¿La paciencia todo lo alcanza?

Visto en perspectiva teologal, es verdad que la paciencia todo lo alcanza. Fuera de esta perspectiva, la paciencia es un actitud que no está muy de moda.

“La paciencia todo lo alcanza”, decía Teresa de Jesús. Dios es, para la santa, el último fundamento de esta paciencia que todo lo alcanza, pues “quien a Dios tiene nada le falta: solo Dios basta”. El que tiene a Dios o, mejor, el que es tenido por Dios, o con más precisión, el que pone su vida en manos de Dios, o para ser aún más exactos (puesto que estamos en las manos de Dios, seamos o no conscientes de ello), el que tiene conciencia de estar en las manos de Dios y vive esta convicción con profundo agradecimiento, ese sabe que con Dios, a pesar de todas las apariencias contrarias y a pesar de todas las turbulencias de la vida, puede vivir seguro y en paz, puesto que su futuro está en buenas manos, unas manos seguras y poderosas, las manos de un amor fiel que nunca nos abandona.

Quien a Dios tiene, alcanzará todo lo que importa. Por esto puede esperar tranquilo, convencido de que una esperanza así no falla, ya que nada, ni la enfermedad, ni las tribulaciones, ni siquiera la muerte, puede separarnos del amor de Dios.

Uno de los buenos compañeros que he tenido, un día que me encontraba mal humorado y disgustado, probablemente con toda razón, me dejo una nota por debajo de la puerta de mi habitación que decía: “no pasa nada, porque todo pasa”. Si uno piensa que el disgusto presente va a durar, entonces viva angustiado. Pero si piensa que el disgusto presente va a pasar, porque todo pasa, entonces no pasa nada y puede vivir el presente malo con paz y tranquilidad. Teresa de Jesús lo dice de esta manera: “todo se pasa”, y como todo se pasa, nada debe turbarte.

Visto en perspectiva teologal, es verdad que la paciencia todo lo alcanza. No porque la serenidad con la que uno vive los malos momentos tenga capacidad de conseguir un futuro mejor, sino porque esa serenidad es el resultado de la acción de Dios en nuestras vidas, y esta presencia, que ahora nos sosiega, nos asegura un mañana luminoso y feliz.

Fuera de la perspectiva teologal, la paciencia es una actitud que no está muy de moda. En la sociedad actual todo avanza muy deprisa. Nuestros jóvenes pretenden conseguir las cosas en el momento en que las desean. Los buscadores de internet nos han acostumbrado a tener la información que buscamos en unos pocos segundos. Y, sin embargo, las cosas buenas y duraderas, la adquisición de sabiduría, las grandes obras de arte, el conocimiento de la realidad, todo eso requiere tiempo. Lo que se consigue deprisa es superficial y no vale nada. Mientras el mal se propaga rápidamente, el bien requiere tiempo. Basta pensar en lo ocurrido con la epidemia del covid: los contagios han sido rápidos, la creación de vacunas ha sido lenta, porque el bien requiere tiempo y paciencia. No es algo automático. Las enfermedades vienen muy rápidas, las curaciones son lentas.

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