Laicos con voto en el Sínodo

Se trata de un Sínodo de Obispos, pero los laicos, a su lado, no sólo no les hacen sombra ni les quitan protagonismo, sino que enriquecen los puntos de vista y ofrecen perspectivas que se detectan mejor desde el estado laical. Todos somos Iglesia por el mismo título del bautismo.

En la presente asamblea del Sínodo de los Obispos sobre una “Iglesia sinodal, comunión, participación y misión”, hay un buen grupo de laicos, mujeres y varones, con derecho a voto, que tiene tanto valor como el de los Obispos, cosa que encanta a unos y a otros no tanto. El hecho en sí resulta coherente con lo que ha sido la preparación de este Sínodo. Se estuvo preparando durante dos años, primero en las diócesis, luego a nivel nacional y finalmente a nivel continental. Ahora se está celebrando la fase final, que tiene dos sesiones, en octubre de 2023 y en octubre de 2024.

En las reuniones preparatorias los laicos fueron protagonistas, al mismo título que religiosas, religiosos, sacerdotes y obispos. En la asamblea final de la fase nacional que se celebró en Madrid en junio de 2022, y en la que tuve ocasión de participar, se aprobó el texto que la conferencia episcopal española envió a la fase europea. Allí estuvieron presentes unas 600 personas, venidas de todas las diócesis españolas. Cincuenta y ocho eran obispos, el resto laicos, sacerdotes y representantes de la vida consagrada. Parece coherente con esta presencia de laicos en las fases preparatorias, que también se hagan presentes en la asamblea final.

El Papa ha dispuesto que, junto a los Obispos, dispongan de voz y voto algunos representantes de la vida consagrada y 70 laicos, la mitad mujeres y la mitad varones. El que dispongan de voz no resulta extraño, lo nuevo es que tengan voto. Si representantes de todos los estamentos del pueblo de Dios han participado en las primeras fases, tiene su lógica que participen en la última. Cierto, se trata de un Sínodo de Obispos, pero los laicos, a su lado, no sólo no les hacen sombra ni les quitan protagonismo, sino que enriquecen los puntos de vista y ofrecen perspectivas que se detectan mejor desde el estado laical. Todos somos Iglesia por el mismo título del bautismo. Por otra parte, no hay que olvidar que las votaciones de esta asamblea final son orientativas, pues la última palabra la tendrá el Papa que, en su exhortación apostólica post sinodal, recogerá aquellos aspectos que considere convenientes para la vida del pueblo de Dios.

Resulta interesante que la fase final tenga dos sesiones. Pues es posible que el Papa haga públicos los textos y resultados de lo votado en la primera sesión e invite a discutirlos de nuevo en las Iglesias locales. Eso ayudará a que se maduren aquellos aspectos más novedosos o delicados, y que se puedan presentar a la segunda y definitiva sesión tras haber sido asimilados por aquellos que tengan más dificultades en aceptarlos.

Esta presencia de los laicos en el Sínodo es un paso que abre nuevas perspectivas eclesiales. Mi impresión es que esta participación de los laicos, varones y mujeres, no tiene marcha atrás, se repetirá en futuros sínodos y está teniendo ya consecuencias en las instancias de gobierno, de decisión y de reflexión en la Iglesia. La última ha sido el nombramiento de la nueva Secretaria del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, que ha sustituido a Monseñor Rodríguez Carballo, la hermana Simona Brambilla. Hace unos días estuve visitando un monasterio de monjas contemplativas y estaban encantadas con este nombramiento.

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