"Algo inédito podría suceder…" 'Pazesfera', la posible nueva era de la Pax Terrae

"El segundo cuarto del siglo XXI está atravesado por conflictos y por guerras de gran mortalidad. Hemos entrado en un tiempo sombrío y ecológicamente amenazador y, lo que es peor, la amenaza de guerras que incluyen un genocidio a cielo abierto en la Franja de Gaza"
"En este contexto los deseos, verdaderos clamores por la paz, suben de todas partes. Crece también la conciencia de que estamos en un camino peligroso, tal vez sin retorno, rozando un abismo en el cual podemos caer"
"Pero la vida-plaga, una vez más, resistiría y salvaría gran parte de la vida y de la civilización. Inauguraría otra era geológica, aquella que el gran cosmólogo Brian Swimme llama era ecozoica. Aquello que está ligado al planeta Tierra como Casa Común ganaría centralidad, como propuso maravillosamente el Papa Francisco en la encíclica Laudato Sì"
"Entonces algo inédito podría suceder. Esta utopía está en los arquetipos más ancestrales del inconsciente colectivo de todos los pueblos. Sería la 'pazesfera'"
"Pero la vida-plaga, una vez más, resistiría y salvaría gran parte de la vida y de la civilización. Inauguraría otra era geológica, aquella que el gran cosmólogo Brian Swimme llama era ecozoica. Aquello que está ligado al planeta Tierra como Casa Común ganaría centralidad, como propuso maravillosamente el Papa Francisco en la encíclica Laudato Sì"
"Entonces algo inédito podría suceder. Esta utopía está en los arquetipos más ancestrales del inconsciente colectivo de todos los pueblos. Sería la 'pazesfera'"
El segundo cuarto del siglo XXI está atravesado por conflictos y por guerras de gran mortalidad. El Comité Internacional de la Cruz Roja en una publicación de 2024 refiere que 60 de los 193 países miembros están envueltos en conflictos y guerras, lo cual equivale al 13% de la humanidad. Se han frustrado las esperanzas de gran parte de la población mundial que imaginaba que con el colapso de la Unión Soviética y el fin de la guerra fría inauguraríamos tiempos de colaboración, de convivencia y de paz.
Nada de esto ha ocurrido. Al contrario, hemos entrado en un tiempo sombrío y ecológicamente amenazador, con grandes eventos extremos, tifones, inundaciones y nevadas, invasión del virus Covid-19 que en tres años acabó con millones de personas, el creciente calentamiento global y, lo que es peor, la amenaza de guerras que incluyen un genocidio a cielo abierto en la Franja de Gaza, in conspectu omnium, el peligro de que la beligerancia entre las potencias militaristas, una vez escalada, puede originar una guerra nuclear, con efectos letales e inimaginables para la biosfera y para la vida humana.
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En este contexto los deseos, verdaderos clamores por la paz, suben de todas partes. Sin embargo, hay en la población una inconsciencia general y un verdadero negacionismo por parte de algunos gobernantes y CEOs de grandes empresas acerca de los peligros a los que estamos siendo sometidos. Pero cabe registrar que lentamente en una parte significativa de la humanidad crece también la conciencia de que estamos en un caminopeligroso, tal vez sin retorno, rozando un abismo en el cual podemos caer. Si cayéramos, significaría que gran parte de la especie humana estaría condenada a desaparecer.

"El Comité Internacional de la Cruz Roja en una publicación de 2024 refiere que 60 de los 193 países miembros están envueltos en conflictos y guerras, lo cual equivale al 13% de la humanidad"
La historia de la Tierra tiene ya 4.450 millones de años y ha conocido por lo menos 5 grandes extinciones en masa de seres vivos, la mayor de ellas en el Pérmico-Triásico hace 252 millones de años. Aun así, como afirmó el biólogo Edward Wilson, la vida parece ser una plaga que no se deja extinguir, incluso cuando una vez cerca del 70-80% de la masa biótica se extinguió. Pero la Tierra siempre se rehizo. Después de cada gran catástrofe biológica parece que la Tierra se vengaba y cobraba más fuerza para rehacer toda su biodiversidad.
Cada año de forma regular dejan de existir cerca de 100 especies de seres vivos. Alcanzan su clímax y desaparecen de forma natural de la faz de la Tierra. Otros vendrán. No son pocos los que se preguntan: ¿será que no nos ha llegado el turno de alcanzar nuestro clímax? Entonces desapareceríamos. Uno de los indicativos alegados es el crecimiento exponencial de la población humana que con más de 8 mil millones ya ha ocasionado la Sobrecarga de la Tierra (Earth Overshoot), es decir, el agotamiento de los bienes y servicios naturales no renovables que garantizan la continuidad y la reproducción de nuestras vidas. El hecho es que ya hemos tocado los límites de la Tierra. Siete de los 11 elementos fundamentales para la vida ya han caído. Se han encendido todas las alarmas.
También hay que señalar que hemos construido los instrumentos para nuestra autodestrucción los cuales, activados voluntariamente o por una IA autónoma o por cualquier accidente, pondrían en peligro la aventura humana sobre el planeta Tierra.
Por otro lado, considerando la resiliencia de la vida en todas las extinciones habidas, todo lleva a creer que el ser humano no irrumpió en el proceso avanzado de la evolución para liquidarla ni para autodestruirse. Lo que nos parece una tragedia, podría ser una crisis de paso de un modo de vida a otro posiblemente más alto, a costa de grandes sacrificios que habría que pagar. Pero la vida-plaga, una vez más, resistiría y salvaría gran parte de la vida y de la civilización. Inauguraría otra era geológica, aquella que el gran cosmólogo Brian Swimme llama era ecozoica. El ecozoico-ecológico, aquello que está ligado al planeta Tierra como Casa Común (oikos=eco: casa en griego) ganaría centralidad, como propuso maravillosamente el Papa Francisco en la encíclica Laudato Sì: sobre el cuidado de la Casa Común (2015).
La tecnociencia, la economía, la política y la cultura en general estarían al servicio del cuidado y de la protección de ese don sagrado con el que el universo o Dios nos ha galardonado: el planeta vivo Tierra, Gran Madre, Pachamama y Gaia.
"Lo que nos parece una tragedia, podría ser una crisis de paso de un modo de vida a otro posiblemente más alto, a costa de grandes sacrificios que habría que pagar"
Entonces algo inédito podría suceder. Todos los humanos, sintiéndose partes de la naturaleza y sus guardianes, convivirían en sinergia con el todo. El reino de las necesidades habría quedado atrás y todos gozarían de los beneficios del reino de la libertad, agradecidos al Creador, viviendo felices y en paz perenne, bajo la luz y el calor benéficos del sol.
Esta utopía está en los arquetipos más ancestrales del inconsciente colectivo de todos los pueblos. Este arquetipo podrá irrumpir desde dentro de la actual crisis planetaria para hacer historia junto con la naturaleza y la especie humana. Sería la pazesfera (en español)o pacisfera (en latín),la esfera de la paz, de la pax Terrae, siempre soñada y ansiada desde el irrumpir de las estructuras mentales y de la conciencia humana hace millones de años en África, de donde surgimos.
"Un sueño que vale la pena ser soñado para acelerar, quien sabe, su realización"
Entonces ya no se hablará de paz, pues ella se habrá transformado en el aire que respiramos y en el alimento que nos sustenta. Un sueño que vale la pena ser soñado para acelerar, quien sabe, su realización.