Los tópicos sobre el Jesús en las traducciones novedosas.

Nuestro “cómplice” y amigo Juan Currais nos ofreció en días pasados cuatro suculentos artículos sobre la versión nueva de los Libros del Nuevo Testamento realizada por A. Piñero y colaboradores. La fidelidad a unos textos, necesariamente deja en el aire, quiero decir, no afecta al personaje central que se describe, comenta, se ensalza y se difunde en tales textos, Jesús, Jesús de Nazaret, Jesucristo, etc.

Ahí están los textos traducidos según una versión lo más ajustada posible a lo que por escrito queda del personaje y del mensaje. Pero aquellos que únicamente nos acercamos al mismo sólo con el ánimo de sacar algo en limpio de lo que ahí se dice, deducimos “cosas” sobre el personaje Jesús. Y comparamos. Y llegamos a formarnos “opinión” sin que ello quiera decir que hemos llegado a la “verdad”. No, no estamos en la verdad, pero la “opinión” nos sirve para navegar por esa laguna que se llama “credulidad”… o buscar puerto seguro.

¿Y qué vemos y deducimos? Ni más ni menos que Jesús es un conglomerado de tópicos. Son los tópicos aplicables a cualquier personaje que ha trascendido la pura humanidad y se ha convertido en alguien extraordinario, sobrehumano, fabuloso y hasta quimérico por sobrenatural. Por supuesto que este proceso sólo lo pueden hacer los prosélitos tras la muerte del mesías, proceso que va acumulando maravillas al sujeto como si de capas envolventes se tratara, de tal modo que el personaje real desaparece de la visión histórica. Es el símil de la cebolla: se van quitando capas y capas hasta comprobar que al final, en el interior, no hay nada.

Algo de eso sucede con los escritos de Pablo de Tarso. No le interesan los datos biográficos, prescinde de ellos, porque su personaje es otro. Del real sólo queda la cáscara, la efigie, a la que se “encarna” con una le pátina de historicidad pero encubierta por capas y capas de misterio.

Los tópicos de Jesús son los de cualquiera que se pretenda hacer pasar por lo que sea: nacer de modo no humano, realizar hechos portentosos, contar con un carisma especial que atrae a las gentes, sufrir y morir pero volver a la vida. Ahí están todos los dioses y héroes que en el mundo han sido.

Pero es que esos textos científicamente estudiados y traducidos que tales excentricidades narran también son reflejo de lo tópico. Son sagrados, sí, pero como los demás que se conservan, inspirados por Dios porque lo dicen, alejados de cualquier consideración historicista por precaución: los textos sí, son “algo que está ahí”, históricos por lo tanto, como históricos son los pilones de Tebas o los sillares del acueducto de Segovia.

Y como el personaje no lo es, tampoco los textos, por deducción, pueden ser sometidos a análisis léxico, comparativo o de cualquier otro tipo. Vaya “encarnación” más curiosa y burda. ¡Cuánto tiempo se hurtó la lectura de la Biblia al pueblo (que supiera leer) y cuántos siglos se tardó en emprender estudios rigurosos sobre el texto “sagrado”!

En el sentido de enaltecer al personaje, Jesús es un ser relativo, es decir, sus características se han de considerar en relación a las características de otros precedentes o a las inventadas.  

El género “Jesús” obedece a las mismas leyes constructivistas que se dan con relación a personajes fabulosos por fabulados. Homero creó a Ulises bajo los mismos parámetros que Pablo creó a Jesús, y muchos creen que Ulises fue un personaje real. Apolonio de Tiana fue un personaje real, pero su figura fue una creación de Filostrato. Petronio creó un personaje de película. el impotente Encolpio. Y así tantos y tantos.

¿Quién inventó a Jesús? La respuesta no puede ser unívoca, porque en su configuración intervinieron muchas manos, no sólo el traído y llevado Pablo de Tarso. Si de Evangelios se trata, diríamos que el autor de la novela “Jesús” fue Marcos, texto superviviente entre miles de ellos difuntos, lleno de aventuras maravillosas, relatos miríficos y sesudas advertencias moralizantes.

Pero según parece Marcos escribió con el precedente –¿influencia?-- de Pablo de Tarso; no olvidemos que su relato es posterior a las Cartas de Pablo; asimismo, dado que habla de la destrucción del Templo de Jerusalén como preludio del fin de los tiempos, su Evangelio no puede ser anterior al año 70.

Por supuesto que no conoció a Jesús, si no, no escribiría de un modo tan alejado de una persona real. Y por supuesto que tuvo que tener “fuentes”, pero seguro que él añadió muchas cosas salidas de su facundia.  ¡Y alguna Biblia dice que Marcos fue precisamente aquel misterioso individuo que huyó desnudo cuando le arrebataron la sábana tras el prendimiento de Jesús! La verdad sobre el personaje que describe es la misma que la de un espejismo. Y cree en esa realidad virtual y la describe con admiración y realismo, aportando tiempos y lugares para cubrir de carne al personaje.

¿Y por qué escribe lo que escribe sobre Jesús? Por una única razón: la de convertir glorificando. Tiene que convencer a personas que o bien no conocían al fabuloso Jesús o bien se mostraban reacias a admitirlo en su panoplia crédula. El texto es un ejemplo de propaganda sobre un ser novelado al que se quiere engrandecer. Un personaje que cautive y seduzca a los ávidos de mensajes salvadores.

La manera que emplea para ello es la profusión de hechos maravillosos que comienzan en la edad adulta de Jesús. Milagros y más milagros; ayunos imposibles; tentaciones del maligno; mensajes de penitencia y amor; enfrentamiento a los poderes religiosos constituidos, para tener más cerca de sí al pueblo que le escucha; signos de su divinidad, como la transfiguración; profecías apocalípticas que dan a conocer el terrible futuro que nos espera (cuando tal futuro ya ha pasado) y finalmente su pasión gloriosa.

 Hacer que los posibles oyentes se convirtieran en creyentes presentando un predicador más, bien que de vida y costumbres ascéticas, con mensajes de liberación una y otra vez oídos… no conduciría a nada, al desprecio del mismo. De ahí la divinización de Jesús: tenía que ser el dios que se pasea por la tierra. Y ésa es la novela de Marcos.

27  marzo de 2022

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