El 27 de abril de 1947 fue un día de fiesta grande en Montserrat 75 años de la entronización de la Virgen de Montserrat

Entronización de la Virgen de Montserrat
Entronización de la Virgen de Montserrat

"Cataluña, en un tiempo de represión de la cultura catalana y de prohibición del catalán por parte de la dictadura franquista, vio en las fiestas de la entronización de la Virgen de Montserrat, una oportunidad para reavivar el espíritu catalanista"

"El 27 de abril, hoy hace 75 años, miles de catalanes (algunas fuentes hablan de 70000), se reunieron en las plazas de Montserrat, donde se celebró la misa presidida por el arzobispo de Tarragona, Manuel Arce"

"Además del trono a la Virgen, los pueblos, comarcas, entidades y gremios, ofrecieron también a la Virgen de Montserrat, como signo de agradecimiento y de veneración a la santa imagen, lámparas votivas, que, aún hoy, perpetúan y hacen memoria de los devotos de la Moreneta"

"Las fiestas de la entronización de la Virgen de Montserrat, ahora hace 75 años, tuvieron un significado que iba mucho más allá de su carácter religioso, ya que se convirtieron también en un acto de reconciliación nacional entre personas de los dos bandos, que se habían enfrentado en la guerra o que habían sufrido persecución"

El 27 de abril de 1947 fue un día de fiesta grande en Montserrat, con motivo de la entronización de la imagen de la Moreneta en su nuevo trono de plata. Hoy hace 75 años, Montserrat se vistió de fiesta, en un día que no tuvo únicamente una dimensión religiosa, sino que fue también un acto de afirmación catalanista, en un acontecimiento que la dictadura no pudo evitar.

Fueron miles los catalanes que aquel 27 de abril de 1947 llenaron Montserrat, para asistir a la misa y a la posterior procesión con la imagen de la Moreneta, hasta colocarla en su trono, ofrendado por subscripción popular. Además, por primera vez después de la guerra civil, el catalán resonó de nuevo de una manera pública, gracias a la campaña organizada por la comisión Abat Oliba, encargada de preparar esta fiesta. Ésta comisión distribuyó en catalán las circulares, editó numerosas estampas y envió miles de cartas, para animar a los ciudadanos de Cataluña a participar en este homenaje a la Moreneta, un homenaje que se convirtió también en un acto reconciliación nacional, que la dictadura franquista no pudo evitar.

Como ha dicho el P. Josep Massot, monje de Montserrat, “las fiestas de la entronización de la Virgen, fue aprovechada, sobre todo a través de Josep Benet (que había sido escolán), para hacer la primera campaña pública en catalán”. Así, “con la excusa de la entronización, se pudieron hacer centenares de actos en toda Cataluña y también en el País Valenciano y en las Islas Baleares” (El Temps, 21 de dicembre de 2021). 

Montserrat
Montserrat

Cataluña, en un tiempo de represión de la cultura catalana y de prohibición del catalán por parte de la dictadura franquista, vio en las fiestas de la entronización de la Virgen de Montserrat, una oportunidad para reavivar el espíritu catalanista y para hacer posible el reencuentro y la reconciliación entre los catalanes que habían luchado en bandos opuestos.

Fue el P. Adalbert Franquesa, sacristán mayor del santuario, quien pensó que Cataluña podría ofrendar un trono a la Virgen de Montserrat. Este ambicioso proyecto, en un tiempo de hambre y de restricciones, era una tarea difícil, como le dijo al P. Adalbert el mismo abad Aureli Mª Escarré. A pesar de todo, el P. Franquesa no se desanimó e intentó esta gran proeza, recibiendo, por parte del pueblo, una respuesta generosa en donaciones, desde cubiertos de plata a diversas joyas que los catalanes ofrendaban a la Moreneta para el nuevo trono. 

La comisión Abat Oliba (denominada así en homenaje al monje fundador de Montserrat), con  Josep Benet y Fèlix Millet como máximos representantes de esta entidad, integró a numerosas personas de diferentes sensibilidades, que tenían un mismo objetivo: la reconciliación de los catalanes después de una guerra cruenta. La comisión trabajó intensamente para movilizar a la sociedad catalana, hasta el punto de enviar cien mil cartas y editando un millón de estampas. El texto de una de aquellas estampas nos da una idea del objetivo de la comisión Abat Oliba, para la fiesta de la entronización de la Virgen: “Nadie ha de ser excluido de esta fiesta de familia, piense como piense, a menos que él mismo se excluya por odio a sus hermanos o por desamor a su Madre”. La comisión quería que “aquel día todos nos hemos de encontrar en la gran casa de la Virgen, para ofrecerle el símbolo de la devoción y amor de nuestro pueblo en su rico trono”. La comisión Abat Oliba se encargaba de recoger los objetos y las limosnas que los catalanes entregaban para el nuevo trono.

Entronización en Montserrat
Entronización en Montserrat

El 8 de septiembre de 1946 tuvo lugar el primero de los actos de estas fiestas, ya que aquel día, la comisión Abat Oliba hizo la ofrenda simbólica del nuevo trono, que había sido encomendado a diversos orfebres y escultores, bajo la dirección del arquitecto Folguera y con el asesoramiento del pintor Josep Obiols. 

El 26 de abril, vigilia de la gran fiesta, fueron miles y miles de catalanes que (a pie o con diversos medios), subieron la santa montaña para participar esa noche en la Vela de Santa María, reprendiéndose así esta celebración, que en la edad media acogía a los peregrinos que pasaban la noche velando a la Virgen, como lo muestra el Llibre Vermell de Montserrat, que recoge los cantos que, en siglos pasados, los peregrinos cantaban en estas velas.  

El 27 de abril, hoy hace 75 años, miles de catalanes (algunas fuentes hablan de 70000), se reunieron en las plazas de Montserrat, donde se celebró la misa presidida por el arzobispo de Tarragona, Manuel Arce (como delegado del papa Pío XII), asistiendo también los demás obispos de Cataluña. Una vez finalizada la Eucaristía, Fèlix Millet leyó la Visita Espiritual a la Virgen de Montserrat, del obispo de Vic, Josep Torras i Bages, una oración impregnada de una gran catalanidad. Y fue después de la misa, cuando en procesión, la santa imagen fue trasladada a su nuevo trono, desde el cual la Virgen Negra acoge las alegrías y las tristezas, la oración, las lágrimas y el gozo de los peregrinos que pasan ante la imagen de la Moreneta para venerarla. 

Además del trono a la Virgen, los pueblos, comarcas, entidades y gremios, ofrecieron también a la Virgen de Montserrat, como signo de agradecimiento y de veneración a la santa imagen, lámparas votivas, que, aún hoy, perpetúan y hacen memoria de los devotos de la Moreneta, y que con su luz, simbolizan, la oración en la basílica de aquellos que, desde lejos, se unen a la plegaria de los monjes, aclamando y pidiendo la protección de Santa María. Así, se animaba a los catalanes a participar en la ofrenda de lámparas votivas a la Moreneta: “Cada una de las comarcas catalanas, quiere tener una lámpara ante el altar de la Virgen de Montserrat”.

Montserrat
Montserrat

Y también: “Las lámparas comarcales perpetuarán alrededor de la patrona de Cataluña, la realidad y la presencia de un pueblo que cree y ama”. Otra circular de la comisión Abat Oliba, decía: “La ofrenda de las lámparas comarcales, será uno de los actos más emblemáticos de la Diada de la Entronización. La llama de una lámpara, tiene un latido viviente que hace que siempre se les haya atribuido la misión de perpetuar un recuerdo”, y la circular añadía lo siguiente: “Si una de las características del movimiento montserratino que estamos viviendo es su carácter eminentemente popular, es necesario que sea el pueblo quien ofrenda las lámparas que han de proclamar alrededor de la santa imagen la constante devoción de sus fieles”. 

Entre los miles de catalanes que participaron en la fiesta de la entronización de la Virgen de Montserrat hoy hace 75 años, está la amiga Pilar Casanovas, que formaba parte (cuando todavía no tenía 17 años), de los cantores del Orfeó Català y también los amigos Joan Mª Vallvé y Joan Clos, que pertenecían al Agrupament Escolta Mare de Déu de Montserrat, así como también Assumpta Cendra, los cuatro, actualmente, miembros de la Lliga Espiritual de la Mare de Déu de Montserrat. Como me ha comentado Joan Clos, él, con otros escoltas, participó en el servicio de orden y la noche de la vela la pasó acampado en el jardín del monasterio, cerca de la puerta de los Degotalls, desde donde podía escuchar los cantos de los peregrinos que llegaban a Montserrat. También una joven Assumpta Cendra formó parte del servicio de orden de los minyons, en el equipo de mossèn Batlle, para acoger la multitud de gente que llegaba a Montserrat. 

También había en este acto, como me ha dicho Joan Clos, mossèn Antoni Batlle y el joven Lluís Bonet, que más tarde sería mossèn y la niña Montserrat Calduch, que con solo seis años, recuerda la emoción de aquel día. Ella me ha dicho que subió con sus padres el 26 para asistir a la vigilia y el día siguiente, situada en las plazas, al lado de la Escolanía, vivió con emoción la misa y ver la señera en el Gorro Frigi, “una imagen que no se me borrará nunca”. Y, todavía, como integrantes de la Escolanía que participaron en esta fiesta, había los ahora monjes, Sebastià Bardolet y Xavier Morell. Como me ha comentado el abad Sebastià, en las plazas había “una multitud con un solo corazón y una sola alma”.

Montserrat
Montserrat

La amiga Pilar Casanovas también me ha recordado “la gran emoción de estar allí, poder cantar en catalán, el maestro Lluís Mª Millet dirigiendo los cantos y el momento en que se desplegó la señera en el Gorro Frigi y el entusiasmo que se generó: todos se giraron hacia el Gorro Frigi”. 

Las fiestas de la entronización de la Virgen de Montserrat, ahora hace 75 años, tuvieron un significado que iba mucho más allá de su carácter religioso, ya que se convirtieron también en un acto de reconciliación nacional entre personas de los dos bandos, que se habían enfrentado en la guerra o que habían sufrido persecución. La entronización de la santa imagen en su nuevo trono, reavivó además, en un tiempo de represión y de dictadura, un fuerte sentimiento de catalanidad. Así lo podemos ver en la acción arriesgada y audaz de unos escaladores de los Grups Nacionals de Resistència, cuando en pleno franquismo, desplegaron una gran señera en la roca llamada Gorro Frigi, y que estuvo visible todo el día 27 de abril desde las plazas del santuario. Fueron dos mujeres, Florència Ventura (esposa de Josep Benet) y Montserrat Martí (hermana del monje, P. Lluc Martí), quienes habían comprado la tela por separado, para no despertar sospechas: una compró la roja y la otra, la amarilla. Ellas cosieron aquella señera que el gobernador civil de Barcelona ordenó que se retirara de inmediato, aunque el abad Escarré se opuso, pidiéndole al gobernador que no la retirada para no provocar un enfrentamiento.

Las fiestas de la entronización de la imagen de la Virgen Mare de Montserrat, el 27 de abril de 1947, además de su sentido espiritual y religioso, fueron también en un acto cívico y de reconciliación nacional. Como dijo unos años más tarde Josep Benet, cuando, debido a la dictadura, las asociaciones culturales catalanistas habían desaparecido o habían sido prohibidas, “solo quedaba Montserrat, que tenía el sentido total de pueblo”, ya que “Montserrat unía a mucha gente” y “representaba la catalanidad, una esperanza de futuro”. Por eso mismo hacía posible “rehacer la convivencia y la reconciliación”.

Entronización de Montserrat
Entronización de Montserrat

Que, Santa María, como dice la Visita Espiritual a la Virgen de Montserrat, del obispo de Vic, Josep Torras i Bages, nos ayude para que “nunca desaparezca este pueblo catalán” que ella espiritualmente engendró y que reúna a “todos sus hijos con corazón de hermanos”. 

La reciente muerte del P. Josep Massot, que tantos libros editó en las Publicacions de l’Abadia de Montserrat y que fue tan devoto de la Moreneta, nos sea intercesor en el cielo, de todos sus hermanos monjes.  

Que la Virgen de Montserrat, como ha dicho el abad Manel Gasch, “nos enseñe a acoger, a transmitir vida, a ser fermento de comunión”, para que Montserrat continúe siendo “un signo de identidad para los catalanes, más allá de creencias religiosas”. Y es que “nuestra historia nos habla de los frutos que tiene para el país, el enraizamiento de la fe cristiana en la cultura”. El abad de Montserrat pide que “la Virgen cubra con su manto a Cataluña, proteja su lengua, la cultura y el bienestar de todos”.     

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