"Donde Dios está florece la vida"
¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
"Este amor verdadero que nos fortalece y conduce es por lo tanto el mismo Jesús"
Nuestro Señor Jesucristo nos enseña a caminar siempre en el amor verdadero que es capaz de vencerlo todo.
Ningún ser humano nos escapamos de la experiencia del quebranto y humillación que nos permite ser conscientes de la fragilidad y la vulnerabilidad humana.
Nuestro Señor Jesucristo, en el camino de la cruz que él emprende nos revela que el amor es esa fuerza que lo puede vencer todo, aún lo adverso que nos remueve en nuestros cimientos y nuestros vínculos sólidos de la vida.
El amor, por lo tanto, nos transmite una enseñanza esencial, que sí es posible en el amor vencerlo y superarlo todo. Esa verdad despierta nuestra esperanza y aún, cuando caminamos cuesta arriba, es posible llegar a la cima y contemplar e horizonte que se nos descubre.
En La Pasión de nuestro Señor se nos revela la traición de Judas Iscariote que sólo obedece a sus intereses materiales egoístas del dinero; la insensibilidad de quienes se burlan de Jesús, se mofan de Él, lo escupen, lo jalonean, le dan vinagre en lugar de agua. La experiencia de quedarse sólo y abandonado. Sin embargo, el amor lo mantiene firme y entiende que en ese amor podrá triunfar.
Así es nuestra experiencia de pascua, para experimentar el sentido profundo de la vida verdadera. Sólo el amor verdadero nos lleva a la vida verdadera.
Este amor nos hace transitar con fuerza definitiva a través del camino de la pasión que nos lleva a la pascua.
La mirada de Jesús es una mirada puesta en la pascua, donde sabe, entiende y confía que en ese punto está la acción absoluta de Dios Padre donde no interfiere otra fuerza que dificulte, desvié o quiera confundir, como es la etapa de la pasión.
Aunque parezca arrebatarnos la confusión en la pasión, será determinante el amor que nos conduce a la pascua. Para llegar a la pascua, hay que salir de la esclavitud del pecado, pasar por la etapa de purificación como camino de éxodo, que no es otra cosa que liberación, y llegar al triunfo de la pascua como tierra prometida donde entramos a poseer el espacio de Dios, donde Dios es el Rey.
El Rey de los judíos es Jesús y esa inscripción puesta en su cruz referirá todo el proyecto de vida que se revela y desborda en la pascua de Jesús con su resurrección, como el mismo Jesús Resucitado dirá a sus discípulos: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra, vayan por todo el mundo, no tengan miedo, yo estoy con ustedes, yo he vencido el mundo.
Así todo bautizado y la iglesia misma hace este camino de salir de la esclavitud, caminar en la etapa de liberación como éxodo para llegar hasta donde ha llegado nuestro redentor. Este amor verdadero que nos fortalece y conduce es por lo tanto el mismo Jesús.
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