La fe, dato antropológico antes que religioso

Importa notar las dimensiones antropológicas de la fe, porque en algunos ambientes se tiende a considerar la fe como signo de inmadurez, como una ilusión alienante, irracional, infantil y anticientífica.

Fe no es solo creer lo que no vemos; es también el medio para alcanzar lo real. Al hombre moderno le resulta difícil comprender que hay formas de alcanzar la realidad que no son las experimentables. Y, sin embargo, la fe como modo de alcanzar lo real, no es única ni primeramente una idea religiosa. De hecho, es un dato antropológico que hace posible la vida, aunque no seamos conscientes de ello.

Importa notar esta dimensión antropológica de la fe, previa a su aplicación religiosa, porque en algunos ambientes se tiende a considerar la fe como signo de inmadurez, como una ilusión alienante, irracional, infantil y anticientífica. Esta es la idea que hay que superar y para ello nada mejor que mostrar que la fe es una dimensión permanente de la vida. Hay cosas, fundamentales para la madurez y equilibrio psicológico, que uno no puede saber por sí mismo; sólo puede saberlas si se fía de otro: ¿cómo puedo saber que determinado hombre es mi padre?  Teófilo de Antioquía, un escritor del siglo II, decía: “¿Es que no sabes que la fe va delante de todas las cosas? Pues, ¿qué labrador puede cosechar, si primero no confía la semilla a la tierra? ¿O quién puede atravesar el mar, si primero no confía en la embarcación y el piloto? ¿Qué enfermo puede curarse, si primero no se confía al médico? ¿Qué arte o ciencia puede nadie aprender, si primero no se entrega y confía al maestro?”

Por otra parte, la fe favorece el progreso de la ciencia. La creencia juega tan gran papel en la ciencia como en casi todos los otros sectores de la actividad humana. Los niños en la escuela aprenden porque se fían del maestro, y así avanzan en el saber. Y las ciencias progresan porque los investigadores no parten de cero, sino que aceptan y creen las conclusiones a las que otros han llegado. Cierto, en estas conclusiones puede haber vacíos o errores, pero el remedio no se encuentra en el rechazo de la creencia, pues esto sería volver al primitivismo, sino en realizar una opción crítica y así favorecer el progreso.

Finalmente, la fe hace posible la comunicación, nos abre al otro en lo que tiene de indisponible, permite el acceso a lo oculto de su ser. Por muchos análisis bio-psicológicos a que sometamos a una persona, no podemos conocer su intimidad más que si entre los dos se abre una corriente de confianza y de simpatía. El conocimiento de lo que una persona es y tiene en su intimidad personal, de aquello que es más auténticamente suyo y que nadie puede conocer si ella no lo ofrece, no puede ser alcanzado sino mediante el don de sí y la fe. La fe humana, pues, hace posible la convivencia y la comunicación. La única manera de establecer relaciones con alguien, un hombre o un dios si lo hubiera, es mediante la confianza y la aceptación mutua. Este es el comportamiento más normal, más humano que podamos imaginar.

Volver arriba