"Tarancón, providencial tras la noche oscura del franquismo" La homilía de la Transición
"La homilía del cardenal Tarancón, el 27 de noviembre de 1975 (hoy hace 50 años), en la misa votiva del Espíritu Santo, en la entronización de Juan Carlos como rey de España, fue un texto basado en la reconciliación y en la defensa de los derechos humanos"
"La misa, presidida en la iglesia de San Jerónimo el Real, de la capital de España, fue como la puerta que abría una nueva etapa en la historia de España, después de la noche oscura del franquismo"
"Con su homilía, Tarancón cerró la etapa nefasta del nacionalcatolicismo y, con valentía, el cardenal de la Transición pidió que se protegiese y se promoviese 'el ejercicio de la libertad'"
"Hoy la Iglesia necesita obispos como el cardenal Tarancón, un hombre libre, un pastor que hablaba con la audacia y la valentía de los profetas, denunciando la injusticia y defendiendo, sin miedo, una nueva etapa en la historia de los pueblos de España"
"Con su homilía, Tarancón cerró la etapa nefasta del nacionalcatolicismo y, con valentía, el cardenal de la Transición pidió que se protegiese y se promoviese 'el ejercicio de la libertad'"
"Hoy la Iglesia necesita obispos como el cardenal Tarancón, un hombre libre, un pastor que hablaba con la audacia y la valentía de los profetas, denunciando la injusticia y defendiendo, sin miedo, una nueva etapa en la historia de los pueblos de España"
La homilía del cardenal Tarancón, el 27 de noviembre de 1975 (hoy hace 50 años), en la misa votiva del Espíritu Santo, en la entronización de Juan Carlos como rey de España, fue un texto basado en la reconciliación y en la defensa de los derechos humanos.
La misa presidida por Tarancón en la iglesia de San Jerónimo el Real, de la capital de España, fue como la puerta que abría una nueva etapa en la historia de España, después de la noche oscura del franquismo. La homilía fue un texto (pensado y reflexionado largamente), claramente aperturista, que, como no podía ser de una otra forma, molestó al Régimen franquista. Con esta homilía, el cardenal de la Transición abría nuevos horizontes democráticos, ya que en su texto utilizó siete veces la palabra libertad, seis, la palabra paz y tres, la palabra justicia.
Tarancón creía “necesaria la colaboración de todos, la prudencia de todos y la decisión de todos”, para abrir una nueva etapa de “paz, de progreso, de libertad y de respeto” en la historia de España.
Tarancón, alejando a la Iglesia del Régimen franquista, afirmó que “la fe cristiana no es una ideología política, ni puede ser identificada con ninguna de ellas, debido a que ningún sistema social o político puede agotar toda la fuerza del Evangelio”, en clara oposición al nacionalcatolicismo, que defendía que los sucesivos gobiernos de Franco (una dictadura al fin y al cabo), representaban a la Iglesia.
Tarancón defendió la independencia de la Iglesia y del Estado y por eso dijo que “no incumbe a la misión de la Iglesia presentar soluciones concretas de gobierno”. Y es que es esta nueva etapa que se abría, la Iglesia no había de imponer “un determinado modelo de sociedad, ni patrocina ninguna forma ni ideología política”, ya que “la Iglesia nunca determinará qué autoridades han de gobernarnos”. A pesar de esto, aún hoy, 50 años después de la homilía de Tarancón, hay obispos que, en oposición a aquel texto aperturista del cardenal de la Transición, manifiestan, con sus discursos y con sus obras, una clara sintonía con las derechas españolas. Y esto es muy preocupante, ya que gran parte de la ciudadanía identifica a la mayoría del episcopado español con estos partidos de derechas.
Con su homilía, Tarancón cerró la etapa nefasta del nacionalcatolicismo (que tanto daño hizo a la Iglesia) y pidió a los políticos que estuviesen “al servicio de la comunidad, que promovieran los derechos humanos, que fortalecieran las libertades o que ayudaran a promover las causas de la paz y de la justicia”. Además, con valentía, el cardenal de la Transición pidió que se protegiese y se promoviese “el ejercicio de la libertad” después de 40 años de dictadura. Tarancón se ponía al lado de los que querían una democratización del estado y de la sociedad española, después de cuatro décadas de un Régimen autoritario y dictatorial.
Tarancón pidió a Juan Carlos que fuese “rey de todos los españoles”, que acabase con las dos Españas y que pusiese fin a la confrontación y a la división.
El cardenal Tarancón también pidió al rey que “las estructuras jurídico-políticas diesen a todos los ciudadanos la posibilidad de participación libre y activamente en la vida del país” y también el inicio de una etapa democrática en el estado español, que fuese “justa socialmente y equilibrada económicamente”. Había llegado la hora de abrir un nuevo camino, unos nuevos horizontes, en los cuales “ninguna forma de opresión esclavizase a nadie”, en un estado en el que “todos tuviesen cabida, sin discriminaciones ni favoritismos”.
Estas palabras, llenas de sabiduría y de visión de futuro, tenían por objeto animar al rey Juan Carlos para que acabara con una uniformidad estéril y empobrecedora, propia de un Régimen gris y represor, que cerraba las puertas a cualquier reforma, por pequeña que fuese.
Tarancón acabó su homilía pidiendo para todos los españoles una “auténtica paz, una paz libre y justa, una paz amplia y fecunda en la cual todos puedan crecer y progresar”.
Con la homilía del cardenal Tarancón de hoy hace 50 años, la Iglesia española apostaba decididamente por la reconciliación entre partes enfrentadas y entre sectores divididos y ponía fin al nacionalcatolicismo. Ésta fue la misión fundamental de Tarancón, que por eso fue conocido como el cardenal de la Transición y odiado por les sectores inmovilistas de la sociedad.
"Tarancón hablaba sin disimular o maquillar lo que pensaba"
Hoy la Iglesia necesita obispos como el cardenal Tarancón, un hombre libre, un pastorque hablaba con la audacia y la valentía de los profetas, denunciando la injusticia y defendiendo, sin miedo, una nueva etapa en la historia de los pueblos de España. Y es que Tarancón hablaba sin disimular o maquillar lo que pensaba.
Hoy en el episcopado del estado español, sí que hay algunos obispos que hablan claro, que están al lado de los pobres, que denuncian las injusticias y las estructuras que generan la pobreza, que defienden a los excluidos o que siguen al margen de la sociedad, como lo hicieron en América Latina, los obispos Òscar Romero, Pere Casaldàliga o Hélder Câmara.
Pero, desgraciadamente (porque muchas veces tienen razón), los ciudadanos identifican a muchos obispos con la derecha. ¿Dónde encontramos hoy a obispos llenos de la libertad evangélica como José Mª Setién, Jaume Camprodón, Ramón Echarren, Alberto Iniesta, Ramón Torrella, Javier Osés, Antonio Añoveros, Juan Mª Uriarte, Narcís Jubany, Ramón Buxarrais, Victorio Oliver, Joan Martí Alanis, Josep Pont i Gol, Josep Mª Guix, Ramón Masnou, Joan Carrera....todos ellos ya difuntos a excepción de los buenos y proféticos obispos Ramón Buxarrais y Victorio Oliver?
Sí, hay algunos obispos que siguen la línea taranconiana, de apertura, de fidelidad al Concilio y de denuncia de las injusticias. Pero son muy pocos. Como se ha comentado diversas veces en R.D., la renovación pensada por el papa Francisco para el episcopado español, no se ha dado como él deseaba. Por eso necesitamos obispos proféticos y audaces, que no callen (ni miren hacia otro lado), ante la opresión que sufren los más desvalidos por parte de los poderosos. Obispos que sepan acoger a los pobres y a los marginados y que tengan la valentía de denunciar las mentiras y los bulos de las derechas que (entre otras cosas), criminalizan a los inmigrantes, por el solo hecho de ser pobres.
Tarancón fue un hombre providencial en su tiempo, un pastor bueno que desde su Borriana natal y después de palpar las injusticias y las desigualdades que vio en la diócesis de Solsona, con gente que no tenía pan para alimentar a sus hijos, (con su valiente pastoral, “El Pan nuestro de cada día”), denunció la situación de hambre, que permitía, con su pasividad, el gobierno franquista. Con su pastoral consiguió que la Administración del estado atendiese las necesidades materiales de los ciudadanos de la diócesis solsonense que pasaban hambre.
Posteriormente en Oviedo, Tarancón sensible a los más necesitados y en particular a los trabajadores, en un momento lleno de huelgas y de injusticias por parte de los empresarios y del gobierno del tardofranquismo.
En su servicio episcopal, sobre todo en la etapa difícil de la Transición, evidentemente, el cardenal de la Tarancón tuvo el apoyo y la ayuda de un equipo de colaboradores excepcionales, como fueron sus obispos auxiliares, Echarren, Estepa, Iniesta y Oliver, además de su fiel amigo y secretario, el P. José Mª Martín Patino.
Tarancón, un obispo valiente, defendió que la televisión valenciana (en aquel momento, Canal 9) fuese íntegramente en valenciano. Además firmó el dictamen elaborado por la Real Academia Española y la Real Academia de la Historia sobre la unidad lingüística del valenciano-catalán, oponiéndose, de esta manera, a los que (irracionalmente) defendían un secesionismo lingüístico que (como ahora), pretende negar la unidad del valenciano y del catalán.
Hoy hace 50 años, la homilía de Tarancón, el cardenal de la Transición, fue un aire fresco, que era como un eco de las sesiones del Concilio Vaticano II (clausurado 10 años antes) y que supuso la apertura de la Iglesia al mundo y a la sociedad, a la cultura y a los alejados de la fe. La homilía del cardenal Tarancón nos mostraba una Iglesia que abría nuevos horizontes y que, audazmente, apostaba por la libertad, por la justicia social y por el derecho de los ciudadanos a participar libremente en el futuro político del estado español. Un futuro que se abría después de la muerte del dictador y de cuarenta años de miedo, de represión y de falta de libertad.