Domingo de Guzmán, predicador de la misericordia

Domingo de Guzmán era una persona misericordiosa que creyó en un Dios misericordioso. Esta misericordia se manifestó en una doble dirección: en su compasión por los pobres y en su oración por los pecadores.

A santo Domingo de Guzmán se le califica de “predicador de la gracia”. Una de las más importantes manifestaciones de la gracia es la misericordia. Cuando la gracia, amor gratuito e incondicional, no es bien acogida, entonces la fuerza del amor se manifiesta en forma de perdón. La misericordia apunta a un amor incondicional que, por ser incondicional, es capaz de vencer todos los obstáculos que el ser humano pueda oponerle. La misericordia es expresión del corazón amante de Dios que perdona los pecados y se hace presente en todos los infiernos.

Pero el anuncio de la misericordia tiene también repercusiones sociales y muestra su verdad en nuestro comportamiento con el prójimo necesitado. Domingo de Guzmán era una persona misericordiosa que creyó en un Dios misericordioso. Esta misericordia se manifestó en una doble dirección: por una parte, en su compasión por los pobres, por los que sufren y por los necesitados, ayudándoles con sus propios bienes. Y por otra, en su oración por los pecadores, hasta el punto de que, según sus biógrafos, también oró por los condenados en el infierno, lo que podría entenderse como una expresión límite que une al orante con un Dios cuya misericordia no excluye a nadie.

También hoy la predicación de la misericordia debe desplegarse en esta doble dirección: en primer lugar, solidaridad efectiva y eficaz con todos los necesitados y los marginados de la sociedad, por medio de un serio compromiso por la justicia. Pero también, anuncio de un Dios con el que siempre es posible “volver a empezar”. La misericordia siempre despierta la esperanza y mueve a la acción de gracias. Esperanza para “el aquí y el ahora”, dando sentido y ofreciendo razones para vivir; y esperanza en una salvación definitiva que solo Dios puede otorgar. La acción de gracias es la prueba de que la misericordia ha sido bien acogida y comprendida.

El anuncio de la misericordia, de ningún modo, puede entenderse como una gracia barata. Es más bien una manifestación de la grandeza de la gracia porque nos mueve a compartir nuestros bienes con los necesitados, a socorrer a los indigentes, a comprometer nuestra vida a favor de la justicia, de la paz y del entendimiento entre las personas. Y lejos de ser barata, la misericordia es la mejor manifestación del poder de Dios. En efecto, tiene poder quien consigue lo que quiere. Dios manifiesta, especialmente, su poder con el perdón y la misericordia porque perdonando los pecados y teniendo misericordia de todos logra lo que pretende, que es la salvación de todos y cada uno de los seres humanos.

Quien interprete la misericordia como una gracia barata no solo no ha entendido nada del amor, sino que entra en la peligrosa dinámica de despreciarlo y, por tanto, de rechazarlo.

8 de agosto: fiesta de Santo Domingo de Guzmán.

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