La vulnerabilidad en la práctica profesional: Transformando la fragilidad en fortaleza Nada humano me es ajeno

Nada humano me es ajeno
Nada humano me es ajeno

La empatía en la práctica profesional de la ayuda

En el siglo II a. C. lo afirmaba Terencio: “nada humano me es ajeno”. Los profesionales de las relaciones de ayuda, nos podríamos aplicar el cuento cuando escuchamos la narrativa de nuestros ayudados. En donde sea: en los Centros de Escucha, en la relación clínica, en los consultorios psicológicos… Nada de lo que escuchamos es tan extraño a nuestra condición y a nuestra biografía.

Nuestra historia sabe de límites, sabe de traumas. Nuestra conducta tiene experiencia de haber vivido emociones de todos los colores, y haberlas gestionado como hemos podido. Nuestro desarrollo humano hasta el día de hoy, sabe de fragilidad y vulnerabilidad, esa que está en nuestras manos responsable, o esa que tiene que ver con nuestro ser también víctimas.

La propia fragilidad, la propia herida, bien puede convertirse en fuente de mayor comprensión y compasión. Pero es sabido que, si no es integrada saludablemente, se convierte en fuente de proyección o, en el peor de los casos, de endurecimiento o fundamentalismos en los enfoques. Por eso, la metáfora del sanador herido tiene tantas posibilidades de humanizarnos.

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