Memoria

Pasado, presente y futuro son tres dimensiones de toda vida, que están íntimamente relacionadas. Las tres se influyen mutuamente. Los cristianos somos personas de memoria y personas de futuro. Una memoria y un futuro que influyen y condicionan nuestro presente.

Pasado, presente y futuro son tres dimensiones de toda vida, que están íntimamente relacionadas. Las tres se influyen mutuamente. En efecto, nuestro presente está marcado por el pasado que hemos vivido y también por lo que esperamos conseguir. Por otra parte, nuestra vivencia del presente condiciona nuestra lectura del pasado, haciendo que recordemos con más agrado algunos acontecimientos o que tendamos a olvidar otros. Igualmente, nuestras expectativas de futuro nos hacen vivir el presente con más o menos ilusión, con más o menos alegría. No vive el sufrimiento de una enfermedad la persona a la que le dicen que su enfermedad es incurable, que aquella que está convencida que superará la enfermedad. No estudia con la misma dedicación aquel que espera aprobar unas oposiciones que aquel que ha perdido toda esperanza de aprobarlas.

El pasado no sólo es algo superado que no vuelve más. Hay acontecimientos pasados que uno trata de tener siempre presentes. Este es el sentido de las celebraciones. Cada año celebramos con gozo el aniversario de nuestro nacimiento; las personas enamoradas celebran cada año los distintos momentos que les condujeron a consolidar su amor. Tampoco el futuro es algo que no existe y que no se sabe si alguna vez aparecerá. Hay acontecimientos futuros, que uno espera con buenos fundamentos y razones, y que desearía anticipar. El ejemplo de los enamorados puede servir también para esto: ellos hablan con frecuencia del día de su boda, planifican el futuro; aquello que esperan y desean vivir, en cierto modo, hace presente el futuro anhelado.

Los cristianos somos personas de memoria y personas de futuro. Una memoria y un futuro que influyen y condicionan nuestro presente. El concepto de “memorial” es fundamental en la vida del cristiano. El momento fundamental de la vivencia cristiana es la eucaristía. Y la eucaristía es un memorial, un recuerdo de la vida, de la entrega, de la muerte y de la resurrección de Cristo. Un memorial que hace presente eso mismo de lo que se hace memoria. Pues en cada eucaristía la Pascua de Cristo se hace presente en la asamblea cristiana y los que en ella participan reciben la influencia actual de esa Pascua, hasta el punto de que su vida se transforma al comulgar con el Cristo resucitado presente en la eucaristía.

Me parece importante recordar que la eucaristía no es sólo actualización y presencia de una memoria; es también una anticipación del futuro. En ella anticipamos el futuro de la Pascua eterna, que ya no será celebración, sino realidad plena. La comunidad cristiana celebra este doble memorial del pasado y del futuro “hasta que el Señor vuelva”, al final de los tiempos.

Volver arriba