Hay vida más allá de la religión (5) Es cuestión de actitudes.

Doy fin a esta serie de artículos "humanistas". Lo he hecho, entre otras cosas, para desmentir a aquellos que ven en este blog un ataque sistemático a las creencias religiosas: cinco artículos que compendian lo que yo pienso respecto a la "creación de uno mismo". Lógicamente, para muchos dar, de lado la religión en esta labor es prescindir de un aspecto de la vida imprescindible. Allá cada cual.

Nada somos si no contamos con los demás: cobrar conciencia de que los problemas de los demás no son distintos a los nuestros. Nunca diferirán en el "contenido", aunque lo sean en la ocasión, la manifestación, el momento, las causas y las soluciones. Es preciso aceptar a los demás como son y como se manifiestan, porque es como aceptarse a uno mismo. 

Los problemas generan insatisfacción, que se suele traducir en pena. Las penas son de cada uno, no así las alegrías, que son de todos. Los demás están dispuestos a "darnos lo mejor de ellos", sus alegrías. No hagamos de su alegría, pena nuestra.

El motor que mueve el mundo puede que no coincida con el que mueve a cada uno, pero todos están de acuerdo en que es "el amor" el primero de todos. El amor se suele confundir por sus manifestaciones físicas, comenzando con una descarga hormonal, pero es algo más. El amor instinto termina cuando las necesidades naturales han sido satisfechas; la razón hará que el instinto se torne voluntad, cuando esa energía se vaya debilitando.

Tanto las relaciones humanas como el ejercicio de las funciones propias se basan en la verdad. Es una verdad "automática", que existe y está ahí. Cuanto mejor y con más claridad la veamos, más fácil será la vida. Con frecuencia se tergiversa para hacer que sea "nuestra verdad".

Quizá todo seacuestión de equilibrio. La vida es el paso de un puente: éste puede ser una simple tabla, un puente de cuerdas y tablas o un puente de piedra con pretil. Depende de si contamos sólo con nosotros, o también con el universo y con los demás. Y cómo.

Hay quien pasa por las cosas, los acontecimientos, los lugares, los pensamientos, los sentimientos y los hechos sin enterarse.Atención pasiva pero también activa.

Cuántas veces requerimos que los demás nos digan cómo somos, algo que suele genera satisfacción. Satisfacción tonta o de tontos, de aquellos que nunca se han preguntado por sus reacciones, por la imagen que ofrecen, por el efecto de sus actos sobre los demás. A nadie debiera sorprender que le dijeran cómo es, en todo caso importaría que lo que los demás piensan de él, coincida o no con su opinión.

Hay que reaccionar continuamente y generalmente en contra. Es el continuo "sobreponerse" y el continuo "hacer lo que tengo que hacer". Pero es tonto emprender acciones por el simple ejercicio de hacerlas; la acción debe generar beneficio. La situación más "cómoda" para una máquina es el "ralentí" pero tal estado consume energías y no genera movimiento. No es posible esconderse en el simple "estar".

Perdonar a los demása veces es más fácil que perdonarse a uno mismo. Como en el medio está la virtud, en la vida no cuentan ni los sempiternos auto generadores de disculpas ni  el "yo tengo la culpa de todo".

Por lo general, las personas en su actuar buscan el bien u obran pensando que hacen el bien. "Parece" que abunda más el mal que el bien, pero no es así. Cada uno puede repasar lo que hizo "ayer" y verá que casi todo estaba bien. La generosidad del pensamiento, la magnanimidad de la comprensión, el entender las razones de los demás también es fuente en uno mismo de satisfacción.

Hay que entender "los fallos" y los fracasos también en el sentido positivo que encierran: de ellos se puede aprender para cambiar. El "ya no le hablo más" siempre es temporal; la vida siempre da oportunidad para comenzar de nuevo, la cuestión es buscar alternativas al infortunio.

Mirar al que sufre...Para quien no encuentra salida a su situación la mejor ayuda es "mirarle", no pasar de largo, entenderle. Ayudarle en sus razones proponiéndole vías de escape que él sea capaz de asumir, Es el sentimiento de "con-pasión" o empatía, que nos hace uno con los demás y diluye todo rastro de odio, maledicencia, resentimiento, ira o satisfacción con el daño ajeno.

Ponerse en el lugar del otro sin pre-juicios. Las razones del otro son válidas para él, aunque choquen con las nuestras. La tolerancia y la condescendencia generan más cantidad de bien en la sociedad que la represión de los fallos.

La ecuanimidades una cualidad propia de las personas racionales, de las personas juiciosas que aportan a la convivencia serenidad, imparcialidad y equilibrio. La persona íntegra y honrada también es equitativa en la relación social.

De una actitud abierta, de contento y satisfacción, se desprende ladifusión” de la energíavital que impregna hechos, acciones a realizar y relaciones con los demás. Cierto es que cada persona tiene un psiquismo diferente, pero la “apertura” a los demás no tiene nada que ver con “aptitudes”, es una “actitud”.

De una actitud humilde se desprende el sentimiento de interdependencia. La consulta, el trabajo a medias, la dependencia de los demás, el agradecimiento, la estima del trabajo de los demás.

El pilar en que se asienta la sociedad está en el propio individuo. La sociedad se sostiene sobre una columna, la conciencia del trabajo social, que no es otra cosa que la responsabilidad: cumplir el cometido que la sociedad encarga a cada uno del mejor modo posible. La sociedad exige el cumplimiento de los cometidos que uno mismo ha buscado o le han impuesto.

Volver arriba