Traducir en nuestra vida el hambre y sed de justicia
La justicia de Dios no condena, no excluye, no rechaza. Lo que hace es “justificar” al ser humano, hacerle justo, grato a sus ojos. La justicia de Dios es su perdón.
La justicia de Dios no condena, no excluye, no rechaza. Lo que hace es “justificar” al ser humano, hacerle justo, grato a sus ojos. La justicia de Dios es su perdón.
Jesús es el hambriento y sediento de justicia por antonomasia, como aparece desde su bautismo hasta el final de su vida, tal como lo reconoce el centurión romano que, al ver su manera de morir,...
Un Lázaro resucitado no puede atravesar puertas, porque Lázaro vuelve a esta vida terrena. Jesús resucitado no vuelve a esta vida terrena, se encuentra en otra dimensión, la dimensión de Dios,...
Jesús no ha resucitado en nuestro mundo, porque entonces volvería a morir. Ha resucitado en la eternidad de Dios, donde ya no hay envejecimiento, ni desgaste, ni cambio, ni desajustes.
En estos tiempos donde abundan aquellos que, en nombre de la religión, crean divisiones y separaciones, no estaría mal que los que en estos días celebramos los misterios centrales de nuestra fe,...