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Somos un haz de relaciones y en ellas nos jugamos la salud. No es solo una cuestión biológica indidividual, sino una experiencia relacional y un compromiso comunitario.
Veníamos diciendo que la salud es una experiencia biográfica, más que biológica, que tiene que ver con los valores, con los pensamientos, con los sentimientos, con las relaciones, con los comportamientos... Es obvio. Pero quizás nunca como hoy sentimos con intensidad que la salud tiene que ver con las relaciones y es una experiencia que depende de la comunidad.
La salud del otro es un punto preventivo par la mía, mis comportamientos preventivos son para la salud tuya. Somos un haz de relaciones y en ellas nos jugamos la salud. No es solo una cuestión biológica indidividual, el buen funcionamiento de los órganos, el silencio del cuerpo, sino una experiencia relacional y un compromiso comunitario.
Las implicaciones de esta dimensión no son solo en tiempos de coronavirus, sino en tiempos de vida humana. Trabajar por la comunidad es también trabajar por la salud individual. Y eso sí, la vulnerabilidad, como siempre, nos hace a todos tomar conciencia de nuestra condición humana frágil e interdependiente.
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