Ganarlo todo en Dios, desde la firme esperanza en la promesa Un amor verdadero, en fidelidad, que espera firme en la fe de la promesa

Abraham
Abraham

"Sabiendo aprovechar lo temporal, transformándolo desde la caridad en limosnas, es decir, venciendo todo obstáculo de la avaricia, que no sabe tener compasión, para con expresiones generosas de bondad ayudar a quien de verdad clama y pide ayuda"

"Estamos llamados a distinguirnos en una fe que se mantiene firme en la esperanza de la promesa cumplida siempre por Dios"

"Saber y entendernos como un pueblo de Dios, escogido para hacer un camino diferente ante un mundo en el que estamos y que nos presenta dos posibilidades: de abrirnos en trascendencia o atraparnos en lo efímero temporal"

La relación de Dios con Abraham es una relación de amor, que se revela en plenitud en Jesús, el unigénito del padre y de la descendencia de Abraham .
Jesús es el signo más elocuente y pleno de esta alianza entre Dios y Abraham.
La promesa hecha Abraham de una descendencia innumerable, se verá alcanzada en Jesucristo, cuyo mandato a sus discípulos es: ir por todo el mundo y bautizar a toda criatura que crea.
Jesús es el reflejo más perfecto del amor del Padre y, la expresión más perfecta de fidelidad a la voluntad del Padre como descendiente de Abraham, de la estirpe de David.

La promesa de Dios a Abraham

La promesa del Padre a Abraham alcanza su plenitud en Jesucristo. Donde no solo se nace y se vive en la tierra prometida, Israel sino que abre espacios para todos los creyentes en el cielo, al afirmar a sus discípulos: me voy a prepararles una morada, en la casa de mi Padre hay muchas moradas, para que donde yo esté estén también ustedes.
De tal forma que la ciudad de sólidos cimientos , cuyo arquitecto y constructor es Dios , como nos refiere la segunda lectura de la carta a los hebreos de este domingo y como nos dice el evangelio de Lucas: tu Padre ha tenido a bien darte el Reino y de acumular el tesoro del cielo, es donde aspiramos los bautizados llegar a poseer.
Sabiendo aprovechar lo temporal, transformándolo desde la caridad en limosnas, es decir, venciendo todo obstáculo de la avaricia, que no sabe tener compasión, para con expresiones generosas de bondad ayudar a quien de verdad clama y pide ayuda.
Estamos llamados a distinguirnos en una fe que se mantiene firme en la esperanza de la promesa cumplida siempre por Dios.
Vivir nuestra historia humana, en medio de las dificultades, como nos recuerda la primera lectura de la sabiduría, sabiendo que Dios cumple siempre sus promesas que revela para caminar con esperanza en una fe sólida, en un Dios que nunca defrauda, pero nos lleva a su manera y en sus tiempos siempre; pidiéndonos renunciar a nosotros mismos en nuestros conceptos, que se ven siempre rebasados en la sabiduría del proceder de Dios.

Abraham

Saber y entendernos como un pueblo de Dios, escogido para hacer un camino diferente ante un mundo en el que estamos y que nos presenta dos posibilidades: de abrirnos en trascendencia o atraparnos en lo efímero temporal.
Esto significa la novedad de descubrir y encontrarnos con el Dios de Jesucristo, que es el Dios de Abraham.
La fe tiene un lenguaje que se vive desde el espíritu de Dios que da vida y que nos hace descubrir un camino de esperanza. Dios nos hace descubrir su presencia en nuestro interior por su espíritu que nos da vida , ya lo recordará la misma experiencia de san Agustín.
El domingo pasado reflexionábamos en la importancia de cultivar nuestra vida interior al escuchar el texto del Eclesiastés : todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión.
Hoy, volver a la vida interior, significa llenar de sentido nuestra existencia y hacerla vencer de lo efímero vacío de la vanidad, que se manifiesta y nos seduce de diferentes formas.

Por el camino de Emaús
Por el camino de Emaús

El espíritu es el que da vida la carne para nada aprovecha. Es decir, cultivar el espíritu para descubrir la verdadera plenitud de vida a la que estamos llamados todos.

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