Covid 19: sugerencia, esperanza e incongruencia

La responsabilidad es un bien escaso. Si la población fuera responsable se habrían evitado muchos contagios y fallecimientos por el covid-19 y otras enfermedades.

La responsabilidad es un bien escaso. Si la población fuera responsable se habrían evitado muchos contagios y fallecimientos por el covid-19 y otras enfermedades. Hay que tener en cuenta que los recursos sanitarios son limitados. Por tanto, hay que repartir esos recursos según las necesidades de la población: infecciones, cánceres, enfermedades degenerativas, en prevención, tratamiento, rehabilitación, investigación, personal.

Dicho lo anterior, me hago eco de la sugerencia que me envía una persona amiga, que conoce bien el mundo de la sanidad. Comprendo que su propuesta es difícil de realizar, porque, a veces, no es fácil delimitar responsabilidades. Aún así, creo que vale la pena difundirla. Reproduzco literalmente del texto que me envía:

“Si una persona o varias tienen conductas de riesgo, produciendo un daño a la población, actualmente con el covid-19 se les pone una multa. Pero si son jóvenes, la pagan los padres, y si son insolventes, … Una cuestión que molesta a los usuarios del sistema sanitario es pagar por la sanidad, ya que todos pagamos impuestos para tener una sanidad gratuita. Pero, en el caso de saber que se ha cometido una imprudencia con daño, podrían pagar un 10% del coste de su estancia hospitalaria (utilizar el mismo porcentaje que se utilizó años atrás con las recetas) o pagar el coste de las pruebas PCR. Y/o hacer servicios a la comunidad durante un tiempo determinado, para revertir el daño producido a esta. Es la mejor forma de ver las consecuencias de la enfermedad. Podrían ayudar a nuestros celadores, ya que están controlados y tienen un contacto con los pacientes.

Esto serviría no sólo para la situación actual, sino para otras prácticas de riesgo. Por ejemplo, tenemos pacientes a los que se les ha dado tratamiento para la hepatitis C, se han negativizado y han tenido prácticas de riesgo, con lo que no sólo han vuelto a tener un brote de hepatitis, sino que se han contagiado con VHI. Estos tratamientos por sí ya son suficientemente caros. Y si hay que repartir nuestros recursos limitados para sanidad, ¿en qué utilizamos los presupuestos?”

Añado por mi cuenta: desde hace unos días se está anunciando que tenemos vacuna contra el coronavirus. Eso no tiene que ser motivo para descuidarnos. Esperemos que esas vacunas sean efectivas y esperamos que lleguen a todos. Ya se le ha escapado a algún responsable político que la vacuna se distribuirá en función de las existencias. Normal si se entiende bien. Esperemos que la frase no esconda que quizás no habrá suficientes existencias y, por eso, los centros públicos la distribuirán cuando la tengan y en otros centros se podrá obtener pagando, que es como al final solucionan las cosas los que pueden pagar.

Una incongruencia: ¿Cómo es posible que en la documentación que facilita a los sanitarios el Ministerio de Sanidad se diga que exactamente no se sabe cuándo empieza y deja de contagiar el covid-19 y, a la vez, reduzcan los tiempos de aislamiento? Es decir, se ha comprobado que los 14 días de aislamiento tras contacto con positivo, disminuyen los contagios. ¿Por qué se han reducido estos días a 10? Justo en este tiempo, ha habido un aumento de los casos.

Una cosa más: el personal sanitario tiene derecho a sus días libres y a sus días de vacaciones. Si los contagios no disminuyen, o si estos aumentan porque hay gente descontrolada durante los días de Navidad, no por eso hay que sugerir que se quiten días libres al personal sanitario. Hasta el momento, sólo se hizo en plena crisis. Peso se ha vuelto a comentar.

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