Hay vida más allá de la religión (3) Actitudes para vivir mejor.

Un ciertoalejamiento mental tanto de las cosas como de los acontecimientos, es bueno; alejarse de las cosas es estar “despegado” de ellas, como “no tener necesidad”, porque, aparte de este alejamiento conceptual, ciertamente no se necesitan tantas cosas como parece que requerimos para vivir bien.

De tanto considerar los pros y contras, la inseguridad o la búsqueda de “lo mejor” trunca las decisiones a tomar. Puede la persona equivocarse, pero es mejor eso que quedarse en la inacción. Después de un análisis prudente, después de consultar y ver pros y contras, hay que tomar una decisión, hay que “resolver”, hay que determinarse en un sentido u otro.

Eso sí, es preciso también ser diligenteen la realización de lo que previamente se ha considerado. Sin apresuramientos, pero con arrestos.

El fárrago del trabajo, relaciones sociales, actos, espectáculos... en que nos vemos envueltos no propicianla introspección y, sin embargo, es vital encontrar momentos, segundos, para recapacitar, para analizar hechos y situaciones, para no dejar pasar acontecimientos, a veces nimios, a veces importantes, que pueden suponer cambios trascendentales en la vida. Es la simpleza de poder decir: ¿Qué he hecho y por qué?

Los asuntos de la vida pueden ir bien o pueden ir mal. De ambas situaciones se debe desprender una actitud de “humildad”, que no ve en uno mismo poderío ni prepotencia. Sentirse “uno más” que puede hacer tales cosas pero que necesita de los demás para tales otras, es buena base de partida para discurrir por el mundo.

Es cierto que el psiquismo de cada uno condiciona las actitudes y los actos, pero dentro del margen más o menos amplio que la capacidad de cada uno brinda, se pueden generar cualidades y modos de ser intrépidos, valerosos, enfrentados a las dificultades de la vida. No está permitido el refugio, sea en los padres, en la esposa, en el grupo, en la religión, en los demás: a la postre todo eso conduce a la neurosis.

Si bien es cierto que dependemos de los demás, y es bueno que dependamos para contrastar criterios y recibir apoyo y ayuda, no por eso el individuo ha de dimitir de sí mismo. Opiniones y presiones no deben condicionar la libertad interior de tal modo que genere inacción. Cada uno tiene que ver la manera de conservarla, que no puede ser sino por la capacidad de razonar, meditar a fin de cuentas, todo lo que sucede y todo lo que a uno le sucede.

La consecuencia benéfica de una actitud razonanteque supone y mantiene la libertad interior, es la claridad de conciencia, la lucidez de espíritu para juzgar y decidir El ejercicio continuado de la razón deriva en sutileza para ver los distintos aspectos que configuran la realidad, en penetración y en definitiva en inteligencia.

La vida es una lucha continua contra la dejación. Toda persona tiene “cosas que hacer” y tiene mucho que aportar a los demás... Muchas veces depende de encontrar los verdaderos motivos para trabajar, luchar y vivir. Lo otro es renuncia a ser uno mismo, delegación, seguidismo, exaltación del otro. También la búsqueda de motivos es un ejercicio racional.

Las cosas duraderas suelen ser fruto dela paciencia. El que espera es posible que desespere, pero el que “sabe esperar” jamás se descorazona. Si no consigue lo que anhelaba, la paciencia en sí misma ya es un fruto.

La seguridad en uno mismo no nace porque se quiera. Siempre es producto: producto del uso de la razón, de enfrentarse a las situaciones con criterios firmes, de generar alrededor sentimientos de confianza y, sí, de conseguir las ayudas necesarias.

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