'Afinar el oído' para escuchar al Espíritu La Vida Consagrada: "Queremos caminar juntos al lado de creyentes y no creyentes"

Abadesa de San Pelayo, de Santiago de Compostela
Abadesa de San Pelayo, de Santiago de Compostela

"Hoy la Iglesia nos invita a celebrar la Jornada de la Vida Consagrada, un día, como ha dicho el obispo de Girona, Francesc Pardo, para orar y 'valorar el testimonio de los que han escogido consagrar a Jesucristo'"

"No me acaba de gustar que la expresión, 'vida consagrada' esté 'reservada' a unos pocos; por el bautismo todos los cristianos hemos sido ungidos con el carisma"

"El lema de este año, en esta XXVI jornada, y en el proceso sinodal que vive la Iglesia, es, 'Caminando juntos', una actitud que muestra el carisma de la Vida Consagrada"

"Cabe recordar que la Vida Consagrada no es una huida del mundo y de sus problemas, sino una huida de la mundanidad. Por eso los hombres y las mujeres que hemos optado por la vida consagrada, intentamos que nuestra opción no sea mediocre"

"Así lo intentamos hacer las mujeres y los hombres consagrados a Dios"

Como cada 2 de febrero, hoy la Iglesia nos invita a celebrar la Jornada de la Vida Consagrada, un día, como ha dicho el obispo de Girona, Francesc Pardo, para orar y “valorar el testimonio de los que han escogido consagrar a Jesucristo” su vida por medio de los consejos evangélicos.

No me acaba de gustar que la expresión, “vida consagrada”esté “reservada” únicamente a los monjes y a las monjas, a los religiosos y a las religiosas y los miembros de los institutos seculares, ya que por el bautismo todos los cristianos hemos sido ungidos con el crisma y por lo tanto, hemos estado consagrados o dedicados a Dios. Con todo, la Iglesia da el término “consagrado”, al que por medio de los consejos evangélicos sigue a Jesús.

Vida Consagrada
Vida Consagrada

El lema de este año, en esta XXVI jornada, y en el proceso sinodal que vive la Iglesia, es, “Caminando juntos”, una actitud que muestra el carisma de la Vida Consagrada, que hace camino en nuestro mundo, siguiendo a Jesús, “camino, verdad y vida (Jn 14:6)”.

El documento que los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada han dado a conocer para esta jornada, presenta a los consagrados como unos “buscadores y testigos apasionados de Dios, en el camino de la historia y en la entraña de la humanidad”.

Para la vida consagrada, como dice este documento, “caminar juntos, supone hacerlo en cada una de las dimensiones fundamentales de la consagración: la escucha, la comunión y la misión”.

La Jornada de la Vida Consagrada, que fue instituida por el papa Juan Pablo II en 1997, quiere ser una llamada a “caminar juntos en la consagración”, que significa, “ser conscientes de la llamada recibida, la vocación compartida y la vida entregada”. Por eso la vida consagrada “supone darse cuenta que solo encontramos a Dios, caminando”.

Abadesa Rosario del Camino, de San Pelayo de Oviedo
Abadesa Rosario del Camino, de San Pelayo de Oviedo

El tiempo sinodal que vive la Iglesia, “anima a los consagrados a fortalecer la consagración, viviendo este momento como una oportunidad de encuentro y de cercanía con Dios y con los hermanos”. Por eso, “caminar juntos a la escucha de la Palabra de Dios, es afinar el oído para escuchar al Espíritu, a los hermanos con los que compartimos la vida, y la humanidad herida, con los gozos y tristezas” de nuestro mundo. Si lo hacemos así, eso será “la mejor garantía para caminar juntos por las sendas de la fidelidad a la propia vocación”.

Según los obispos que han preparado el material para esta jornada, hay tres condicionespara saber escuchar de verdad: “reciprocidad, respeto y compasión”. En nuestro mundo y también en el seno de la vida consagrada, hace falta “una sincera comunicación, empatía hacia los demás y apertura de corazón para recibir la verdad que nos pueda comunicar”.

Y es que caminar juntos en la comunión, significa que “los consagrados están llamados a ser en la Iglesia y en el mundo, expertos en comunión”.

Por otra parte, “caminar juntos en la misión” recibida, “supone descubrir la dulce y confortadora alegría de evangelizar” y al mismo tiempo, “experimentar la alegría de creer y el gozo de comunicar el Evangelio”.

Sor Caridad, de Carrizo
Sor Caridad, de Carrizo

Por eso, “los consagrados, soñando juntos, orando juntos y participando juntos”, podemos contribuir “decisivamente para la Iglesia sinodal no sea un espejismo, sino un auténtico sueño que puede hacerse realidad”.

Cabe recordar que la Vida Consagrada no es una huida del mundo y de sus problemas, sino una huida de la mundanidad, como lo expresaba muy bien la germana Montserrat Unterlöhner, benedictina del monasterio de Sant Benet de Montserrat, cuando decía en una entrevista. “No huyo del mundo, sencillamente dejo de ponerlo en el centro de mi vida para hacer lo que Dios me pide” (Catalunya Cristiana, 7 de noviembre de 2011). Por eso, como ha dicho el obispo de Tortosa, Enric Benavent, hemos de pedir al Señor que a la Iglesia “no le falte nunca el testimonio de los que se han consagrado totalmente a Dios”, porque sin los consagrados, “la Iglesia se empobrece y pierde fecundidad apostólica”.

Por eso los hombres y las mujeres que hemos optado por la vida consagrada, intentamos que nuestra opción no sea mediocre ni según el comportamiento y la manera de hacer (frívola y superficial) de un mundo de fachada, que vive solo de apariencia.

Superiora del monasterio de Villamayor
Superiora del monasterio de Villamayor

Así lo intentamos hacer las mujeres y los hombres consagrados a Dios, como las Agustinas de Sant Mateu y las de Benigànim, las Vedrunas de Manresa, de Vilafranca del Penedès y de Vinalesa, las Dominicas de Paterna y de Manresa, los Escolapios de Gandia y de Barcelona, las Cistercienses de Benaguasil, de San Bernardo de Burgos y de Villamayor de los Montes, las Hermanas de la Consolación de Morella y de Borriana, los Franciscanos del Sant Esperit de Gilet, las Carmelitas Descalzas de Puçol y de Tarragona, las Capuchinas de València, de Manresa y de Alacant, los Jesuitas de Gandia y de Sant Cugat, los Salesianos de Borriana y de València, las cartujas de Benifassà, las benedictinas de Sant Daniel, de San Pelayo de Oviedo y de Santiago, de Sant Pere de les Puelles, de la Fuensanta y de Sant Benet de Montserrat, las Obreras de la Cruz de València y de Montcada, las hermanas de los Ancianos Desamparados de Alzira y d’Elx, los cistercienses de Poblet, Cardeña, Huerta y Solius, los Cartujos de Portacoeli y de Miraflores, las Teresianas de San Enric d’Ossó de Torrent y de Vilafranca del Penedès, las Clarisas de Vila-real, los Mercedarios de Elx, de Sant Ramon y de Barcelona o las religiosas de Iesu Communio de Godella.

Todos los que en esta jornada de la Vida Consagrada renovamos nuestra opción por seguir a Jesús y por servir a nuestros hermanos, queremos caminar juntos al lado de creyentes y no creyentes, y así, ser testigos del Evangelio en medio de nuestro mundo.

La hermana Rosana Izquierdo del monasterio de San Bernardo de Burgos
La hermana Rosana Izquierdo del monasterio de San Bernardo de Burgos

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