cuidar para un mundo humanizado Cuidar: patrimonio moral

Cuidar: patrimonio moral
Cuidar: patrimonio moral

Ser cuidado, dejarse querer, dejarse ayudar, constituye un reto para vivir con sentido en muchos momentos de la vida, especialmente en situaciones de gran dependencia.

Lo hemos heredado de manera experiencial: cuidar, dejarnos cuidar. Sin cuidados nos habríamos muerto. Fuimos muy dependientes durante mucho tiempo, los que ahora nos declaramos autónomos, los adultos que sacamos la bandera de libertad y autodeterminación en las decisiones de la vida, de la salud, del acompañamiento.

Aceptar nuestra radical interdependencia y nuestra necesidad de cuidar, dejándonos efectivamente cuidar, es un desarrollo justamente de cuidado de nuestro patrimonio moral, en el que nos va la vida.

Y a nosotros mismos: sí, cuidarnos. Sin que este verbo, así conjugado, sea una retirada del espíritu de sacrificio, tan necesario en las actividades de cuidado, en particular a las personas frágiles, en la familia, en la ciudadanía, en las profesiones de cuidado.

Mientras promovemos unos y otros la digitalización de tantos procedimientos y servicios, nada quitará el valor del cuerpo a cuerpo, de la presencia, de la proximidad, de la solicitud que necesitamos de los demás para dejarnos cuidar.

Quizás humanizar es eso: cuidar el patrimonio moral del cuidado.

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