Como en este domingo nos recuerda la visión de Juan narrada en el libro del apocalipsis: vi una muchedumbre tan grande que nadie podía contar, de todas naciones y razas…que han pasado por la gran tribulación y que han lavado y blanqueado su túnica con la sangre del Cordero.

La vida del buen pastor y sus ovejas es tan profunda, que por una parte el buen pastor acompaña en todo momento a sus ovejas para no permitir que sucumban o se le pierdan. El buen pastor las ha sellado y conoce de salteadores y falsas propuestas que puedan recibir sus ovejas y alejarlas tanto del buen camino como del buen pastor, por eso está atento a hacer oir sus voz a sus ovejas para librar de engaños seductores y traiciones inesperadas movidas por intereses de dinero, de poder, de egoísmo, etc.

Por eso Jesús siempre está atento a sus ovejas y, aunque, ciertamente tengan que pasar por muchas tribulaciones, sufrimientos y adversidades, ahí está el buen pastor, quien continúa dando su vida por ellas.

Estamos en las manos del buen pastor, de tal manera que podemos confiar plenamente y descansar en él. La oveja sana, bien alimentada siempre será un atractivo seductor para quien quiere aprovecharse de ella sin importarle lo que ella es en su bondad. Pero estando en las manos del buen pastor, aunque haya quienes le quieran quitar la vida y surtirse de su piel y carne, el buen pastor nunca permitirá esto.

Por eso se hace indispensable escuchar la voz del buen pastor que hará librar los peligros a los que una oveja siempre estará expuesta.

La sangre de Jesús se sigue derramando en aquellos que sufren por causas del evangelio, que quieren hacer presente la bondad de Jesús luchando contra engaños, deslealtades; a quienes no les importa devorar las ovejas que van por el camino haciendo más que el bien.

Jesús, dador de vida, transmite su espíritu de vida a sus ovejas. Ellas saben reconocer su voz que les transmite vida verdadera en su espíritu.

Entienden que caminan detrás de su pastor sin engaños y van seguras a donde la voz del buen pastor les indica desplazarse.

Jesús siempre se manifiesta para proteger a los suyos, se pone siempre al frente porque los ama.

No solo protegerlos y ponerse al frente sino también cargar sobre sus hombros a quienes ya no tienen el vigor de caminar por si mismos por alguna herida, cansancio o extravío.

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