Diezmo, ¿a quién y para quién?

Reflexiones a propósito de un polémico video de un pastor chileno, difundido por redes sociales, pidiendo el diezmo a base de amenzas.

En estos tiempos de crisis, supongo que para favorecer a la gente más necesitada, el gobierno de Chile está aprobando leyes que permiten retirar, a los que han cotizado planes de pensiones, antes de que llegue el momento de cobrar, el 10% de lo cotizado.

Ha llegado a mis manos un video, que ha provocado en Chile mucha polémica, difundido por redes sociales, en el que, con fecha del 29 de abril, un pastor, aprovechando la oportunidad de conseguir dinero fresco, recuerda a sus fieles que, si retiran este dinero tienen la obligación de entregar el diez por ciento de lo retirado. Porque, dice literalmente, “Dios no tolera que el pueblo le robe, convirtiéndose en unos verdaderos delincuentes rateros”; por eso “todo cristiano que retire su diez por ciento, tiene que diezmar”. Y cita en apoyo de sus palabras a Malaquias 3,10.

Luego añade que quien no entrega ese diezmo es un ladrón; más aún, sobre él recaerá la maldición de Dios, según Malaquías 3,9: “de maldición estáis malditos, porque me defraudáis a mí vosotros”. A continuación, enumera la lista de las posibles maldiciones: quedarse sin trabajo, perder la casa, familia destruida, y ser contagiado por el covid-19. “Eso es maldición”, dice; y añade que quienes no entreguen el diezmo, a los que califica de “rateros” y “ladrones”, “van a sufrir las consecuencias”.

La gran pregunta es: entregar el diezmo, ¿a quién y para quién? Entregar el dinero para los pobres, libre y voluntariamente, eso sí que es entregar el dinero a Dios. Pero en el video del que les estoy hablando los pobres no aparecen para nada. Lo que aparecen son amenazas. Y se supone que el dinero se entrega al predicador.

Predicar sobre los pecados contra el sexto mandamiento y pedir dinero (no para los pobres, sino para “la Iglesia”, o sea, para uno mismo) son los temas favoritos de quiénes no tienen otra cosa de la que predicar. Y ya que conocen tan bien la Biblia, no estaría mal que repasaran lo que dice Mc 12,40, sobre “los que devoran la hacienda de las viudas so pretexto de grandes oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa”. La prueba del algodón de que uno es un mal pastor está en la abundancia de sus predicaciones sobre el sexto mandamiento y en las muchas veces que pide dinero sin rendir cuentas a nadie. En el colmo de la desfachatez, algunos dicen que rinden cuentas a Dios.

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