que ponían en solfa y atentaban contra el poder temporal de la Iglesia y contra el modus vivendi de la alta jerarquía. Nombres preclaros de una época de la Iglesia de gran efervescencia y quiebra fueron Wyclif, Jan Hus y Jerónimo de Praga, precursores de Lutero, Calvino y Zwinglio.

¿Se dan hoy herejías a la altura de las del pasado? No lo parece, quizá porque el dogma ha quedado ya bien asentado, porque la burocracia de la Iglesia vive apartada de cualquier movimiento secesionista y porque, en general, la vida de la mayoría de los miembros de la Iglesia es ejemplar.

No es labor nuestra ni tenemos suficiente bagaje teológico para diseccionar y definir datos y situaciones que hoy “afloran por ahí” y que a los ojos de muchos fieles aparecen como desviaciones cuasi teológicas. Nos atrevemos a enumerar algunas “situaciones” que surgen de vez en cuando en blogs o escritos relacionados con la Iglesia Católica. ¿Son herejías?

  • la primera herejía, la existencia del Vaticano, un estado surgido tras la unificación de Italia, erigido como concesión del nuevo orden italiano y reconocido entre los estados actuales como uno más. No podemos hacer otra cosa que volver al tópico de “mi reino no es de este mundo”.
  • El cristocentrismo sensiblero de las masas en sus múltiples variedades, con la desaparición efectiva de la Trinidad, sobre todo del Padre. Todo lo que rodea la infancia y sobre todo el crucificado es un despropósito: besos a mantos o pies descalzos, cánticos inmisericordes y tiernos, expresiones salidas de tono...
  • La situación en que, en la piedad de los fieles, ha quedado Cristo no como igual al Padre sino únicamente como puente, pontífice, medio, mediador, y no como “Dios de Dios, Dios verdadero de Dios verdadero”.
  • La práctica piadosa sensiblera y pietista hacia los múltiples iconos que presiden la piedad visual de los fieles, sea el “Jesús mío”, “sagrado corazón de Jesús en vos confío”, “Virgen María madre mía”, expresiones lacrimógenas hacia María, veneración mágica hacia santos protectores.
  • La búsqueda de un Dios como Trascendente, Englobante, Envolvente, como “impulso creador” que late en el fondo de todas las cosas y todos los seres… no deja de ser otra cosa que un panteísmo redivivo.
  • La caterva de santos mediadores y, sobre todo, milagreros , no es que sea una herejía en sí, pero no deja de ser una astracanada dentro del complejo doctrinal eclesial.
  • Y nada digamos de la mariolatría, remedo de invocaciones paganas hacia diosas generatrices, que hace ascender a María, con hechos y denominaciones de lo más variopinto, al trono de la divinidad... o más bien constituyéndola como una diosa más.
Volver arriba