Jesús, modelo de humanidad

Ahora que se acerca la semana santa, sería oportuno preguntarnos cuál es el tipo de ser humano que buscamos promover: el representado por el hombre Jesús o el representado por el hombre Barrabás.

¿Son los ciborgs los humanos del futuro? Esta mezcla de organismo vivo y dispositivos cibernéticos, ¿es la plenitud de lo humano? Una cosa es que, gracias a su inteligencia, el ser humano pueda utilizar la técnica para vivir mejor y lograr nuevas metas, y otra cosa es dejar de ser lo que es, para convertirse en otro ser en el que lo predominante ya no sea lo orgánico sino lo técnico, más aún, un ser en el que la máquina determine lo psíquico.

Si buscamos la perfección de lo humano hay que mirar a Cristo, pues, tal como dice uno de los prefacios de cuaresma, él es “modelo de una humanidad reconciliada en el amor”. En esta línea el Vaticano II había dicho: “el misterio del ser humano se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Cristo, al revelar el misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre”. Al manifestar a Dios como Padre amoroso, Cristo nos descubre a todos como hijos y hermanos. Así manifiesta como constitutivo del ser humano una doble dimensión indisociable: la de la filiación divina y la de la comunión fraterna de alcance universal. En la relación con Dios y en el encuentro con las demás personas se muestra un modo de ser humano en el que encontramos nuestra más lograda identidad.

En Cristo encontramos el modelo más logrado de esta filiación y fraternidad. Cristo manifiesta lo que es ser humano en plenitud. Mirándole a él, descubrimos lo que somos y podemos ser nosotros. Por esta razón se le puede calificar de “Hombre perfecto”, no sólo porque tiene una verdadera naturaleza humana (perfecto hombre), sino porque ha llevado al ser humano hasta su total y plena capacidad (hombre perfecto), hasta su más alta cota de humanización, que es el encuentro y la comunión con Dios. Se comprende así que San Pablo diga que todos estamos llamados a “reproducir”, o sea, a producir de nuevo, la imagen del Hijo (Rm 8,29), para alcanzar así nuestra verdadera dimensión.

Ante la turba enardecida, Pilato, señalando a Jesús maniatado, dijo: “Este es el hombre”. Y, sin embargo, la turba prefirió a otro hombre, a Barrabás. Ahora que se acerca la semana santa, sería oportuno preguntarnos cuál es el tipo de ser humano que buscamos promover: el representado por el hombre Jesús o el representado por el hombre Barrabás.

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