La fe como modo de alcanzar lo real

¿Y si lo verdaderamente real y lo que hace posible toda realidad no estuviera precisamente al alcance de la mano, sino más allá de lo experimentable?

Solemos entender por real o por realidad lo que es experimentable, aquello que es perceptible por los sentidos: lo que se puede tocar, ver, oír u oler. Reducimos así lo real a la materia. Si lo pensamos un poco mejor es posible que reconozcamos que hay realidades no reducibles a lo material: los sentimientos, el pensamiento, el conocimiento. Aunque también ahí seguimos limitándonos a entender por real lo experimentable.

¿Y si lo verdaderamente real y lo que hace posible toda realidad no estuviera precisamente al alcance de la mano, sino más allá de lo experimentable? Real es lo que existe, pero lo que existe no se limita a lo que podemos experimentar. La fe cristiana puede ayudarnos a responder a esta pregunta: ¿qué es lo real? “La Palabra de Dios -dice Benedicto XVI- nos impulsa a cambiar nuestro concepto de realismo: realista es quien reconoce en el Verbo de Dios el fundamento de todo”. En efecto, el creyente está convencido de que en el inicio de todo está “la Palabra” por la que todo ha sido hecho, en la que estaba la vida y que todo lo sostiene (Jn 1,3-4). De ahí la pertinencia de esta pregunta formulada por Benedicto XVI: “¿Son realidad solo los bienes materiales, los problemas sociales, económicos y políticos?”. La realidad fundante es Dios. Quién excluye a Dios de su horizonte falsifica el concepto de “realidad” y en consecuencia solo puede terminar en caminos equivocados.

Esta concepción de lo real nos orienta hacia el modo de conocer lo real. Pues en las condiciones de este mundo es imposible ver a Dios. Solo por la fe podemos alcanzarlo. Así, fe no es solo creer lo que no vemos; es también el medio para alcanzar lo real. Al hombre moderno le resulta difícil comprender que hay formas de alcanzar la realidad que no son las experimentables. Y, sin embargo, la fe como modo de alcanzar lo real, no es única ni primeramente una idea religiosa. De hecho, es un dato antropológico que hace posible la vida, aunque no seamos conscientes de ello.

Solo por vía de creencia es posible alcanzar la realidad de lo que en la intimidad de las otras personas acontece. Pero incluso en las cosas que nos parecen evidentes hay una cierta dosis de creencia: creemos que son así como las vemos. Tomo de Pedro Laín Entralgo el siguiente ejemplo: cuando yo digo que la sal común es cloruro sódico, en realidad estoy diciendo: yo creo que este cuerpo es cloruro sódico, porque creo en la idoneidad de la química para ofrecerme como verdadera una parte de la realidad de la sal. El suelo que piso no lo pisaría si no creyese que resistirá a mi pisada. Esta creencia es la que me permite alcanzar, asumir y conocer lo real.

Importa notar esta dimensión antropológica de la fe, previa a su aplicación religiosa, porque en algunos ambientes se tiende a considerar la fe como una ilusión alienante. Esta es la idea que hay que superar y para ello nada mejor que mostrar que la fe es una dimensión permanente de la vida.

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