Palabra que es agua, que es vida La Samaritana, a solas con Jesús

Jesús y la samaritana, de Paolo Veronese (1528–1588)
Jesús y la samaritana, de Paolo Veronese (1528–1588)

"Hoy, en este tercer de domingo de cuaresma, la samaritana, sin esperarlo y ni siquiera imaginarlo se encuentra a solas con Jesús"

"Jesús, de una forma tierna, cercana, le toca el corazón a esta mujer. Por eso la samaritana se da cuenta de que Jesús, al decirle toda la verdad, tomar conciencia, decide cambiar su estilo de vida desde un amor más bello y más grande"

"Por eso vengan a ver al que me ha dicho todo sobre mi vida para que también ustedes lo puedan escuchar y se puedan encontrar con ustedes mismos para que como agua trasparente corra el espíritu de Dios"

"La verdad que la trasparenta en Cristo, como el agua, le hace liberarse de una situación que la mataba y asfixiaba para emprender un camino en libertad feliz"

La claridad de la vida ante quien es la palabra que ilumina como el sol, como escuchábamos el domingo anterior, segundo de cuaresma, de la transfiguración.

Hoy, en este tercer de domingo de cuaresma, la samaritana, sin esperarlo y ni siquiera imaginarlo se encuentra a solas con Jesús. Hay un intercambio de palabras, un diálogo, un encuentro, una comunicación sobre la vida que revela en la palabra pronunciada quien es cada quien.

Jesús es la palabra de vida que ayuda a descubrir la verdad porque es la misma verdad, que no da espacio a la burla del engaño sino al encuentro consigo mismo.

Así Jesús, de una forma tierna, cercana, como Jesús lo sabe hacer, le toca el corazón a esta mujer. Un corazón tocado desde una palabra sincera y transparente que lo revela todo en el amor, como es el agua clara que deja ver en profundidad, como el pozo de Jacob en el que se encuentran ambos , en profundidad para sacar el agua para saciarse y estar en paz. Solo la verdad y el amor nos llevan a lo profundo.

En Jesús fluye, en su palabra, esa verdad y amor que se hace como esa agua que se necesita para vivir, más allá de la sed momentánea que se puede quitar con unos tragos de agua.

Esa trasparencia en la verdad, como la claridad del agua, es lo que Dios desea en el encuentro con nosotros para que pueda correr su espíritu y su gracia, que solo corren en la trasparencia de la verdad y del amor.

En la primera lectura del éxodo, el pueblo de Israel al iniciar ese camino en el desierto y ante la sed de los padres, hijos y animales, es Moisés quien los conduce a la roca donde brotara esa agua para saciarse; Moisés conoce de Dios, lo vive en las diferentes etapas de su vida, es quien tiene que taparse su rostro porque después de un encierro grandioso con Dios tanto en el Sinaí como en la tienda del encuentro , su rostro siempre sale transformado. Es Moisés el especialista en el encuentro con Dios que puede llevar al pueblo de Israel a ese encuentro en la trasparencia del agua vital que corre en la verdad y el amor.

Moisés conduce a este pueblo sediento ante la roca donde beberán esa agua, que los irá llevando en la trasparencia de la verdad y del amor.

El agua en su calidad para beber tiene que ser trasparente y limpia. Así quiere Dios que camine nuestra relación con él.

Por eso la samaritana se da cuenta de que Jesús, al decirle toda la verdad, tomar conciencia, decide cambiar su estilo de vida desde un amor más bello y más grande que le hace ver el valor, la grandeza y riqueza de su persona y no seguirse engañando, dándose en su persona, donde no se alimenta el amor verdadero.

Por eso vengan a ver al que me ha dicho todo sobre mi vida para que también ustedes lo puedan escuchar y se puedan encontrar con ustedes mismos para que como agua trasparente corra el espíritu de Dios, en la trasparencia de la verdad y del amor.

Esa es nuestra perseverancia en la fe que nos dice San Pablo en su carta a los romanos, porque cuando aún éramos pecadores y no teníamos fuerza para salir del pecado, Cristo murió por nosotros. Esto último la samaritana lo vive de una forma muy clara, ella no tenía forma de salir de sus engaños, mentiras y pecados, sino la verdad que la trasparenta en Cristo, como el agua, le hace liberarse de una situación que la mataba y asfixiaba para emprender un camino en libertad feliz.

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