Educar, ¿impartir conocimientos o madurar a la persona?

Educar puede entenderse de dos maneras: una, llenar la cabeza de datos; otra, cultivar el alma, madurar a la persona.

Sin ética, el conocimiento termina pervirtiéndose.

La palabra castellana “educar” tiene sus raíces en el latín. En latín hay dos verbos con matices diferentes que han dado origen a la misma palabra castellana: “educere” y “educare”. Educere tiene el significado de hacer salir, extraer, dar a luz. Educare significa formar, instruir. El primer término indica que el educador intenta sacar todo el potencial que tiene ya el alumno; el segundo indica que el educador ofrece al alumno una serie de conocimientos. La finalidad del “educere” es lograr la maduración personal; la finalidad del “educare” es conseguir conocimientos, en ocasiones para aprobar un examen.

Los verbos latinos que están en la base del verbo castellano educar se podrían relacionar con las dos etimologías del término alumno. Una de estas etimologías parece que es errónea, pero la traigo a colación por la relación que tiene con el sentido de “educare” como adquirir conocimientos. Según esa etimología el término alumno sería un compuesto de “a” (que significa “sin”) y “lumen” (que significa luz). Por tanto, alumno sería el que está sin luz. A este que está sin luz el maestro le educa, ofreciéndole conocimientos.

Más acertada es otra etimología, según la cual alumno sería un derivado del sustantivo latino “alumnus”, que a su vez viene de “alére”, que significa alimentar, nutrir, cultivar. Esta segunda manera de entender al alumno enlazaría con el verbo “educere”. En esta perspectiva, el maestro no aporta; el maestro ayuda a crecer, a reforzar la vida, a sacar lo mejor de uno mismo. Alumno es alguien que se alimenta para crecer sano y fuerte. Y el crecimiento más importante es el crecimiento como persona. Uno crece como persona cuando sabe lo que quiere y está en condiciones de hacer felices a los demás.

En suma, educar puede entenderse de dos maneras: una, llenar la cabeza de datos; otra, cultivar el alma, madurar a la persona. No son contradictorias, pero a veces se insiste solo en el primer aspecto olvidando el segundo. Importa que las personas salgan de la escuela y de la universidad sabiendo muchas cosas. Pero saber muchas cosas no garantiza el ser buena persona ni el aplicar esos conocimientos para el bien. Sabiendo energía atómica se pueden construir centrales que dan luz y bombas que matan. El conocimiento requiere ir acompañado de ética. Sin ética, el conocimiento termina pervirtiéndose. Por tanto, este nivel de educar como impartir conocimientos, requiere ampliar horizontes y no quedarse en la mera transmisión de datos. Esta ampliación va unida al horizonte de lo humano. ¿Conocer para qué? ¿Para hacerme rico, para engañar a los demás? ¿O para ofrecer a los otros buenos materiales que les ayuden a vivir mejor y a ser felices?

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