La "taqqiya" islámica aplicada a los católicos.


Desafectos de la fe por "enfermedad profesional": necesitan mantener el puesto de trabajo porque no sirven para ir a cavar a la viña; colocados allí por circustancias de no libre elección; en un principio ilusionados con ese famoso "porvenir de una ilusión"...

A la postre, los demás ignorarán su pensamiento íntimo. Ellos en su fuero interno terminan convencidos del cuento de las creencias, braman contra sus fingidos pastores, miran con ojos aviesos a determinados feligreses, se deshacen en invectivas contra tanto piadoso cavernario... Y seguirán apareciendo ante sus cofeligreses, copastores o mandamases como cumplidores, creyentes, panegiristas de su fe, defensores del purismo dogmático.

¿Por qué? Simplificaríamos mucho si dejéramos que por miedo, por necesidad y por interés. Pero así parece ser. "Si alguien se enterara de lo que pienso...", "si ellos supieran..." Es la eterna cantilena de quienes laboran con el rezo y luego sacan a pastar sus ocios por foros no proclives al mismo y se explayan con la sinceridad del desahogo.

En las altas y en las bajas esferas, entre intelectuales y entre supuestamente paletos, entre diletantes y entre pseudoteólogos: siempre la misma cantilena. Si me afecta, el disimulo (entre los musulmanes ya está institucionalizada la actitud vital del creyente que ha de esconder su credo: la "taqiyya"). Disimulo si no algo más, como la indiferencia, el pasotismo y la preterición más absoluta.

Tengo delante de mí un libro, uno de cuyos párrafos me ha dado pie a este comentario. Manifiesta el autor con claridad meridiana sus pensamientos respecto a actitudes creyentes pero no los agradecimientos a quienes han engordado su estudio con sus aportaciones pesonales. Textualmente: "Algunos de ellos todavía correrían peligro si los nombrara..." Peligro vital. El Islam es mucho Islam. Y nos recuerda el caso de Salman Rushdie o de los pensadores Ibn Warrq e Irfan Khawaja. Todos pagando un precio muy alto por decir abiertamente lo que pensaban.

No picaremos ni tan alto ni tan vasto en nuestras consideraciones. Me estoy acordando del sacristán de la Iglesia...[poner aquí el nombre].
"No los aguanto", "me resultan insoportables", "viven mejor que Dios y hacen lo que les da la gana", "quieren meterse en la vida de tó Cristo pero que a ellos no les toquen ni un pelo", "ése... ése... es el peor de todos y no hay quien lo soporte", "¡Si es que le quitan a uno la poca fe que tenía!"...


Y es bien cierto que cuando emocionalmente se rechaza un determinado "modus vivendi et operandi" que no cuadra con lo humano es cuando surgen chispazos de pensamiento crítico que rozan el dogma:
"Me parece a mí que tanto sermón es un camelo", "Es que se nota que mienten", "¿Y la cantidad de milagritos que le endilgan a este santo?", "Yo creo que este tío ni se cree lo que dice", y cosas por el estilo.


¿Hablaba de quitarle la poca fe...? La fe o se tiene y admite todo, o se da de lado. Y cuando no se tiene es precisamente cuando aflora el caudal racional que cuestiona y echa por tierra todos los fundamentos.

Del desagrado hacia actitudes humanas que rechinan y chocan contra el buen hacer de lo humano, mana necesariamente el pensamiento que desmonta tales sustentos. Cuando tal sucede, comienza a funcionar la razón.

Si el que dice confiar en Dios Padre trata a degüello a sus hijos doctrinales, provoca un rechazo emocional en los mismos y tal rechazo viene a derivar, como estímulo necesario, en deducciones: "¿Y éste se titula a sí mismo 'hijo de Dios'"?

Lo quieran o no los doctrinarios, los vivenciales, los carismáticos, los pletóricos... la fe también es una profesión. Además de ser también un sambenito. Y también un semáforo al que necesariamente miran los que "se conducen".

Si de la profesión se vive, la escala de valores donde entra en juego la conservación del puesto de trabajo que supone el sustento de la familia y el bienestar del susodicho, se divierte, actúa, zarandea y quiebra al individuo que la soporta. Y más si se es bedel en algún ministerio concreto del Reino de los Cielos. Reino convertido en "taifa" aquí en la tierra.
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