Luis Alberto Loyo, no me toques las narices.

No conozco de nada a Luis Alberto Loyo, párroco de la catedral de Santiago de Bilbao. Hasta el punto de no `poder asegurar si ese señor que parece Javier Clemente vestido de cura es él. Google dice que sí. Si no lo es ya protestará porque es protestón.

Alguna vez he leído alguna cosa suya y me pareció bien. Creo que incluso lo dije en el Blog. Hoy, o ayer, cuelga una intervención suya que es un típico ejemplo de inventarse al maniqueo para luego darle palos. ¿Y así hacer méritos?

A mí los palos de ese Loyo, y del párroco de la catedral de Santiago de Bilbao, caso de que sean la misma persona porque en internet todo es posible, me la refanfinflan. Pero si quiere palos, palos tendrá. Me divierten muchísimo.

Ya empieza impertinente este Loyito: "Parece mentira que una persona que presume de tener buena información...". Pues mira, Loyete, como ese presumido, según tú, soy yo, decirte sólo que buena información la tengo. Y eso está más que acreditado en el Blog. Por ejemplo, por citarte un caso muy próximo a ti, yo fui quien anunció, antes que nadie, que Don Mario Iceta iba a ser nombrado obispo auxiliar de tu diócesis. Así que algo informado ya estaba.

Y ahora contarte algo de lo que parece no estás informado. En el asunto de marras lo de menos es la decisión de la Conferencia Episcopal de realzar la fiesta de la Sagrada Familia. Que está muy bien. Con eso no se ha metido nadie. Y acepto sin el menor problema que la CEE no hubiera decidido un acto común de todos los obispos. Tampoco tiene que explicarme, porque lo sé de sobra, que cada obispo es el responsable de su diócesis y que ningún otro puede intrusarse en ella.

El cardenal arzobispo de Madrid convocó un acto que tenía una doble finalidad. Aunque la segunda no fuera confesada. Pero que a cualquier Loyo se le ocurre. Pedir a Dios por la familia y dar una muestra en la calle de que esa familia, tan agredida, existe. Lo primero se puede hacer desde el hogar de cada uno, en las numerosas parroquias y en las catedrales de España. Y está muy bien. Lo segundo, que la gente se entere de que existe una familia católica que se encomienda a Dios y declara su voluntad de vivir católicamente, supongo que coincidirá conmigo que no tiene la misma repercusión si hay una concentración nacional, a la que acudan muchos, que si se convocan actitos en las creo que sesenta y nueve catedrales de España.

El cardenal Rouco además de elegir un día picudo, con más que notables interrogantes meteorológicas, parece que no contaba con un cerrado apoyo de sus hermanos para un acto unitario en Madrid. Y comenzaron a descolgarse obispos anunciando que ellos presidirían sucedáneos en sus catedrales. Nadie duda de que están en su derecho. Pero, y más después de lo de los dieciocho en la última Plenaria, eso fue acogido por muchos como una muestra de la división episcopal que el párroco de la catedral de Bilbao asegura que no existe. Y con notable alborozo. Porque hay mucha gente a la que le encanta que sopapeen al cardenal de Madrid. A los enemigos de la Iglesia, a todos. Y a algunos amigos, más o menos dudosos.

Cada vez que un obispo anunciaba que él no vendría a Madrid y que además convocaba a los fieles a un actito en su diócesis, regocijo general. Lo de actito es una presunción mía y le aseguro que me encantaría equivocarme. Ojalá fueran cien mil personas a la catedral de Barcelona o cincuenta mil a las de Santiago y Bilbao, veinte mil a Tarragona y cinco mil a la Seo de Urgel. Maravilloso sería. Me temo, y ojalá me equivoque, que en alguno de esos lugares si llegan a mil los concurrentes muchos iban a ser.

Y además se ha logrado un doble efecto disuasorio. Al celebrase un acto en un lugar de mucho más cómodo y económico acceso y al hacerse en las diócesis propaganda del mismo y no del de Madrid. Todo eso es lo que yo señalé después de muchísimos artículos de otros señalando la división y regocijándose `por ella. Que Loyo sólo me lea a mí no me envanece nada porque creo que una persona de su representación debería estar más informado, presuma o no de ello. Así que Loyo, al loro. Y a leer más.

Por ejemplo el artículo de Jesús Bastante con referencia expresa al obispo de Loyo y que titula de este modo tan expresivo: "El número dos del Episcopado también planta a Rouco en su misa de Colón". ¿Lo de plantar, y no precisamente cebollinos, indica división o es sólo presunción mía, tan presumido como soy?

Eso es lo que hay. Le guste o no a Loyo. Así se ha interpretado por muchos. Yo sólo me limité a constatarlo y a deplorarlo.
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