La flaqueza en un patíbulo

Según Tomás de Aquino, la cruz parece una necedad a los que piden milagros como prueba de la solidez de una doctrina o de la valía de una persona

San Pablo, en su primera carta a los Corintios, dice que la predicación de la cruz es necedad para unos y sabiduría para otros. Tomás de Aquino escribe a propósito de la necedad de la cruz: “La predicación de la cruz de Cristo contiene tantas cosas que a la luz de la sabiduría humana parecen imposibles. Por ejemplo: el hecho de que un Dios muera y que el omnipotente perezca a manos de los violentos. La misma predicación, además, presenta algunos elementos que parecen contrarios a la sabiduría humana; por ejemplo: que alguien, pudiéndolo, no huya de las humillaciones”.

No cabe duda de que la fe cristiana está llena de paradojas que chocan con la razón, aunque bien pensadas tienen una extraña sabiduría que puede abrir la razón a perspectivas nuevas. Eso que Tomás de Aquino considera un imposible para la razón, a saber, que el omnipotente perezca a manos de los violentos, el Credo lo confiesa cuando dice que el Hijo, de la misma naturaleza del Padre y, por tanto, todopoderoso como él, padeció bajo el poder de Poncio Pilato. ¡El todopoderoso sometido al pobre poder de un dictador! ¿Qué clase de todo poder es ese? Bien pensado, es el verdadero poder, que no es otro que el poder del Amor. El amor no se impone por medio de la violencia. Y el amor absoluto, sin límite ni discriminación, no puede responder con violencia a la violencia. El todo poder es el poder del amor.

Según Tomás de Aquino la cruz parece una necedad a los que piden milagros como prueba de la solidez de una doctrina o de la valía de una persona. Y nota con agudeza: en la cruz, en lugar de milagros, aparecía “la flaqueza en un patíbulo”. Hay muchos que piensan con la lógica del poder. Pero hay otra lógica, la del amor, el perdón y la misericordia. Esa es la sabiduría de Dios que se manifiesta en la cruz. En esta línea va esta reflexión de Juan Pablo II (en Fides et ratio, 23): “El verdadero punto central que desafía toda filosofía, es la muerte de Jesucristo en la cruz”. Contra un acontecimiento así “se estrella todo intento de la mente de construir sobre argumentaciones solamente humanas una justificación suficiente del sentido de la existencia”.

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