Hay vida más allá de la religión (4) Cómo afianzar la personalidad.

La madurez de la persona la genera el pensamiento aunque sea un compendio armonioso de funciones. Quien rige la vida es la razón, muchas veces obnubilada por la quiebra de la personalidad, por los ataques de la animalidad o por el desistimiento. También la razón puede ser guía en la tempestad si le concedemos un reposo.

Ese reposo no es otro que la actitud de recogimiento, meditación y actitud previsora. Siempre se ha dicho que en la tormenta sólo procede actuar, que no hay tiempo para la reflexión. Pero el pensamiento tiene que haber previsto qué hacer en la tormenta. Son preguntas que parecen tontas en el momento, pero sirven para estar precavido. Es el ¿qué pasaría si...? Por ejemplo, cuando conducimos: ¿qué haría yo si de repente...?

De personas inteligentes es propio el “saber relativizar”. Todo parece muy grande cuando sucede. Antes no lo era y después no lo será. Es preciso salirse del momento presente y situarse en el “después”. El tiempo no cura nada, pero todo se cura con el tiempo.  La cuestión es saber cómo llenar ese tiempo.

La inseguridad nos hace caminar como por arena o fango, pero también es fuente de sabiduría y hay que saber aprender e ella: reconocimiento de que hay “lagunas” dentro de nosotros mismos; necesidad de atender a quiebras de la psique que pueden dar al traste con proyectos personales; la inseguridad como defensa; la inseguridad como aguijón; la inseguridad o duda como fuente de búsqueda de alternativas; la inseguridad, por qué no, como fuente de humildad y cercanía a los otros.

La felicidad se concreta en elsentimiento de satisfacción. El hombre “como tarea” encuentra su plenitud en el trabajo bien hecho. De todas formas, aunque éste no colme aspiraciones, siempre hay motivos, siempre, de satisfacción: cuesta poco buscarlos. Puede ser la familia; o el pequeño esfuerzo por estar a buenas con todos; o la buena preparación para cualquier cosa; o desarrollar aficiones; o ampliar el círculo de amistades...

La sensibilidades una cualidad que se adquiere y se incrementa. El cultivo de las artes –en especial la literatura, activa o pasiva, la adquisición de sentido crítico, la audición musical, la asistencia a exposiciones, la contemplación de la naturaleza, la observación – es la fuente más importante para adquirirla.

Pero no se olvide que también exige una permanente lucha contra la chabacanería, contra la tosquedad en las formas, contra la vulgaridad de lo que se ve y se oye, contra la ordinariez de los comportamientos, contra la ramplonería intelectual y también contra esa forma de comunicación que recurre permanentemente a tópicos.

Vivencia del propio cuerpo. Para la religión toda sensualidad es “viciosa”, emparentada con el pecado y no debe ser así. Dar satisfacción a lo que el cuerpo demanda es sensualidad que, aunque ha de tener el suficiente equilibrio para que no derive en tiranía, es otro de los caminos de la felicidad, porque procura goce al cuerpo. Toda la literatura del “sacrificio”, de la “negación de sí mismo”, de hacer de la vida una cruz, no tiene más sentido que la consecución del equilibrio, algo que ninguno de los ascetas del pasado consiguió. Con seguridad.

Saber retirarse de tanto ruido, tantas imágenes, del exceso de televisión, de lo que en general perturba e impide introducirse en uno mismo. Más como actitud “hacia dentro” que como hecho físico. El retiro porque sí es pura misantropía, las más de las veces causa de depresión. El retiro del que piensa en las cosas es creativo. La soledad con uno mismo con la intención de buscar y desarrollar proyectos.

Siempre se ha dicho que hay que pensar las cosas dos, diez veces antes de hablar, decidir o actuar. El sosiego,el ocio, el descanso, el dar de lado a lo que absorbe. El sosiego es también fruto de la previsión y de la aceptación de lo que se hace. Piénsese en conceptos similares: quietud, placidez, reposo, calma, paz, orden, tranquilidad.

Otra actitud, causa y fruto a la vez de la satisfacción, es la templanza. Una persona satisfecha de sí misma, por pensar, obrar y hacer lo que su razón le aconseja, no busca satisfacer continuamente necesidades las más de las veces inexistentes o creadas: aunque luche por alcanzar las metas propuestas, siempre se contenta con lo que hay y con lo que tiene, gozando de ello.

La inseguridad del adolescente proviene de que no se conoce ni le da tiempo a asimilar los cambios que en él se producen. Conocerse es saber "con qué se cuenta" para llevar a término un proyecto. Sólo la persona madura es capaz de conocerse.

Hechos, acciones e ideas pueden chocar de manera brusca con lo que pensamos, con lo vemos e incluso podemos todo eso. La firmeza no está reñida con la comprensión e incluso la indulgencia. Estar preparado para ello también produce ese efecto benefactor: el de la “tolerancia”. Tolerancia manifestada y tolerancia preparada. Es el ánimo del que se prepara para justificar. Más todavía si no se percibe intención dolosa en la acción.

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