Mundo, Iglesia y Papa

La visita del obispo de Roma, sucesor de Pedro, a una Iglesia particular es un acontecimiento eclesial de gran importancia. Por eso la presencia de Benedicto XVI en la Jornada Mundial del la Juventud celebrada en Madrid no debe pasar desapercibida para un cristiano. Precisamente por eso hago esta meditación en voz alta, consciente de que mi percepción es personal, responde a un discernimiento de de la situación y por tanto es discutible. A modo de sugerencias, desarrollo mi reflexión en algunos puntos.

1. Leyendo los evangelios, se ve que la propuesta de Jesús, presentada con el símbolo reino de Dios según los sinópticos, o voluntad del Padre según el cuarto evangelista, es la fraternidad, que todos se puedan sentar como personas libres en la mesa común de la creación. Buscando realización de esa utopía, en torno a Jesús fue naciendo una comunidad de seguidores cuya espiritualidad se vertebraba sobre tres coordenadas: amar a todos incluidos los enemigos, no acaparar para sí mismo sino actuar según Dios que es amor y continuamente da vida, el que quiera ser más importante sea servidor de todos

2. La Iglesia es signo e instrumento de esta propuesta; su misión es hacer inolvidable a Jesucristo y su evangelio. Pero signo e instrumento son dos calificativos inseparablemente unidos. Como los demás sacramentos, la Iglesia es instrumento siendo signo, y éste, según la lógica tradicional, es una relación cuya eficacia implica dos polos: primero que el signo sea fiel a la realidad significada; y segundo, que trasmita esa realidad de modo creíble a los destinatarios.

La Iglesia por tanto debe estar en continua reforma mirando a esas dos vertientes: su fidelidad a la propuesta de Jesús, y su significatividad en el mundo del que forma parte.También aquí ambos aspectos son inseparables pues la propuesta de Jesús –reino de Dios, que todos tengan vida- está de algún modo ya sembrada en el mundo y sólo ahíen la historia cambiante, puede crecer.

3. En el magisterio de Benedicto XVI va dejando bien formulada la propuesta de Jesús y la identidad del cristianismo en el mundo de hoy: los cristianos no creemos en una divinidad hipotética o pensada por nosotros, sino en Dios cuyo rostro humano es Jesucristo; realidad fundante de toda realidad. “Hemos creído en el amor de Dios, así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida”; “el amor –caritas- es una fuerza extraordinaria que mueve a la per4sona a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y la paz”.

El problema es práctico: si la Iglesia en una determinada situación cultural es signo elocuente y creíble de esa propuesta. Y aquí, mirando a la situación que hoy vive la sociedad española se agolpan los interrogantes.

4. Es manifiesto que nuestra sociedad cada vez es más plural, aumenta la indiferencia religiosa, sobre todo en el ámbito universitario muchos se confiesan agnósticos y hasta se nota una latente agresividad contra la Iglesia. Muchos de los que dejan a un lado la existencia de Dios, como muchos de los que proclaman su fe a pie juntillas, niegan o afirman una divinidad intervencionista desde fuera del mundo que nada tiene que ver con el revelado en Jesucristo, realidad fundante que a todo da vida y aliento.

Por otra parte, hay prejuicios contra la institución eclesiástica, que para no pocos incluso bautizados prácticamente se reduce al clero: se la considera vinculada o en complicidad con las derechas que generalmente su oponen a los cambios exigidos por los socialmente más débiles, y funcionando en su economía con la ideología del neoliberalismo económico.

Finalmente la situación se agrava porque nuestra situación cultural es postcristiana: la mayoría fueron bautizados en la Iglesia, pero se alejan de ella porque piensan que ya conocen bien el cristianismo, y creen que nada nuevo puede aportar para el cambio necesario.

¿Cómo hacer creíble la propuesta de Jesús en esta situación cultural? El interrogante puede ser decisivo a la hora de buscar un presencia pública de la Iglesia en la sociedad española que ha de pasar por una conversión al evangelio no sólo de los cristianos sino de las estructuras y funcionamientos eclesiales. No es fácil pasar del poder a la profecía ni del triunfalismo al servicio humilde.

5. Para terminar esta reflexión. Vi de cerca los inicios del 15M y traté de leer las pancartas mientras comenzaba la marcha desde Cibeles a La Puerta de Sol. No niego que antes, en medio y después haya influencias de ideologías bastardas ¿no ha ocurrido eso con frecuencia incluso en el movimiento cristiano? Pero en esos jóvenes “indignados” -no debería extrañar este calificativo a quienes han leído los evangelios- había unas reivindicaciones justas donde los cristianos podemos discernir un signo del Espíritu.

Deseo que los miles de jóvenes reunidos en Madrid, y a quienes Benedicto XVI anima con su presencia, respiren los anhelos de justicia social que manifestaban los también miles de jóvenes y adultos en el 15M.

La Iglesia es entidad referencial al reino de Dios que crece ya en el mundo; y el obispo de Roma, Sucesor de Pedro, sirve a todas las comunidades cristianas confirmando la fe o encuentro con Jesucristo: Dios con nosotros, cuya voluntad es que todos y todas vivamos con la dignidad de personas. Quizás ahora se vea el sentido del título elegido para esta meditación.
Volver arriba